AERONAUTAS Y CRONISTAS

domingo, 20 de octubre de 2013

CAPITULO V POLITICA RELIGION Y VIOLENCIA


CAPITULO V

LA SEGUNDA ETAPA DE LA CONFRONTACION
De todas formas quedaron unos pocos liberales que no se acogieron a la oferta de Rojas. Se volvieron a organizar y rearmar. Que es la guerrilla que conocemos hoy en día. Un poco antes se había creado la de Tirofijo. Tirofijo fue a Pabón a ayudar reorganizar la cuadrilla de liberales no amnistiados. Se formaron otros jefes guerrilleros como Alfonso Flórez, apodado el Pálido y José Chavarriaga. Cuando los conservadores lograron matarlo en el corregimiento del Socorro, montaron su cuerpo en una mula y lo llevaron a Concordia. En el zaguán de la alcaldía lo pusieron sentado en un taburete y le pusieron velas cual burlesco velorio de difunto. Los Godos pasaban y le daban patadas diciéndole: “Tan guapo, parate de ahí” eso duró cómo dos días.


A LA IZQUIERDA ALFONSO FLÓREZ O JOSÉ MIGUEL ARANGO, “EL PÁLIDO”, EXCABO DEL EJÉRCITO. DERECHA JOSÉ CHAVARRIAGA, “CAPITÁN CONEJO”
Otros que se hicieron jefes guerrilleros fueron un Vélez y Germán González apodado “German Gurre”, que se fue para la guerrilla después de ser aporreado por los Godos.

LA APALEADA DE “CHICHE” EN CONCORDIA
Rafael Mejía, fue un Capitán del Ejército oriundo de Concordia. El ya había estado en Concordia de Capitán habiendo matado a muchos. Le había incendiado la casa a la gente campesina de la vereda de Morelia. Se le robaba las cosechas y a los que no mató cortándoles la cabeza, los hizo huir. Junto con otros chusmeros como Víctor Laverde, les robó las tierras a varios campesinos y se hicieron ricos. Rafael y Víctor no tenían un peso y resultaron dueños de casas, fincas y carros.

Estando Aníbal González de alcalde me tocó ver como maderiaron al hermano de German González, apodado amistosamente “Chiche González”. el motivo fue porque no les decía donde estaba su hermano German, que era liberal y para provocar que German se presentara a las autoridades. German se había enfrentado a las autoridades con éxito y no lograban cazarlo. Además temían sus habilidades para evadirlos y defenderse de la persecución.
Nosotros vivíamos en una casa de dos plantas que estaba a una cuadra antes de subir a la plaza por la vía de ingreso a la población. Tenía un corredor en el segundo piso con puertas y ventanas de postigo hacia la calle. Estábamos las mujeres solas porque mi esposo Hernán no llegó temprano a la casa habiéndose quedado hasta tarde en la plaza, como a veces lo hacía por ser día domingo de descanso.
En la noche, como a la una de la mañana, yo escuchaba conversaciones en voz baja provenientes de la calle. Habían bajado del parque el alcalde Aníbal González con Víctor Laverde y con Rafael Mejía, conservadores, hasta el frente de la casa. Pude ver, por un entreabierto postigo, que Víctor Laverde estacionó un carro en la calle de esos camperos llamados jeeps. Lo tenía prendido y acelerado haciendo bulla para que no se sintiera lo que los otros estaban haciendo un poco más retirado.
Uno de los andenes era bajo con respecto a la vía y formaba un ligero canalón. Por esa acera bajaba Chiche muy borracho. Aníbal con sus compañeros y la policía lo alcanzaron y lo cogieron en ese zanjón. Lo aporrearon fuerte y muy feo, porque era liberal y hermano de German.
Con la bulla mi mama se levantó y me preguntó sobre lo que estaba pasando. Se escuchaban insultos. Le sugerí que mirara por una ranura semiabriendo la mirilla. Mas, no se contentó con eso sino que abrió toda la ventana. Ellos se dieron cuenta, se sintieron descubiertos, dejaron de golpear a Chiche y se fueron de regreso al parque. Chiche como pudo se paró y caminó en dirección a su casa próxima a la nuestra.
 
Alguien avisó a Don Manuel Osorno y Don Jairo Fernández, liberales buenas personas, sobre lo que le había pasado a Chiche. Se juntaron con Don Manuel González, conservador y otros conservadores buenos. Llamaron al gobernador y le contaron lo que estaba haciendo Aníbal como alcalde. Como era factible que no les creyera le prometieron enviarle al agredido en las mismas condiciones como había quedado después de la paliza. Sin ni siquiera curarse y limpiarse las heridas. El gobernador, a su vez, prometió esperarlo. Sacarían a Chiche desde el cementerio en las afueras del pueblo donde le tendrían un carro dispuesto para ir a la cita con el gobernador para que lo viera.
El lunes muy temprano yo pasé por el frente del cementerio en compañía de mi esposo Hernán en dirección a la finca de El Pedrero, donde vivíamos. Yo le pregunté quién era esa persona maltratada que estaba en ese lugar, porque no lo reconocí. Me dijo que era Chiche que estaba esperando el carro para que lo despacharan para Medellín. Llegó donde el gobernador quien lo vio, lo mandó curar y al alcalde Aníbal lo destituyó.

LAS RETALIACIONES SOCIALES
Cuando las cosas se aplacaron y ya no era alcalde, Aníbal comenzó a salir al pueblo del campo donde vivía. Los liberales que no habían olvidado las afrentas que hizo como alcalde y eran vengativos, le decían que se perdiera o de lo contrario lo matarían. “De alguna de las dos te las vamos a cobrar”. Él se vio tan acosado que le dijo a Estela González, su esposa, que no podía resistir el asedio social y se fueron del pueblo a vivir a Medellín. Como a los 3 años regresó aburrido de la ciudad. Las amenazas se repitieron porque no le habían perdonado. Otra vez se fue a Medellín y ya no pudo regresar jamás.
El conservador chusmero Antonio González, Murrungo, se mantuvo escondido en el pueblo confiado en la paz política de Rojas. Aunque se mantenía receloso aun de las incriminaciones de la conciencia colectiva del pueblo. Comenzó a salir y a practicar su afición por la cacería y la pesca. Uno de los lugares que acostumbró fue por los montes de la finca El Pedrero. Él sabía que no corría peligro en eso lugares puestos que Hernán, mi esposo quien administraba la finca, era uno de los conservadores calificados dentro de los buenos. Con el no corría peligro de reproches y menos agresiones, aunque savia que no compartía sus tropelías como Godo. No le era del todo de su agrado que Antonio fuera cazar por esos lares, pues la gente todavía recordaba que Murrungo era visto como malo. Pero lo toleraba por contribuir a la convivencia.
Cuando Antonio tomó más confianza, se arriesgó a bajar hasta la orilla del rio Cauca a pescar. Por esos lados vivían unos liberales vengativos quienes le salieron. Le dijeron que no lo mataban en consideración de los compañeros de pesquería. Pero si volvía, en la próxima oportunidad no quedaría vivo. Se fue del pueblo a vivir a Medellín hasta el final de sus días.

Laureano murió en España exiliado. Rojas debió deponer su mandato por otras razones distintas a las de la violencia. Fue juzgado por el congreso, condenado a prisión que pagó un tiempo en una nave fondeada en el Atlántico. Otro tiempo en una Base de la Fuerza Aérea. remota y en medio de la selva amazónica, Tres Esquinas, en la confluencia del rio Orteguaza con el Caquetá.

La violencia política se terminó en estos lados de Antioquia. Y se inició la violencia guerrillera comunista y liberal en otras partes del país. En especial al sur del Tolima, el Sumapaz al sur de Cundinamarca,  el oriente del Huila y el piedemonte de los llanos orientales por el rio Guayabero, el rio Duda, el rio Caguán y los ríos Pato. Que es otra historia.

“LO QUE NO HEMOS DE REPETIR” -  “LO QUE EL CIELO NO PERDONA”

LIGIA URÁN R.       IVÁN GONZÁLEZ U.

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