EL LIBRO ROJO DEL PUTUMAYO
CAPITULO 7
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En 1908 la prensa Bogotá dio a
conocer los crímenes de la Casa Arana. Y en mayo de ese año protestó ante el
Perú por los ataques dirigidos por Arana Hermanos, con apoyo de las fuerzas
peruanas, contra los colonos colombianos: tropas peruanas por orden del
prefecto de Loreto emboscaron para capturar a David Serrano y a 25 colombianos.
Se están preparando peruanos para invadir el Caquetá y ha sido inútil nuestros
reclamos a Lima. El 12 enero en la unión atentaron contra colombianos, ocuparon
territorio colombiano las tropas peruanas, destruyeron vidas y propiedades de
colombianos es de comprender que continuarán los atentados contra nuestra
soberanía en las regiones del Putumayo, y que aún se intenta invadir el
Caquetá.
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El 14 diciembre el año pasado en
Javineto, a orillas del Putumayo, el señor Gabriel Martínez, inspector de
policía del Putumayo, acompañado de 11 soldados fue sorprendido por una fuerza
peruana que llegó aquí en la lancha de guerra Callao, de propiedad del gobierno
del Perú. La fuerza estaba comandada por el capitán Bartolomé Zumaeta. Los
soldados, que se encontraban casi moribundos por efecto de las fiebres y de las
privaciones, no pudieron defenderse y, una vez aprisionados, fueron conducidos
aborda la misma lancha hasta el establecimiento de El Encanto, de propiedad de
Arana y compañía, en donde fueron despojados de cuanto tenían, aun de sus
papeles enteramente particulares.
IMAGEN 13
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El 12 enero del año en curso,
fuerzas peruanas al mando de los jefes Benito Lores y Carlos Zubiano, llegaron
abordo del vapor Liberal, de propiedad de la Casa Arana y de la lancha de
guerra Iquitos, del gobierno del Perú, al punto denominado La Unión, en la ribera
occidental del río Caraparaná. Atacaron a los habitantes de establecimientos
colombianos existentes allí. Asesinaron al señor Prieto, colombiano que allí
residía, y a varios de sus compañeros. Incendiaron las casas de los señores
Ordóñez Martínez. Embarcaron los ganados, máquinas y productos almacenados,
conduciendo los equipos.
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En el punto denominado la
Argelia, en la margen oriental del río Caraparaná, aprisionaron al señor Jesús
Orihuela, inspector de policía el Putumayo, le despojaron de dinero y papeles
que tenía, lo pusieron en un infecto calabozo a bordo del vapor Liberal, y lo
condujeron preso a Iquitos.
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Otros colombianos, hambrientos y
casi desnudos, se pasearon por las calles de la población peruana adonde fueron
conducidos a la fuerza, hasta que algunos de ellos pudieron, mediante el
auxilio privado de generosos compatriotas, venir a dar cuenta este gobierno de
los crímenes perpetrados. Otros han perecido, otros sufren aún en tierra
peruana de atroces hechos.
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El gobierno tiene noticia de
otros igualmente crueles perpetrados contra los ciudadanos colombianos en su
persona y en sus bienes por las autoridades civiles y militares del Perú, por
los empleados de la Casa Arana, que goza de la franca e incondicional
protección del gobierno y de las autoridades peruanas.
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Debe también detenerse en cuenta
la persecución o, mejor, el exterminio, que se lleva a cabo contra las tribus
indígenas colombianas. Los atentados expuestos constituyen gravísima ofensa
nuestra soberanía nacional en sus más esenciales derechos. La usurpación de
territorio consumada y la tentativa de llevar esa usurpación cada día más
adelante, no pueden menos que perturbar profundamente el orden internacional y
las relaciones entre Colombia y el Perú. Ellos han herido el sentimiento
nacional del pueblo colombiano en lo más vivo.
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Ante el supuesto de que hubiera
existido un estado de guerra entre las dos repúblicas, los hechos perpetrados
por tropas peruanas en las regiones del Putumayo, son de tal naturaleza que la
ley de las naciones y las prácticas civilizadas las condenan unánimemente.
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Ahora bien, el Perú aceptó al
adherirse como se adhirió a la convención de La Haya, que prevalecen aún en
casos de guerra y protegen al enemigo armado, ¿cómo puede concebirse el que se les atropelle al amparo de
las relaciones de amistad no interrumpidas entre las dos repúblicas y que se
les haya atropellado y que se le sigue atropellando, no para destruir al
enemigo armado sino a pacíficos habitantes colombianos de la regiones del Putumayo?
¿cultivadores y desgraciados indígenas cuya condición se ha hecho aún inferior
a la de las bestias ?
IMAGEN 14
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De la anterior comunicación se desprende
claramente que el gobierno de Colombia se anticipó, en tres años, al periódico
londinense Foreign Office para poner fin a los crímenes diabólicos de los
peruanos en el Putumayo.
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La Peruvian Amazon Company Limited fue
registrada el 26 septiembre 1907 donde los hermanos Arana tenían el 78% de
propiedad. La compañía se formó para comprar las fincas caucheras. Estas son
propiedad de la Casa Arana y que quedan situadas en Iquitos. Y son conocidas
con los nombres de Colonia de Indiana, El Encanto, Argelia, Pevas y Nanay, así
como todas las propiedades de cualquier otra especie que posea dicha Casa.
Además los derechos que la Casa Arana tenía sobre el gran distrito conocido con
el nombre de Putumayo. Cuya área se calcula en 12,000 millas cuadradas. Los
señores Arana tenían establecida allí 45 centros para la extracción de caucho.
La población pasaba de 40,000 indios y gran cantidad de empleados europeos y
peruanos. Aunque existía un litigio entre los gobiernos de Ecuador, Colombia y
Perú, que aunque afectará políticamente una parte el Putumayo, no podría
afectar de manera alguna los derechos legales de los colonos.
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En 1909 recibió la compañía 887,000 libras de
caucho. Las operaciones de la compañía sufrieron un grave atraso en el Putumayo
debido a una epidemia de viruela.
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Como el Perú reclaman juicio sobre el
Putumayo, es curioso que su gobierno no haya hecho efectivo el impuesto en el
caso de la Peruvian Amazon. Y si lo hubiese hecho efectivo, el impuesto habría
sido contrario los términos de los convenios con Colombia.
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Las exportaciones del Putumayo en los últimos
siete años han pasado de 1 millón de libras, esto representa una renta para el
gobierno del Perú de 60,000 a 100,000 libras esterlinas desde el momento en que
los Arana principiaron sus operaciones en el Putumayo. En los ocho años y medio
que terminan el 30 julio 1908 las exportaciones totales del Putumayo subieron a
6,300,000 libras de caucho. La imaginación se pasma al pensar en los crímenes
necesarios para obtener esa suma. No debe olvidarse que los derechos de
importación pagados por regalías, carabinas y cartuchos han debido aumentar, en
no pocas suma, la renta del Perú.
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