LAS DELICIAS (III)
LOS INTERESES POLÍTICOS Y DIPLOMÁTICOS.
En los años 90, paradójicamente, quienes se
interesaron por el GASUR, fueron los norteamericanos. Ellos estaban empeñados
en combatir el narcotráfico y para ello necesitaban un punto de lanzamiento de
operaciones que se encontrara en medio de la gigantesca zona cocalera del
Caquetá, la que habían visualizado satelitalmente. Basados en el plan Colombia
contra los narcóticos decidieron poner sus ojos en la vieja y olvidada Base
Aérea de Tres Esquinas, perdida en medio de la jungla.
INSTALACIONES DEL GRUPO AÉREO DEL SUR A
ORILLA DEL ORTEGUAZA
Como la Fuerza Aérea no disponía de recursos
para los trabajos requeridos de infraestructura, la embajada de los Estados
Unidos había contratado dichas obras y para ello había exigido un mínimo de
seguridad. El comandante a quien le recibimos el mando, había iniciado una
serie de reformas de las instalaciones. La principal era la pavimentación de la
pista de aterrizaje, con el fin de mejorar la comunicación y permitir la
llegada de aviones pesados. En especial, durante los fuertes períodos de
invierno, que con frecuencia impedían las operaciones de los vuelos, vitales
para el abastecimiento de la unidad. También para los que requería el apoyo
logístico de la importante base naval fronteriza de la Armada Nacional, en Puerto
Leguízamo, sobre el río Putumayo, en límite con el Perú.
LA SEGURIDAD NECESARIA.
Por razón de la seguridad de las obras, los
norteamericanos pidieron y fue ordenada la creación de la suficiente capacidad defensiva,
por lo cual se conformó la Fuerza de Tarea Conjunta Cándido Leguízamo, FUTACAL.
Para ello, se envió al GASUR, inicialmente, tres Compañías de Contraguerrilla
del Ejército, un Elemento de Combate Fluvial de la Armada Nacional y una
contraguerrilla de la Infantería de Aviación. La FAC aportó un componente aéreo
integrado con un helicóptero liviano artillado, un helicóptero mediano armado, y
un avión mediano bimotor turbohélice. Además de los ya existentes y viejos,
pero muy nobles, resistentes y flexibles Beaver y C-47. Útil para casi todo lo
logístico, menos en capacidad de fuego.
Debido a problemas de incumplimiento de la
ejecución de las obras, por un mal estudio del contratista en el cálculo de las
fuentes geológicas de materiales de construcción, firma de ingenieros antecesora
de las hoy en día muy famosas por contratos fallidos con el estado, las obras
se habían paralizado. En esos lugares es difícil encontrar roca para triturar o
material de aluvión de gran calibre.
Mientras la embajada de los Estados Unidos
entablaba una querella judicial para lograr su culminación y recuperar los
dineros invertidos, empleamos la FUTACAL, en operaciones de defensa del GASUR.
Eso incluía operaciones de área, despliegues en profundidad, presencia para conquista
dominio y control territorial. Usábamos tácticas de despliegues furtivos y
asaltos sorpresivos, que terminaban con repliegues abiertos y relámpagos para
causar impacto sicosocial. El enemigo y los colonos se sorprendían sobre la
forma de como podíamos infiltrar su áreas sin ser detectados y luego sobre como
hacíamos alardes de maniobra y movimiento en las retirada sin poder ser
contenidos. Con ello mortificábamos mucho a la amenaza y le hacíamos perder su
reconocimiento como autoridad dentro de la población local. Les dañábamos sus
planes de organización para fortalecerse en el control social y
desorganizábamos sus objetivos operativos.
BOTE PIRAÑA DE LA INFANTERÍA DE MARINA
DESTACADO EN TRES ESQUINAS
Las operaciones de inteligencia eran muy
difíciles, debido al miedo y el hermetismo al que el enemigo había sometido a
la población. Sospechábamos que era muy factible que estuviésemos despertando
un león dormido. De todas formas no desistimos en mantener una posición media
entre defensiva y ofensiva. Debíamos salir de la extrema pasividad que, con el
tiempo, se había convertido en peligrosa inacción. Eran tímidas operaciones,
debido a los restringidos medios, el desconocimiento de la magnitud de la amenaza
y las pocas fortalezas. Teníamos que aprovechar las escasas oportunidades de
éxito y los sorpresivos blancos de ocasión que fuesen rentables.
LA CAPACIDAD AÉREA DE COMBATE.
Aunque la situación de seguridad era bastante
crítica, denominábamos el lugar con el término de Base Aérea. Más para darnos
cierta preponderancia institucional y automotivación sicológica, igualándonos
con las verdaderas Bases Aéreas, pero sin hacer merito a la verdad. También
para justificar la permanencia de la FUTACAL en vista de la posterior necesidad
de seguridad al proyecto de construcciones y del personal del Cuerpo de
Ingenieros del Ejército norteamericano que hacia la interventoría de las obras.
Y, de refilón, asegurábamos nuestra propia seguridad. Como las obras se habían
paralizado por tiempo considerable, se comenzó a madurar, en el nivel central,
la idea de que era necesario disminuir el dispositivo aéreo. Debía iniciarse
por el mencionado componente aéreo porque era lo que resultaba más oneroso para
el presupuesto de la FAC por ser un costoso equipo de vuelo.
Por esa razón, para el año 95, en forma
gradual, y con una serie de justificaciones separadas para cada decisión que se
tomaba, fueron retirados los dos helicópteros y, finalmente, el avión Araba. Avion
que un principio fue artillado y avion ambulancia. Pero, luego, fue desarmado y
dejado solo en la simple configuración de carguero y lanzador de paracaidistas.
Ante tal circunstancia, dimos todos los argumentos posibles para que eso no
sucediera. Pero finalmente debimos darnos por vencidos por la imposición de la superioridad
sobre la razón. La última explicación que nos dieron fue que era una orden
militar.
AVION ARABA QUE FUE RETIRADO UN AÑO
ANTES DEL COMBATE
El argumento fue que se requerían de ese
equipo volante para conformar un grupo de protección para los altos mandos
militares y políticos colombianos muy amenazados en la capital de la nación. Supusimos
que eso solo era una disculpa. La sospecha la confirmamos después. El real
motivo era la seguridad genérica de las legaciones diplomáticas, pero en
especial la norteamericana. Como el armamento y mucha de la dotación era del famoso
Plan Colombia, los norteamericanos vieron que estaban gastando dinero en algo
que no estaban necesitando ante las suspensión de los trabajos de ingeniería en
GASUR, mientras que la seguridad de sus diplomáticos, en el nivel central, estaba
siendo critica.
Poco tiempo después, en una visita del
embajador norteamericano al GASUR, este se refirió al tema, aunque en forma
rápida y corta, pero suficiente para que supiésemos el motivo, con lo cual confirmamos
que nuestra premonición era acertada.
Ante tal decisión, de tan alta alcurnia y
siendo ésta del mayor interés político, debimos resignarnos a quedarnos sin esas
facilidades. Nos aseguraron que en caso de un ataque seriamos auxiliados como
primera y máxima prioridad. No nos pasaba desapercibido que eso sería poco
factible. Era mucha la distancia a la que nos encontrábamos desde los lugares
de donde podrían salir esos apoyos de combate y las dificultades para llegar
oportunamente a esos lugares. Una fuerza aérea se característica por su largo
alcance y desempeño en profundidad de combate, pero eso tiene sus limitaciones.
Nos era muy claro el perfil del dispositivo de combate de las unidades aéreas amigas
y la realidad nacional.
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