CAPITULO
III
LA
IGLESIA EN LA TORMENTA
De
la discordia no se salvó ni la misma iglesia. Había algunos sacerdotes, con muchas
influencias sociales y en la administración de los asuntos públicos, que tomaron partido.
Sus favorecidos eran los conservadores ya que estos promulgaban la
preponderancia de la iglesia en el pueblo. Era el partido que se oponía a las
propuestas que los liberales venían haciendo desde comienzo de siglo por una mayor
intervención del gobierno en varios asuntos sociales. Temas tales como una
reforma al concordato, la educación oficial, la reducción de los privilegios
tributarios de la iglesia, el registro civil de los nacimientos, la celebración
de los matrimonios por vía civil y oficial, y otras cosas que disminuían el poder
eclesial.
Hasta
desde los pulpitos se llegó a incitar la persecución liberal. Se negaban a ese partido o se ponía cortapisas a los bautizos, los matrimonios, la
educación en los colegios religiosos. La mayoría de los colegios eran de la iglesia
que dominaba en ese campo por la deficiencia del gobierno en atender esa
necesidad pública. También se ponían cortapisas a la extrema unción para los moribundos.
Y hasta los servicios fúnebres de los difuntos.
En
este último caso, aun desde antes de la “Vida Mala”, ya se habían dado discriminaciones
espirituales. Un sacerdote que fue muy apreciado por las gentes de Urrao fue el
padre Crespo. Sacerdote que hizo mucho por el mejoramiento social con
educación, caridades, colegios, obras de beneficio colectivo y organización en
general de la comunidad. Tanto fue la gratitud que a su muerte, el pueblo, con la
misma devoción con que había erigido la estatua de Rafael Uribe Uribe, le hizo
otra de igual magnitud para colocar sobre su tumba en el cementerio donde
actualmente se encuentra. Aunque no pudo salvarse en vida de algunos deslices
que son ejemplo histórico para lo que debemos evitar. Como por ejemplo el negar
la inhumación de los difuntos que no estuviesen registrados debidamente como
bautizados y declarados católicos para merecer descansar en el cementerio local
administrado por la parroquia.
Para
comienzo de la década de 1920 los liberales locales se vieron en la obligación
de construir un cementerio de manejo particular. Ser liberal era motivo de
discriminación religiosa aun después de muerto.
Al comienzo solo fue un lote que por ironía era contiguo al Cementerio Católico
que regentaba el párroco. Fue creado, por los liberales para enterrar allí a
quienes se les impedía el acceso al Cementerio Católico, por haberse suicidado,
por ser ateos, comunistas, protestantes, haber muerto sin confesión, excomulgados
o ser visto como delincuentes altamente reconocidos. El mismo que se conoció
como “El Cementerio Libre o Laico”. Casi que quisieron decir “Cementerio
Liberal”, porque los liberales no eran bienvenidos en el católico, que solo
debía ser para los conservadores. Pero el suceso que más promovió su
construcción fue lo acontecido en 1921.
El
general Rafael Barrera, personaje que participó en La Guerra de los Mil Días, se
fue a vivir a Urrao, por recomendación médica. Al morir allí en ese año y
negarle el párroco Ceferino Crespo y García, sacerdote intolerante con las
ideas políticas, a enterrarlo en el cementerio católico por ser liberal, Se le llevó al Cementerio Laico, en medio de una numerosa comitiva. (Durante muchos años los militares declaraban su partido político y sus ideologías sociales. Asunto que fue prohibido años después porque era propiciador a la filtración del partidismo en la milicia. Y fue fatal en las filas de la policía durante la cruel violencia policía de la década de 1950). El acto produjo la ira
del levita y la excomunión de los asistentes. Los partidarios del acto mejoraron
las instalaciones y construyeron una elegante portada con una elaborada reja metálica
a lo largo de la fachada. Parecía competir, por ironía, con la hermosa y similar
que había construido el padre Crespo para el Cementerio Católico siendo ambos
cementerios contiguos.
LA
FACHADA DEL CEMENTERIO LIBRE, LAICO O GENERAL. A LA DERECHA Y POR FUERA DE LA
FOTO, QUEDA LA DEL CATÓLICO EN URRAO
Cuando
años después se terminó la violencia fascista de “La Vida Mala”, el cementerio
fue suprimido por un gobierno conservador del municipio que reflexionó sobre la
inadecuada diferencia, pero su fachada fue demolida. Los fallecidos se
volvieron a enterrar en el católico. En la actualidad no queda nada de esa
obra. Debió dejarse como memorador de épocas pasadas o como mínimo como obra arquitectónica
histórica o de valor estético urbano.
ACTOS
DE PERDÓN
No
todos fueron retrógrados. Después de pasada la época de la Vida Mala se dieron
actos de cordura, reflexión y reconciliación, tanto política como religiosa.
Durante
la era del terror, no pocos liberales debieron refugiarse en los montes
vecinos, algunos haciendo parte de la guerrilla liberal que dirigía el Capitán
Franco. Quienes murieron en combates y era difícil recuperar sus restos o por
negativas de la iglesia, se les daba sepultura en las veredas o en el Cementerio
Libre.
Finaliza
esta dolorosa etapa de nuestra vida nacional y municipal, con la llegada al
poder del militar Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), por golpe de estado
apoyado por sectores del partido liberal y conservador. En general la burguesía que se dio cuenta que era incapaz de gobernar y mantener el orden. La misma que, luego, en 1957 paralizó el país con una huelga patronal para derrocarlo porque se estaba haciendo demasiado fuerte políticamente y les impedía regresar la dominio de la nación.
Se vio la necesidad de
trasladar los restos de los familiares muertos, al tradicional cementerio católico
local. Eso unificaba las mentalidades en el criterio de que después de muertos
no debían prolongarse las diferencias tenidas en vida. Para el efecto y de
acuerdo con el samaritano párroco, Manuel Arcila, fueron exhumadas tanto las tumbas de
las veredas, montes y las del Cementerio Libre. Los despojos fueron trasladados a la
población en donde se les hacía la velación y llevados al camposanto. Eran concurridos
y tristes desfiles conocidos como “entierros colectivos”.
UNO
DE LOS ENTIERROS COLECTIVOS EN URRAO
Se
dice que allí iban los restos de Luis Delio Mejía, más conocido como El Míster.
Legendario guerrillero liberal muerto en combate. Y Lino Porras, educador
fusilado por las tropas del gobierno, quien compuso cantos y poesías sobre la
Vida Mala, y muchos otros. (Continua).
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