40
DÍAS EN EL VAUPÉS
1950
PARTE
13
• DE NUEVO AL RÍO. Como no hay iglesia
dieron un martillazo a un azadón que hacía de campana y de esta manera todas
las gentes acuden al servicio religioso. Vamos hacer lo posible para llegar hoy
a Mitú. Madrugamos y salimos confiados en que el motor seguiría con energía y
con constancia. No llegamos a Mitú. Nos quedamos a dormir en la cachivera de
Vacinabá, con mucho pesar, pero no hubo remedio. Enseguida nos acostamos en las
terribles hamacas. Digo terribles, porque en estas benditas se duerme muy
penosamente. Puede ser la falta de costumbre. ¿Si yo no aguanto más las
poquitas noches, como aguantarán mis pobres misioneros toda o casi toda su
vida?
LA
HAMACA
• REGRESO A MITÚ. 10 noviembre. A las dos
y media, por lo menos, hemos de estar en Mitú. El motor se lució hoy, y pasamos
felices a la cachivera de Guacunabá la de Tatú. Este Tatú, que significa
"armadillo", tienen tremendos saltos de agua de unos 3 m de altura en
la pequeña extensión de 4 m, por el cual la canoa es precisamente arrastrada y
en hombros de los pobres bogas. Pero qué habilidad asombrosa la de estos
indios. Al mediodía estuvimos en Mitú, después de 23 días de una corredera
plagada de obstáculos y llena de peligros de toda clase. Ahora sí conocí con
toda claridad lo que son estas misiones del sur y el oriente colombiano. Con
inmensa alegría veo cumplidos mis sueños y mis ideales porque esta misión llena
a cabalidad la misión primaria del Seminario Pontificio de Misiones. Creo que
de esta visita va a resultar mucho bien para el Seminario de Misiones, para las
religiones y para la patria, además de mucha gloria para ellos.
CASA
MISIONAL
• EN ESPERA DEL AVIÓN. Nos anuncian de la
comisaria que de hoy al lunes vendrá el avión y podremos volar a Bogotá. De
modo que el día no tenía más descanso que una visita al campo de aviación cuya
terminación ha confiado el gobierno a los padres Javerianos de esta prefectura.
• LOS ORIGENES. Los tucanos se consideran
superiores a todas las demás tribus y en efecto observé que son muy orgullosos,
al paso de los Macues, que consideran inferiores. Los Tucanos dicen que se
vinieron de Colombia cuando entraron los conquistadores huyendo de ellos,
mientras que los Macues estaban habitando ya aquí. Los Tarianos conservan la
tradición de que vinieron de Venezuela, también huyendo de los conquistadores.
Los Tarianos se llaman hijos del trabajo.
Los Gananos, que son los que mayor número habitan en las orillas del
Vaupés, dicen que ellos emigraron como los anteriores del alto Orinoco. Es probable
que viniesen de los huérfanos de la isla de Guanhaní.
• LOS MACUES. Piensan que es verdad lo
que dicen de ellos las otras tribus, que son los esclavos de los demás, por lo
cual no necesitan vestirse y edifican sus malocas en el monte, porque no tienen
derecho ni de los ríos ni de las chagras. Pobres gentes. Los Macues que
encontré por todos los poblados y malocas, indefectiblemente estaban separado
de los demás, no se acercaban tampoco al misionero como los otros, persuadidos
como están de su inferioridad. Estos fueron los que más me conmovieron.
Pobrecitos los Macues porque son los más atrasados, los más tristes, los más
desgraciados, lo más refractarios a la civilización. Los Macues son, en efecto,
los señores de la selva, porque la conocen como la palma de su propia mano. Las
otras tribus los maltratan y les pegan, sin que ellos reaccionen siquiera,
víctimas como son de ese secular complejo de inferioridad. Son muy resistentes
para el trabajo.
• SUS SECRETOS. Viven de frutas salvajes,
insectos, sus hormigas, gusanos, pesca y caza, lagartos, ranas. Son los Macues
los que mejor preparan él “ipadú” (especie cocaína) y son los únicos que poseen
el secreto del “Curare”, activísimo veneno para las flechas y a nadie se lo
comunican por ningún motivo. Para prepararlo cuecen a fuego lento hierbas
durante dos días hasta formar un lodo gelatinoso tóxico tan violento que en una
insignificante partícula inyectada en cualquier animal con la flecha, lo mata
inmediatamente. Para estos utilizan hojas y raíces que ellos saben escoger de
la selva. Se procuran sal cocinando los huesos de los animales de caza hasta
reblandecerlos y reducirlos a polvo, mezclándolos con pimienta (ají) y aquí
tienen de condimentos en vez de sal.
• UN CUADRO DE DOLOR. Llegamos a la
maloca de Gabriel de Macucú y entre el puerto y la maloca ví un cuadro
desolador. Bajo un techo infeliz de unos 3 m por 4, había dos hombres y una
mujer indios. Me miraron con ojos infinitamente tristes. Uno de ellos enfermo
desde hacía seis días, mordido por una serpiente. La mujer enflaquecida, de unos
ojos profundos, juntaban las astillas del fogón que no cocía alimento alguno
aunque estaba cerca la hora del almuerzo. Otro hombre sentado en su hamaca,
desnudo, silenciosos, también retraído, hermano del enfermo. Pregunté a Gabriel
Temuco que hablaba algo español. Éste me contestó que eran sus trabajadores. Y
le pregunté que porqué estaban tirados en ese rancho infeliz, al aire libre, en
pleno monte, sobre todo el picado por serpiente, teniendo ustedes esa maloca
grande. Me dijo que los Macues no tienen derecho a pisar la maloca ni a vivir
con él. Y también veo que no tienen tampoco derecho a la comida. Él me dijo
ellos comen fariña solamente. Los Macues no pueden pisar las malocas de los
otros indios. Los Macues para los demás no son gente. Los Macues son
descendientes del agua. Son los parias y sin embargo son hijos del Dios del
cielo.
• SIN AVIÓN. Cuando llegó el avión
Catalina, que probablemente nos llevaría a Bogotá, nos dijo, muy amablemente,
el Capitán que también nos había traído hace un mes, que tenía que hacer otro
viaje hasta la Apoporis, para dormir esa noche en Caburú. Que sólo mañana lunes
llegaría a Bogotá. Por lo cual para evitar los vuelos de comercio, inútiles
para los ministerios y cansones por demás, volvería el martes 14 y nos llevaría
ese mismo día a Bogotá.
Avion Catalina en el Olaya Herrera
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