CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA
CAPITULO 7
EL
INSPECTOR CARMONA.
Altamira
carecía de acueducto y sólo se disponía de unos baños públicos en la parte baja
de la población, la fiebre tifoidea azotaba la región. Regresando de los baños,
a las cinco, de la tarde vemos que la gente corría cerrando puertas y ventanas
de las casas. El inspector en estado de ebriedad, Pedro Cardona, quien con una
pistola en la mano, con la otra daba empellones a un campesino. Este era recibido
por la peinilla de un policía en el típico y clásico aplanchamiento de moda en
las zonas rurales del país, invento macabro del Partido Conservador.
Una
mujer jaló a mis dos compañeros hacia un sótano y cerró la puerta. Por la
ventana de la oficina del inspector se asomó un policía de cara bruñida con un
FA. Logré salir del ángulo de mira de su cañón poniéndome detrás del inspector,
el cual parecía un energúmeno gritando al policía que disparara. Incontrolable
terror se apoderaba de mí y me impedía casi que caminar. Logré llegar hasta la
telegrafía haciendo de tripas corazón y puse un telegrama a la Secretaría de
higiene comunicando mi situación.
Observando
al maestro Pacho y al cura Morales, en el centro de la plazoleta, cogía ánimos
para llegar al hotel. Encontré al compañero Jorge y Fernando sentados en el
comedor. Habían llegado a través de los subterráneos. En ese instante llegó el
barbero inspector Pedro Cardona, aun pistola en mano temblorosa, seguido del
policía del FA. Cardona en Medellín había dinamitado la casa del exgobernador
Alberto Jaramillo y siendo hombre de confianza de la Secretaría de gobierno fue
enviado a exterminar al liberalismo en la región de Altamira. Mostró un pasquín
que le habían impuesto la víspera y que según él, yo era el autor.
En
el fondo del hotel vi llegar al maestro Pacho y al cura por detrás del
inspector. Le explicaron que nosotros habíamos amanecido en Betulia y que acabamos
de llegar como empleados públicos a prestar un servicio a la comunidad y no a
destruir. Cardona no aceptaba la argumentación. Era un ataúd con su humanidad
amortajada dentro de él. No razonaba. Era un verdadero caso de paranoia y con delirio
de persecución. El policía lo convenció y logró llevárselo. El padre Morales
nos aconsejó que nos fuéramos.
Esa
noche salimos diciendo que íbamos hacia la vereda de El Cangrejo pero en
realidad dimos la vuelta pasando nuevamente por la vereda Aguacatal, siguiendo
el mismo camino que tomaron los heridos del combate en enero de 1900. Al
amanecer llegamos a Betulia caminando 30 km. En el hotelito de Betulia el
propietario estaba preocupado porque le enviaron una boleta ordenándole
abandonar la población y amenazándolo con violar las hijas.
ELEMENTO
CLAVE
Aparece
en la guerra civil colombiana un elemento clave vital, investido de autoridad
con órdenes y consignas venidas del alto gobierno nacional, el alcalde y el
inspector de policía politizados. La Chusma. Elementos agresivos, muchos con
antecedentes penales, armados hasta los dientes y provocadores. Estaban rodeados
por las chusmas de origen conservadora, envalentonados, patrocinados y armados
por los directorios conservadores municipales de cada lugar. Carnetizaron a
todo mundo. Los comerciantes y finqueros conservadores reciben dinamita,
escopetas, revólveres y un elemento esencial, la peinilla, iniciándose los
aplanchamientos (la famosa hora del té). Eran empleados públicos intermedios,
gobernadores, alcaldes e inspectores, sin escrúpulos y cuidando su puesto mas otros
enardecidos y sintiendo el momento político. Era gente ignorante, sectarios e
inhumanos zorreros. Se rodeaban del lumpen proveniente de la población
desocupada, marginados, revanchistas, delincuentes comunes, aventureros y
fanáticos políticos. Los boticarios, sin caciques, buscaban el poder en río
revuelto. Los negociantes apoderándose de bienes comprando a precios irrisorios.
El
ser humano en todas las épocas y lugares, especialmente el elemento campesino,
no aceptan la humillación, ya sea de palabra o de hecho. Por eso se fue creando
una reacción política inevitable.
LA
PROCESIÓN DE MORELIA
En
la vereda Piedra de Candela, cerca de Tres Puertos, se iniciaba la procesión de
la virgen de las Mercedes. Seiscientos jinetes y Amazonas en caballares
singulares de toda clase, colores y categorías, formaban la cabalgata. Encabezaba
el evento el trovador Salvo Ruiz, Rosa Restrepo y Marta González y sus hijas,
venían a rendirle homenaje a la virgen. Un recorrido de 8 km después del cual
venían los sermones, gritos a la virgen, voladores y vivas al Partido Conservador,
que no agradaban a la mayoría de los caballistas. En la zona de tolerancia, a la entrada de Concordia,
al ruido de unos disparos cayó muerto un campesino de Burgos y la procesión
continuó. Ya en la plaza un campesino cae del capacete de uno de los vehículos desnucándose.
Sonaban estrepitosamente los gritos de los vehículos y las campanas de la
iglesia tocando a rebato. El padre anuncia la llegada de la Virgen de Fátima. Los
caballistas aceleran y frenan las bestias produciendo un chirrido. Extravagantes
jinetes y espectadores entran en un frenesí alcohólico hasta el siguiente día.
LA
FONDA DE SALVO
En
1918 Salvo Ruiz puso una fonda caminera por donde se conducía a La Clara. Se
llamaba Patiobonito en un terreno que le vendió Emilio Restrepo cuando recién
había llegado con su esposa Hildaura de las minas de Titiribí. De la carretera de
Urrao a Concordia sólo existía el trazó. Salvo nació en Concordia. No conoció a
Antonio José Restrepo pues éste había abandonado el suroeste antioqueño hacía
mucho tiempo. Organizó un negocio de carnicería, fábrica de velas, tienda de
abarrotes, gayera y un garito. Manejaba el triple y la lengua. Hernando Zea de
Morelia empleaba un taburete como instrumento de percusión. Se trovaba las 24
horas del día.
Salvo
parecía vivir como los filósofos y los escritores: del cuento. Hombre muy
querido y humano, no permitía desmanes ni peleas, desarmaba a los buscapleitos
con una trova. Bebía pero no jugaba. En 1925 vendió la fonda y se trasladó a
Concordia en donde puso un negocio de mala muerte en la Amelí. Posteriormente
tuvo una tienda cerca la plaza donde permaneció casi 20 años. Vivió unos días
en la finca El Abejero en donde se le murió una hija trasladándose más tarde al
corregimiento La Clara. Trovó con Zoila Toro e Indalecio Henao.
NUEVO
DUEÑO DE PATIOBONITO
En
1925, Patiobonito pasó a manos de Eugenio Restrepo Montoya, hijo único, soltero,
entre blanco y colorado, de pulcro vestir, soberbio, apuesto galán de mujeres,
aguardientero, jugador continuo de dado, cazador, amante de las buenas bestias,
gran chalán. Dio mucha fama a la gallera y el garito, tanto por todo el
suroeste como por los departamentos del alrededor. Se hizo amigo del sirio
libanés Jorge Tafur quien portaba dos pistolas al cinto. Tipo de gitano quien
trajo un troquel para fabricar moneda, negociando billetes falsos. Estafó a
Pedro Garcés, hombre honorable. Pereció en confusos hechos en manos de Jorge
Tafur.
Eugenio
también se hacía acompañar de Modesto, Rubén y Pedro Grajales. Un día un
campesino de Urrao pasaba por el lugar con unos cerdos en dirección a Concordia
y un perro de caza se abalanzó sobre los animales. El hombre castigó con un zurriago
al animal. Eugenio le llamó la atención por ello amenazándolo que de repetir
ese castigo no llegarían sus cerdos al destino. Los cerdos no llegaron jamás. Tampoco
el hombre a Urrao. Los hijos de Reynaldo Montoya lo buscaron en el departamento
del Valle y lo machetearon.
REPUBLICA
INDEPENDIENTE
Cuando
se abrió la carretera a Urrao los constructores encontraron ocho esqueletos. El
fondeadero de Patiobonito tenía su cementerio. Las autoridades de Concordia no
hicieron un levantamiento. La vereda de Piedra de Candela, de Eugenio Restrepo constituyose
en lo que hoy se conoce como una “república independiente”. Se prohibía que los
hombres bailasen con las mujeres, norma que persistió hasta 1970. Era una república
solo para hombres Desde la época de salvo Ruiz la fonda caminera de Patiobonito
mantenía unos observadores en el filo hacia Concordia los cuales seguían los
movimientos de la autoridad.
Allí
se encontraban personajes como Luis Cuervo, hombres de armas tomar, quien decía
que matar a una persona era como matar a un conejito. Carlos Lema de los lados
de Jericó, fue administrador de rentas, siendo su señora la maestra de la
vereda la Tarquí. Tenía en su haber la muerte de Bernardito González en un
duelo a cuchillo.
Al
que buscará camorra, Eugenio y sus socios le mostraban un estuche en donde
había diversas armas de fuego, machetes y cuchillos para que escogiera el arma que
quisiera. Si era domesticado y aprobaba el examen de admisión, pertenecía a la
“gallada”. Eugenio Restrepo le disparó a Ramón Betancour. Relatan que durante
10 años no pasó una semana sin un asesinato o un herido en el lugar. Piedra de Cande
era un monumento a la impunidad, la ley del revólver, la ley de la selva, el paraíso
de la trova y el repentismo.
LA
PEREGRINACIÓN
Me
presentaron a Jaime Posada Vélez. Al brillante profesor de matemáticas Miguel Ángel
Garcés Vélez. Al maestro Hernando Restrepo Macías, quien recordaba a Luis
Felipe Posada, poeta menor con cierta gracia quien vivió en Concordia y también
prefería a Porfirio Barba Jacob y al maestro Guillermo Valencia, así como a los
duetos de Antaño y al de Juan Pulido y Margarita Cueto. A Gilberto Maya Vélez
amante de las trovas de Salvo. A Jaime Posada aficionado a la música napolitana.
Yo mostraba simpatía por Carlos Julio Ramírez y la poesía de León de Greiff.
Hicimos
una peregrinación por Salgar con el fin de asistir a la feria pasando luego a
Bolombolo para reproducir al baile de la popa. Escuchar a Ramón Antigua y las
trovadoras Saturnina Balzán y Zoila Toro. Invitaríamos a Diego Calle y al poeta
Jorge Quijano. Luego a El Troncal para rendir homenaje a León de Greiff y para
celebrar el centenario de Antonio José Restrepo. Me acompañaron Hernán Arias,
Jaime Posada, Gabriel González (Botijo) y Gilberto Maya.
Yo
debía, en el recorrido, encontrar en La Clara a Salvo Ruiz para presentarle
excusas porque hacía un mes le había formulado a su hija y le cobré dos pesos. Al
hombre no le gustó alegando que él se llamaba Salvo Ruiz. Yo insistí no
conocerlo Y de mala gana me pagó. Esa misma tarde en uno de los cafés de
Concordia se presentó una gran algarabía y movimiento humano alrededor de este
típico personaje. Tratábase del trovador que yo había atenido. Era generoso,
pacífico y disponía de una gran audiencia. Desde entonces estudio los copleros
antioqueños.
En La
Clara se dio todo una tertulia de canto, trova Y poesía. Era una contienda
entre concordianos y salgareños, con la única excepción del maestro Salvo que estaba
fuera de concurso. Por eso sería el jurado. Un estudiante de Salgar de apellido
Uranga, inició el concurso de canto conociendo todo el repertorio de Gardel,
Magaldy y Alberto Gómez. También Agustín Lara, María Guerrero, Morales Calvo,
Tartarín Moreira, Obdulio y Julián, un extraordinario caso de memoria auditiva
musical. Fue el ganador.
Celina
imitaba a Toña la Negra y calificó. En el campo del imitar un campesino de
Concordia llamado Mario Diosa. Fue una fiesta de la antioqueñidad y de los
valores regionales del suroeste. Al otro día ingresamos en una romería de
bohemios a Salgar. El Quinillo se arrodilló y después de tomarse de un solo
sorbo la cerveza, gritó que desde pequeño era liberal siendo lo más bello que
había en la tierra y dispuesto hacerse matar por ese partido. Pasaba la mitad
de la vida de aserrador en la montaña de Urrao y la otra mitad de vagabundo.
Fue guerrillero de Franco. Presentaba cicatrices sobre cicatrices.
EN
SALGAR
El Salgareño
se caracterice caracteriza por su espíritu emprendedor, audaz, excelente
trabajador, individualista, vengativo, extraordinario negociante, caballista y tahúr.
Hizo presencia un caballo cuyo cuello no dejaba ver al jinete. Lo montaba el jinete
de Alberto Uribe. Salvo Ruiz se perdió en medio de la multitud de sus
admiradores, que eran sobre todo mujeres y niños. Jaime Posada buscó a sus
primos Ochoa y Vélez. Eucario Montoya, Jesús Urrea y Gilberto Maya buscaron a
sus familiares. Yo me fui a saludar a los médicos Gonzalo Salgado y Jesús María
Mejía. También quien me contó la tensión política existente en la población.
Los
Posadas, Vélez y Ochoas invitaron a conocer la vereda la Margarita, a un cuarto
de hora de la plaza de Salgar. Me montaron
en la mula de propiedad de Luis Felipe Vélez. Animal noble y manso que pasaba
por ser el mejor ejemplar mular del departamento. La hacienda Margarita era la
primera finca no sólo el Salgar sino en todo el suroeste. Cerca quedaba la
finca de Alberto Restrepo quien la construyó con más de 1.000 rastras de
comino, un portal de entrada y de salida, innumerables ventanillas en forma de castillo.
Especie de fortaleza donde Fidel Ochoa, hijo de Abelardo tenían un fantástico yegüerizo
produciendo ejemplares que salían para todo el país. Exportaban a Panamá y
Venezuela siendo la familia Ochoa el orgullo del municipio.
José Ignacio González Escobar
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