EL LIBRO ROJO DEL PUTUMAYO
CAPITULO 6
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En julio de 1901 llegó a Iquitos
la lancha peruana Putumayo trayendo a bordo, en calidad de presos, a los
colombianos Rafael Tovar Cabrera, Sergio Plata Rojas, Juan de Jesús Cabrera y
Aquiles Torres, quienes fueron tomados en el río Igaraparaná, afluente del
Putumayo, en la población de la Chorrera, acusados de un delito cometido en el
Caquetá, región sin duda alguna colombiana y cuyo juzgamiento, por lo tanto,
corresponde las autoridades de Colombia. Estos individuos fueron llevados y
encarcelados en Iquitos donde sólo fueron liberados a requerimiento del cónsul
colombiano.
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En enero del año de 1902 zarpó de
Iquitos la lancha de estado Iquitos conduciendo una comisión del gobierno
peruano con el objeto de levantar planos y trazar caminos en la parte alta del
río Putumayo.
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En marzo del 1902 el prefecto de
Loreto Coronel Pedro Portillo, se dirigió con oficiales y 15 hombres de tropa a
los ríos Napo, Putumayo y Caquetá con el objeto de establecer nuevas oficinas y
autoridades peruanas.
ACTUALMENTE ES USADA COMO INTERNADO ESCOLAR
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En noviembre de 1902 salió de
Iquitos en la lancha Putumayo el oficial Albarracín con algunos soldados con el
fin de reforzar una guarnición en el río Igaraparaná afluente del Putumayo y
sobre territorio colombiano.
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Los anteriores hechos demuestran
el empeño con que las autoridades peruanas está procediendo con el deliberado
fin de tomar posesión en regiones de absoluta e indiscutible propiedad de
Colombia. Actos que tienden a alterar la amistad leal y sincera que existe, y
debiera siempre existir, entre el Perú y Colombia.
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Ocho meses después el Perú
comunicó a los señores Arana Hermanos: el objeto de esta carta es con el fin de
que empleen, por cuenta del gobierno del Perú, al Sr. Robuchon, con el fin de
que efectúe en la zona en que está situada sus propiedades las correspondientes
investigaciones mencionadas por el gobierno de Colombia, y espera que ustedes
facilitarán al mencionado señor todo lo necesario para que logre cumplido éxito
en su empresa. Tenga la bondad de pagar al señor la suma 35 libras mensuales.
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10 meses más tarde harán hermanos
contestaron: esta Casa a resuelto tomar a su cargo los gastos que requiera la
misión del señor Robuchon, pues deseamos ardientemente contribuir a los
patrióticos designios de nuestro gobierno. En el contrato que le hizo la Casa
Arana al señor Robuchon no se estipuló la obligación de este de investigar los
hechos reclamados. Más bien se le comisionó la exploración de los ríos del
Putumayo y de las tierras adyacentes con el fin de mejorar y extender la
explotación de dicha región en lo que se refiere a los recursos caucheros.
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En julio de 1906 se firmó en Lima
un convenio entre Colombia y el Perú con el fin de que todas las guarniciones,
autoridades civiles, militares y aduaneras que uno u otro país hubiera
establecido en el Putumayo serían retiradas con el fin de entrar en discusiones
sobre la soberanía de los dos países en esa región. Sin embargo, para el año de
1907 el encargado de negocios de Colombia en Lima comunicaba: ”posteriormente a
lo aprobado en el tratado, el gobierno de Colombia lo ha cumplido
religiosamente. Ahora bien, por el hecho de no haber aprobado el Congreso del
Perú ese tratado, el continuo avance de los peruanos en el territorio al
amparo de la falta de guarniciones y autoridades colombianas, la necesidad de
proteger de una manera eficaz a nuestros compatriotas establecidos en aquellos
territorios, ponen al gobierno de Colombia en el caso de ordenar a usted, como
lo hago por la presente, el inmediato denunció el acuerdo sobre el modus
vivendi existente. Manifestamos al gobierno del Perú la imposibilidad de convenir
en que nuestro territorio oriental siga convertido, en un asilo de bandoleros
en que se roba ó se asesina impunemente y donde no ha quedado otra ley que la
del más fuerte”.
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En 1907 el intrépido Rocca,
director de los periódicos la Felpa y la Sanción, hizo conocer del público los
terribles crímenes que se cometían en el Putumayo: “los asesinos de la casa
Arana continúan su obra de carnicería que aunque han vendido parte de ella a un
sindicato inglés, sus parientes son todavía los accionistas principales y
tienen el Putumayo sus antiguos agentes. El robo, el asesinato y el incendio
siguen adelante y nada hacen nuestras autoridades judiciales para impedir que
el juez posponga indefinidamente el castigo de los crímenes. Semejante decisión
puede significar solamente una de dos cosas: o parcialidad o error, al nombrar
a un magistrado en un distrito sobre el cual Perú había perdido todo derecho de
soberanía”.
IMAGEN 10
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Rocca denunció al juez del crimen
de Iquitos: “yo, Benjamín Saldaña Rocca me permito informar a los célebres
malhechores Víctor Macedo y Miguel Loaiza de haber cometido crímenes de
asesinato, incendio, estafa y robo, agravados con las más crueles torturas y
martirios, cometidos con agua, fuego y látigo, en los ríos Igaraparaná,
Caraparaná, Cahuinarí y otros en los cuales la Casa Arana efectúa la industria
cauchera. Estos lugares se llaman la Chorrera y El Encanto. Víctor Macedo es
administrador de la Chorrera y Miguel Loaiza de El Encanto. Se complacen en
asesinar y en quemar vivos a los pobres indígenas, indefensos e inofensivos
que evitan esa región”.
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En la Chorrera, Fidel Velarde
después de pensar y recibir la goma apartó 25 de los 800 aborígenes que habían
llegado a entregar la producción con el pretexto de que eran demasiado
perezosos en el trabajo. Víctor Macedo y sus cómplices Loaiza dieron orden de
que cada indio fuera envuelto en un saco empapado en petróleo, al cual se
prendió fuego inmediatamente. Las víctimas emprendieron su fuga arrojándose al
río con la esperanza de salvarse, cosa que no lograron, pues todo se ahogaron.
Estas crueldades se cometían a manera de diversión habitual de Macedo y de sus
compañeros infernales.
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Otras de las hienas del Putumayo
se llama Miguel Flores quien asesinó al número de hombres, mujeres, viejos y
niños que Macedo, temeroso de que se despoblara totalmente la región, le dio la
orden expresa de no matar más por diversión sino solamente en el caso de que no
entregaran el caucho. Flores obedeció las órdenes de su superior, y en dos
meses solamente mató 40 indios. Las torturas con que los castigaban eran
constantes y las mutilaciones terribles, porque también les corta orejas,
narices, manos y pies, a un número considerable de víctimas. Eran las
ocupaciones favoritas del empleado modelo de la Casa Arana.
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Abelardo Agüero tiene la
costumbre de practicar el tiro al blanco con los indígenas que mantiene presos
en Matanzas. Se ocultan los esqueletos de los millares de víctimas del terrible
Norman, joven que no ha cumplido aún 22 años.
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Dos individuos de color negro
llegado de Barbados llamado Stanley y Lewis, para cumplir las órdenes del
subdirector de la sección, dieron 155 azotes a una india, hasta el punto de
despedazar los muslos. Enseguida la fusilaron. Emprenden viajes en busca de
tribus de indios y de caucho. Los que no han logrado presentar la cantidad
exigida reciben 25 azotes de estos dos negros de Barbados que han sido llevados
con el único fin de servir de verdugos. Al 10º azote las víctimas pierden el
sentido. A veces tres o cuatro indios dejan de aparecer por qué no ha podido
recoger la cantidad de caucho exigida. Los buscan y después de encontrarlos
rodean la choza en donde se ocultan prendiéndole fuego. Los indios que
emprender la fuga son fusilados inmediatamente pero en la choza también se
ocultan ancianos niños y enfermos y todos parecen bajo el bárbaro machete del
Putumayo.
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Las posesiones de Arana, si es
que puede llamarse así, comprendían 12,000 millas cuadradas. En la reunión a
anual de la compañía el Presidente declaró que ésta no poseía título sobre esa
región sin embargo, los llamados derechos fueron adquiridos por una
organización ilegal compuesta de 1000 empleados que gozaba del apoyo de la
soldadesca peruana y cuyo objeto era despojar a los colombianos de sus
propiedades. El gobierno peruano tenía conocimiento de tales hechos. La
intención del gobierno peruano cuando contrató a Groucho fue el de adelantar el
avance de sus derechos en el Putumayo, pero como este no cumplió sus designios,
después de permanecer dos años en el Putumayo, desapareció misteriosamente como
lo denunció Casement en su publicación.
CASA DE LA CHORRERA
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Las fotografías inéditas tomadas
por lo muchos son muy conocidas y representan escenas verdaderamente
espantosas. En su prólogo al ahora el cónsul general del Perú manifiesta: la
casa Arana ha invertido más de 300,000 libras con el fin de civilizar, de
alguna manera, a los salvajes que habitan esas regiones, concluye el prefacio
diciendo que el informe de Groucho tendrá indudablemente valor grandísimo,
porque probara, en caso de que tal cosa fuere necesaria, la aplicación de la
actividad peruana a regiones que ciertas naciones vecinas nos reclaman.
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El 20 febrero 1907 el presidente
de la República recibió el siguiente telegrama: diariamente tenemos
conocimiento de las atrocidades cometidas en el Igaraparaná por los peruanos.
Obedeciendo órdenes de Arana, hicieron preso en Barcelona, al cacique principal
de los Huitotos y después de darle 100 azotes lo colgaron bocabajo con una
cadena al cuello. Las víctimas son muchísimas.
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