CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA
CAPITULO 15
EL
PREAVISO DEL GOLPE MILITAR DE ROJAS.
El
12 junio 53, estando yo en Caucasia, fui a la alcaldía en compañía de Jesús
María Urrea quien necesitaba sacar un permiso de traslado de unos cerdos para
Medellín. El alcalde era el Sargento Cárdenas, boyacense. Había sido uno de los
principales aplanchadores en la cárcel de Tunja durante los años 50 y 51. El 9
abril había marchado con un batallón hacia Bogotá con motivo de las revueltas.
Se jactaba de sus hazañas políticas y de su sadismo para con los liberales.
Mostrado un cinturón metálico, ensangrentado.
Creyó
que nosotros éramos conservadores y por eso nos condujo a un rincón de la
alcaldía para contarnos que al día siguiente los militares iban a dar un golpe
de estado a Laureano Gómez. Capté inmediatamente, sin expresarlo, que eso era
lo que había estado esperando hacia cuatro años el Partido Liberal. Que iba a haber
una gran conmoción que por ello podríamos regresar a Concordia. Regrese a
Medellín donde tenía algunas propiedades que cambié con Alfonso Montoya por su
finca Abejero, sobre el Troncal en Concordia. Después le cambié por unas
acciones de la clínica Medellín.
EL
GOLPE DE ESTADO
El
golpe de estado resultó ser cierto. Estuve con el doctor Eugenio Villa en el
consultorio del doctor Joaquín Aristizabal en la clínica Medellín, quien ante
nuestra embriaguez militarista nos dijo que eso no era una solución liberal
para Colombia. Que lo que había sucedido en un cambio de HP. A la larga la
situación política empeoraría: maravillosa premonición.
Entrada
la noche, observamos dentro de la gobernación, por una de las ventanas, a
Dionisio Arango impasible, serio y callado, rodeado de fuerzas de choque
conservadoras, de Bello, Bolívar, Concordia y del oriente antioqueño, las
cuales rechazaban el golpe de estado y le pedían a gritos que no obedecía
órdenes de Bogotá y encabezar un movimiento a favor de Laureano Gómez.
Al
otro día 14 de madruguete para Concordia en dirección a la vereda la Comía.
Allí supimos que el 13, en las horas de la mañana, se libró un combate entre La
Aldea y la boca de la Santa Lucia, en el cual perecieron varios policías. El
liberalismo de Concordia estaba feliz con el golpe de estado y simpatizaba con
las promesas de paz de Gustavo Rojas Pinilla. La guerrilla entraba en
comunicación con la alta oficialidad del Ejército, porque iban a deponer las
armas y esperarían una amplia amnistía.
Unos
20,000 guerrilleros que habían enloquecido a los gobiernos de Ospina y Gómez,
en la zona rural de Colombia, habían abierto 300,000 tumbas. Urrao contaba con
4200 muertos y 2300 viviendas incendiadas. Betulia con 2150 desaparecidos, la
mitad de sus veredas incendiadas. Concordia con 1000 muertos, Salgar con 800,
Bolívar y el cañón de el San Juan con 500, Fredonia, Venecia, Bolombolo y la
vertiente caucana de el Troncal, con 600.
NEGOCIOS
TURBIOS
Durante
los tres años en el sureste desapareció el criadero de ganado blanco orejinegro.
Unas 30,000 cabezas de Urrao. Por Concordia, semanalmente, pasaban partidas de
50 a 200 novillos, trayendo salvoconducto de los alcaldes de Urrao, Betulia y
Concordia. El intermediario era Pedro Nel Trujillo. Tratábase de negocios
turbios e ilegales.
Existía
una segunda modalidad: un liberal se hallaba con un conservador como socio. Fue
el caso de los Concordianos Victor Laverde y José Pablo Flores. Del boliviano
Jesús Velázquez con Libardo Restrepo de Concordia. Una tercera modalidad, legal
y honorable, la practicaban compradores de ganado como Félix Gómez. Entraba
sólo en un caballito a la vereda la Vargas, la Saladita, en Betulia y a la Comía
en Concordia. Sobre el potrero veía al ganado y lo compraba. La cuarta
modalidad era la de las expediciones punitivas, las cuales arrasaban y se traían
todos los semovientes que encontraban en su camino.
EL
PUENTE
A
fines de 53 se inauguró una gallera en Concordia. Invitaron a los guerrilleros
del suroeste, especialmente de Urrao. Los tahúres de Concordia me invitaron porque
yo era respetado por todas las corrientes políticas y serviría como
intermediario o puente entre los antiguos combatientes liberales de la
guerrilla y los combatientes conservadores de la chusma. En Concordia, Rafael
Londoño, malhablado, machista e inculto, trató de ponerle peleada a Jesús
Urrego, paboneño, armado de una navaja. Los dueños de la gallera lo sacaron del
establecimiento. Jesús, elegantemente agradeció y agachó la cabeza. Rafael, al
año siguiente, apareció muerto de un tiro de escopeta en la vereda Las Vargaz.
CUENTOS
INSÓLITOS
Esa
noche se contaron historias fantásticas. Ambas guerrillas reconocían acciones
heroicas y de barbarie. Manuel Rodas (Barroseño), decía que en Pabón, durante
un combate, se había ocultado en una ceja de monte encontrándose muy cerca a el
Míster. En ese instante traspasó un tiro de fusil entre los dos cuellos sin
herirlos porque el proyectil llevaba una trayectoria circular en lugar de
rectilínea.
Sexto
Tulio Zapata decía que en Selva Alegre no le hicieron 800 disparos sino 1000
sin ser impactado. Allí se encontraron dos hermanos. El uno de Concordia
llamado Arturo Muñoz exguerrillero liberal y el otro de nombre Heriberto
expolicía conservador. Difícilmente se hablaron. Un guerrillero de Betulia de
apellido Hurtado (Gallo Fino) y su hermano, Sargento de la policía, se estuvieron
mirando como dos extranjeros. La cicatriz de Paul Urrea en su frente se debía
un tiro de carabina hecha desde la torre de la iglesia de Altamira por el cura.
En el municipio de Urrao se efectuaron más de 100 combates con las fuerzas del
gobierno con 300 muertos.
EL
CAZADOR
En
Betulia había el de cabezas y el famoso “corte de franela” empleando el
terrible y antiestético machete. Después del 13 junio, del golpe de estado, apareció
el cazador de hombres. Sigilosamente averiguaba donde estaba el autor de
ciertos genocidios o que había agredido tanto a familiares como a particulares.
El cazador salía pagado por intereses superiores o por cuenta propia, solo o
acompañado, por Antioquia o por los demás departamentos. Incluso está
Venezuela. Ya fuese a los 15 días o a los seis meses capturaba su presa,
generalmente a policías activos o retirados y a los llamados Pájaros (una de
las denominaciones que se le daba a los conservadores malos, aporreadores,
aplanchadores o miembros de las cuadrillas punitivas).
Luis
Londoño fue casado en el Águila, Valle por el Barroseño. Pedro Cardona, entre
Armenia y Pereira. Domingo Gómez en Antioquia. Las Fuerzas Armadas y organismos
paramilitares hacían lo mismo desde la otra orilla. Así cayó Guadalupe Salcedo en
Bogotá, Manuel Rodas en Salgar.
El
Capitán Franco en el San Jorge, quien fue enterrado en el cementerio de Urrao.
Se le rindió un gran homenaje póstumo. La ceremonia fue pacífica. Posteriormente
se recogieron los restos de los guerrilleros muertos y que por razones del
conflicto fueron enterrados en el monte. Unos 300 llevándolos al mismo
cementerio en lo que se denominó "los entierros colectivos".
COMO
PERROS EN MISA
En
Concordia se presentó un enfrentamiento entre el médico oficial, el doctor Torrente
y el personero Miguel Ángel Garcés, ambos conservadores. Una noche, Torrente
empacó sus enseres y salió para su solar natal, el Tolima. El alcalde, en tono
autoritario e impositivo, me ordenó que me encargara del hospital. Durante
cuatro meses trabajé día y noche sin ir a Medellín. Me acostaba vestido. En los
parajes aledaños a Bolombolo llegue a quedarme 48 horas sin dormir.
Desde
tiempos atrás existía cierta duplicidad en los servicios de salud y fuertes
enfrentamientos entre los hospitales municipales y los centros de higiene. El
gobierno de Laureano Gómez trató de desbaratar este andamiaje. Entonces los
centros de higiene fueron provistos con médicos netamente conservadores,
llegando los doctores Guillermo Villa y marco Julio Marín. Al primero le
entregué el hospital. Fui a la alcaldía a legalizar los cuatro meses de intenso
trabajo, respondiéndome el alcalde que yo no tenía derecho y que además él
había jurado no firmarle una nómina aún Manzanillo. Salí como perro en misa.
NUEVO
HOSPITAL
En
1955 se celebra en Concordia el centenario de Antonio José Restrepo. Liberales
y conservadores me nombraron Presidente del Comité. Invité a autoridades
nacionales y departamentales. Periódicos e intelectuales bogotanos y antioqueños.
Tuve una laguna oceánica: los familiares del doctor Restrepo.
Una
distinguida dama la emprendió contra mi persona. Los de Concordia estuvieron
ausentes. El día de la conmemoración, los sacerdotes, acompañados por el padre
Sierra, ganadero de Jericó, quien estaba de visita, no colaboraron. Ñito
Restrepo continuaba siendo el anticristo. Llevé a los secretarios
departamentales que habían asistido al acto a conocer el nuevo hospital que estaba
en proceso de construcción. Éstos muy receptivos se comprometieron a pasarle un
informe al gobernador. Desde ese punto de vista la celebración del centenario
de Ñito fue un éxito quedando asegurada la terminación del nuevo hospital.
El
doctor Tocayo Ángel Echeverri, en la década del 40, sacó un auxilio nacional de
$11,000 con los cuales empezó la obra. El doctor Bruno González, con la ayuda
del amigo y político Lázaro Restrepo, la continuaron. El doctor Gustavo Sierra
consiguió un buen equipo de cirugía. El doctor Torrente en 1950 vendió una
volqueta y con ese dinero lo techó. Dos meses después del centenario de Ñito
hizo presencia en Concordia el gobernador Pioquinto Rengifo, militar Tolimense,
hombre serio, es complicado y sin pasiones políticas. El hospital tenía
carácter de nacional pero el gobernador lo iba a departamentalizar para poderlo
terminar. Así lo hizo.
Durante
la violencia, yo lo convertí en una especie de refugio para viudas y huérfanos
de los muertos en las veredas del Barroso y de Morelia. El doctor Eduardo
Botero lo inauguró esmerandose en su organización y administración. Dirigió esa
institución por espacio de 15 años. Yo lo dirigí durante cuatro años largos. El
doctor Jaime Restrepo construyó la morgue y el pabellón infantil.
ANTONIO
JOSÉ RESTREPO. ÑITO
Fue
un radical liberal civilista. Se enfrentó a Núñez, a Caro e inclusive al
general Rafael Uribe Uribe, ambos del suroeste. Por un tiempo vivieron juntos
en un hotel de Bogotá, siendo estudiantes. Una turba liberal enardecida por el
asesinato del general trató de linchar a Ñito en su hotel. Este salió por la
parte de atrás presentándose en el cementerio en donde pronunció una de las más
hermosas oraciones, siendo sacado en hombros por los que antes lo detestaban.
EL
PÁJARO VERDE
En
Concordia se creó la costumbre de hacer unas fiestas llamadas del almidón. En
el año 52 me nombraron tesorero de las fiestas. Se hizo presente el tahur de
todo el suroeste, del viejo Caldas y del Valle del Cauca. Vino un señor de
apellido Cruz, de Turbo, quien traía un fusil de la alcaldía de esa ciudad y acompañado
por el apodado Pájaro Verde. Un hombre de una palidez impresionante y una gran
cicatriz en la cara.
Este
hombre y otros acompañantes del Valle del Cauca prepararon una expedición
punitiva a la vereda la Vargas, en Betulia, acompañados de la policía política
que se había estacionado en Concordia. Allí fueron rechazados por los
guerrilleros de Franco. El Pájaro Verde recibió un tiro de carabina en el abdomen.
Me tocó atenderlo regalándole las medicinas. El doctor Torrente y Gabriel
González, aburridos con esta clase de personajes, se fueron para Bolombolo a
beber y a bailar intensamente. Carlos casi se ahoga en el Cauca al pisar un
terreno movedizo siendo rescatado por sus compañeros de farra.
José Ignacio González Escobar
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