AERONAUTAS Y CRONISTAS

domingo, 25 de agosto de 2013

LAS DELICIAS (V)




LAS DELICIAS (V)



OTRA PREOCUPACION.



Además de la base de la Infantería de Aviación en el municipio de Solano, otra unidad amiga, que nos preocupaba, era la Base Militar de las Delicias, a cargo del Ejército Nacional y bajo el mando directo del Batallón de la Tagua.



La base militar de Las Delicias está ubicada a medio camino, entre el GASUR y el caserío de la Tagua. Del GASUR aproximadamente a unos 60 km hacia el sur y del Batallón de la Tagua unos 80 hacia el norte en la margen derecha sobre el río Caquetá, jurisdicción del Putumayo, ya que el rio es la frontera entre los dos departamentos. Esa ubicación proviene desde cuando el coronel Herber Boy creó las Bases Auxiliares para los hidroaviones tales como la de Curiplalla, Puerto Boy, el Encanto y otras, actualmente desaparecidas y de las cuales solo queda los nombres y restos de equipos en abandono copados por la selva. Labor necesaria durante el conflicto fronterizo, incitado por los caucheros de la Casa Arana.





EL ANTIGUO PUERTO BOY DE 1933. PRECURSOR DE LAS DELICIAS

El único medio de comunicación para llegar a ella, en caso de requerirse un apoyo militar de carácter rápido, es sobrevolando. En segundo término, navegando por el rio y por tierra es imposible. No hay carreteras ni facilidad para aterrizaje de aviones ni disponíamos de hidroaviones. Existían algunas trochas y algunos estrechos ríos por los cuales se puede llegar, pero eso sólo se logra empleando mucho tiempo y en forma lenta. Tal como lo hacen los pocos colonos que habitan en la región en un aislamiento casi total. Población que también era controlada y sometida por la insurgencia para sus propósitos terroristas.



Durante el primer semestre de 1996, aprovechando que el comandante del Batallón de la Tagua pasaba por el GASUR, le sugerimos evaluar la posibilidad de replegar dicha base debido a la vulnerabilidad que le veíamos. Nos dijo que lo consideraría aunque era bastante improbable ya que, según él, suelen ser decisiones que debían tomar los altos mandos en Bogotá y que no estaban dentro de su autonomía y sus posibilidades. Y mucho menos que él debía tomar por su cuenta.



Confirmaba la regla de que todo debía ser decidido por los superiores a nivel Bogotá. También nuestras dudas sobre la recomendación. La cual no fue vista con razonables motivos para darle el merecido valor. Habíamos sido compañeros de estudios y ante esa relación anterior, a si fuese somera, nos sentíamos con derecho a hacer ese tipo de sugerencias aprovechando la amistad que se da entre alumnos de una misma clase.



Habíamos tenido la oportunidad de apreciar su personalidad y su perfil de oficial para el comando de unidades mayores. Su actitud era el de las personas que nunca toman iniciativas por sí mismas y son ciegamente subordinadas evitando la valoración de las circunstancias. Las que solo piensan que nunca serán responsables de ningún error si se limitan a cumplir mecánicamente una misión en los detalles más mínimos, así eso sea la pérdida del objetivo.

El de los que creen que lo único correcto es no agregar su creatividad según los hechos, las circunstancias del momento y las características del lugar para mejorar los resultados y cumplir la misión de la mejor manera, aun por fuera de la meticulosidad ordenada.     

De todas formas, esta unidad nos preocupaba tanto como la de La Chorrera o la de la Araracuara, que se encuentran a mayor distancia y con menos posibilidades de apoyo todavía.



Años después y según la investigación que se hizo sobre el desastre, es razonable pensar que el comandante del batallón de la Tagua había sido también, como se creyó actuar con nosotros, nombrado en ese destino por las evidentes incompetencias de comando a manera de castigo, cuando, al contrario, en estos puntos de confrontación debe ser asignados los idóneos. Es factible deducir, porque era otra de las costumbres habituales, que el concepto no favorable inmediatamente anterior como Comandante del Batallón Colombia en el Sinaí, fue motivo para enviarlo a ese remoto lugar a manera de retaliación profesional por su pobre resultado. Allí la vida no era tan cómoda, se le aislaría institucionalmente y era una de las unidades de mayor peligro en el país. Cuando al contrario debió ser el motivo para asignarle cargos de tipo administrativo y de menor responsabilidad de combate. O en caso tal evaluar su continuidad profesional.



El hecho es que el desastre se sintió hasta el otro lado del mundo. Sus superiores cuando fue comandante del Batallón Colombia como parte de las Fuerzas de Paz que mantienen el equilibrio entre los dos contrincantes en la guerra del medio oriente, especialmente Egipto e Israel, le observaron deficiencias profesionales. Cuando terminó su comisión el concepto emitido por ellos recomendaba que no debiera ser asignado en un cargo donde tuviese mando de tropas. Justo lo contrario de lo que hicieron los altos mandos colombianos a su llegada.



Por eso al comandante entrante del Batallón Colombia le asignaron claramente la misión primordial de recobrar el prestigio del batallón ya que se encontraba en unas condiciones de desempeño deplorables. Hasta el punto que los altos mandos de las fuerzas internacionales combinadas de paz en ese lugar del planeta vieron que el prestigio general se había degradado como consecuencia del desempeño de ese oficial.



Cuando esos comandante se enteraron de los resultados negativos del combate de Las Delicias, expresaron diplomáticamente sus condolencias y solidaridad a los Soldados colombianos del Batallón Colombia por la pérdida de sus compañeros. Pero a sus comandantes, en forma personal, le demostraron su alterado disgusto por no haber tenido en cuenta el concepto de desempeño enviado a los altos mandos del Ejército colombiano sobre el oficial. Y porque lo acontecido confirmaba su apreciación. Pensaron que, en cierta forma, habían previsto que bajo el mando de un oficial de ese perfil podían suceder dolorosos desastres militares.



Por otro lado creemos, para darle oportunidad a las dudas, que también fue una casualidad, si queremos atribuirlo a la suerte, que comandantes a medio mundo de distancia habían abrigado dudas razonables similares como las que habíamos presumido cuando le propusimos replegar la base militar de Las Delicias.           



LA INFLUENCIA DE LAS OPERACIONES ENTRE REGIONES. OPERACIÓNES CONQUISTA



Desde otro ángulo geopolítico más amplio, lo que acontecía en la región no era ajeno ni estaba aislado del resto de la región y la realidad nacional En el año 96, la opinión y los medios de comunicación social, comenzaron a develar el grave problema que se presentaba en la frontera amazónica relacionado con el fortalecimiento de la insurgencia, alimentada con los dineros de narcotráfico. Los análisis obligaron al gobierno a concentrar su atención, especialmente en la región del Guaviare, ignorando completamente que igual fenómeno y en mayor magnitud se presentaba en la región del Caquetá.



De todas formas, por determinación del poder político, presionado por intereses extranjeros, las Fuerzas Militares ordenaron la famosa operación Conquista, en la región del Guaviare. En ese tiempo era comandada por un general intelectual, inquieto por los análisis sicosociales, mucho espíritu combativo, capacidad operacional y de una amplia visión nacional. La problemática narcosubversiva en el Guaviare era grave y sin temor a duda afirmamos que la del Caquetá era mayor. Pero a esta última no se le prestaba mucha tensión. Después, el teatro de operaciones y el interés nacional saltaría como un relámpago del Guaviare al Caquetá. Las verdades y los argumentos que pregonamos, para que no se nos privara del equipo aeronáutico, seria evidente por sí misma.



En el planeamiento de la operación, el comandante detectó que la operación en el Guaviare fracasaría o tendría resultados muy pobres, si no se ejecutaba una operación simultánea de contención en la región del Caquetá, colindante, por el occidente, con el Guaviare. Por esa razón y como no disponía de los recursos militares necesarios para hacer su propio cierre, pidió a sus superiores, ordenar al comandante militar del Caquetá, adelantar otra operación similar de cierre forzado. Así no fuese de igual magnitud como la operación fundamental ofensiva en el Guaviare pero indispensable. La dimensión de ambas operaciones exigía una coordinación de nivel regional, que implicaba una concepción de nivel estratégico.



LAS OPERACIONES.



La operación del Caquetá se centró en una contención activa. Con ello evitaría la fuga del enemigo cuando se viese presionado en el Guaviare con la ofensiva. Lo más factible, era que se desplazara al occidente, por ser el otro centro vital de sus intereses económicos y donde disponía de recursos logísticos, en espera de amortiguar la arremetida. Por ello la operación del Guaviare se denominó Operación Conquista 1 y Conquista 2 la del Caquetá.



Esta última implicaba la intervención de la que acostumbrábamos denominar como Base Aérea de Tres Esquinas, pero realmente solo era un Grupo Aéreo, el menor rango dentro de la clasificación de las unidades aéreas. La razón era su conformación como unidad básica, sin ninguna capacidad estratégica. Era para apoyo o mínima presencia de gobierno, pero con funciones para el orden público interno. Solo en los últimos años se le consideró y se iniciaron tareas preparatorias para combatir el narcotráfico de manera más definida. De todas formas era el único recurso disponible en el área para la operación Conquista 2, por su posición geográfica.





AVION C 47 FAC. AVION DE APOYO LOGÍSTICO PARA LA BASE NAVAL DE PUERTO LEGUÍZAMO, LA BASE DE TRES ESQUINAS Y LA BRIGADA 12 DEL EJÉRCITO EN FLORENCIA.



El GASUR era el lugar, con facilidades militares, más próxima a la parte media del río Caguán y, en especial, del objetivo central de la operación Conquista 2, la población de Remolinos del Caguán. Es por ello que el comandante de la Brigada 12, acantonada en Florencia, capital del Caquetá, desplazó tropas y el puesto de mando a GASUR, donde se le apoyó con las máximas facilidades disponibles.



ORDENES SORPRESIVAS



En GASUR fuimos sorprendidos con esas operaciones ya que eran muy secretas y elaboradas sólo en el íntimo entorno del Ejército que, aunque necesitaba nuestra colaboración, no nos fueron compartidas con antelación. Se daba evidente desconfianza entre fuerzas y hasta celos institucionales, en especial con el manejo de la información de inteligencia. Se tenían muchas prevenciones y se creía que las consecuencias de la improvisación, debida a la inadecuada reserva con la información, se podían amortiguar y corregir a fuerza de simple uso de la autoridad.

De no haber sido inapropiado el hermetismo, se habrían podido prever y destacar apoyos aéreos, en especial helicópteros, para su ejecución. Por lo cual lamentamos más la grave reducción del componente aéreo que se había ordenado el año anterior, según lo ya mencionado. Sin embargo, seguimos adelante con todo el mayor empeño, ya que veíamos que era una necesidad fundamental del orden nacional.



Rápidamente, la operación Conquista 2 se planeó geográficamente en los tres sectores naturales del río Caguán. El sector norte, comprendido entre las poblaciones de San Vicente, cubierto por el Batallón Cazadores y Cartagena del Chairá, con una Base Militar. El sector medio entre Cartagena y la población de Remolinos, que sería cubierto por tropas de Florencia que se desplazaron hacia Cartagena. Allí se embarcaron por el río hacia el sur hasta llegar a la población de Remolinos, lugar próximo al GASUR. Para el sector del bajo Caguán, comprendido entre Remolinos y la desembocadura del río Caguán al río Caquetá, no se tendría ninguna maniobra de movimiento, exceptuando el cierre de la confluencia por parte de las tropas desplazadas por río Caquetá partiendo del batallón de la Tagua hasta ese lugar.



Aproximadamente, a las dos semanas de haberse iniciado las operaciones se había logrado la destrucción de una gran cantidad de laboratorios, capturado señalados terroristas, en especial, quienes manejaban los asuntos financieros, el cobro de vacunas, extorsiones y la cuota del gramaje. El comercio y la economía de la región se vieron afectados puesto que ellos dependían casi en su totalidad del cultivo proceso y comercialización de narcóticos. Se bloquearon los ríos Suncilla y Peneya, fundamentales para los abastecimientos de los delincuentes y terroristas.





DESTRUCCIÓN DE LABORATORIOS



Ante la sorpresiva acción, los narcoterroristas no pudieron desplegar ninguna respuesta armada para contener la arremetida de las Fuerzas Militares. Por el contrario se vieron imposibilitados para apoyar logística y operacionalmente, con maniobras de distracción, la arremetida de la operación Conquista 1 que se ejecutaba en el Guaviare.

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