FACTORES HUMANOS QUE SE HAN CONSIDERADO SOBRE EL
DESEMPEÑO DE LA MUJER COMO PILOTO MILITAR (B)
(Tercera parte)
Teniente
Segundo Katrine M. Waterman
Dr. James C. Miller
Fisiología
La
resistencia,
o la resistencia total a la fatiga, es un componente de la fisiología humana
que es importante en nuestra discusión. Tal como se mencionó anteriormente, la
mujer cuenta con más tejido adiposo, o grasa, que el hombre. Este exceso de
tejido puede ser una desventaja cuando el peso del cuerpo de una persona tiene
que moverse ya sea vertical u horizontalmente. Lyons asevera lo siguiente:
“Como promedio, el hombre cuenta con capacidades aeróbicas más altas que la
mujer” (1997). No obstante, dichas deferencias se tornan casi obsoletas cuando
las medidas de utilización de oxígeno (Vo2max) se ajustan para el peso y cuando
el entrenamiento aeróbico vigoroso forma parte de la vida diaria de la
persona”. Lyons destaca que el rendimiento en tareas físicas en las que se
midió el Vo2max no era diferente para el hombre y la mujer cuando el
rendimiento se ajustó al Vo2max.
La
termorregulación
(el mantenimiento constante de la temperatura interna del cuerpo
indistintamente de las influencias del medio ambiente) en la mujer es un tema
de gran inquietud en la cabina. Estudios anteriores han mostrado que la mujer
es mucho menos tolerante a situaciones tensas en ambientes calientes que el
hombre. En respuesta a cargas de calor iguales, la mujer tiende a tener
temperatura central y de la piel más alta, frecuencia cardiaca más alta e
índice de sudor más bajo que el hombre.
En cambio, si bien la mujer
tiende a tener un contenido más alto de tejido adiposo que el hombre, este
aislamiento no las protege en ambientes fríos. En un ambiente caracterizado por
la posible pérdida de calor convectivo alto (cabina), la mujer se enfría más
rápido que el hombre a causa de su relación de zona de superficie alta a masa y
su producción de calor más baja (Kolka, 1997). Si bien la mujer, de hecho, suda
menos que el hombre, las funciones de su cuerpo podrían ser más eficientes, por
lo tanto no necesita sudar tanto.
Además, si la mujer está bien
acondicionada físicamente, “no hay ninguna tendencia termorregulatoria que
justifique excluir a la mujer de tareas militares, tales como volar aviones de
elevadas características” (Kolka, 1997). El acondicionamiento aeróbico, la
condición de aclimatación, la hora del día, la hidratación y la fase del ciclo
menstrual pueden incidir en la termorregulación de la mujer (Kolka, 1997).
Estos temas deben tratarse al observar las diferencias entre los géneros en los
resultados termorregulatorios en el entorno de la aviación.
Salud
La
mayor inquietud
médica que confronta la mujer piloto es el embarazo, en particular, el efecto
en el feto y la capacidad de rendimiento de una piloto embarazada. La
posibilidad de daños al feto durante las operaciones de vuelo es la mayor
inquietud en permitirle o no a la mujer el acceso ilimitado a todas las
misiones de vuelo militares (Lyons, 1992).
Exposición a la radiación es
siempre un riesgo al volar (tanto para el hombre como para la mujer),
especialmente a grandes altitudes. La radiación puede ocasionar malformación
congénita y retraso mental al feto durante las etapas más tempranas del
embarazo. El calor también podría constituir un problema para la piloto
embarazada. No obstante, la temperatura del cuerpo debe alcanzar los 102oF
antes de que ocurra algún daño al feto.
Mediante las investigaciones
se ha mostrado que la mujer embarazada cuenta con una tolerancia a las G reducida,
a causa de la tensión que el embarazo ocasiona en su cuerpo. El aumento de peso
también es un resultado del embarazo que puede obstaculizar a una piloto.
Además, algunas mujeres experimentan problemas psiquiátricos que pueden ocurrir
durante el embarazo y que, obviamente, afectarían su capacidad para volar
durante este tiempo. Por lo tanto, se han impuesto algunas restricciones a las
mujeres que vuelan ciertos tipos de misiones.
Primero, la mujer piloto tiene
que estar bajo tratamiento de control de la natalidad cuando no está intentado,
específicamente, quedar embarazada. Además, la mujer no puede volar durante las
13 primeras semanas del embarazo ni durante las últimas 16 semanas. La mujer
puede volar, si se siente cómoda y segura, entre la 13ava semana y 24ava semana
del embarazo (Schwietz, 1999). La mujer piloto debe acatar ciertas
restricciones si vuela mientras está embarazada, pero el embarazo no constituye
un motivo para que no pueda volar durante el periodo completo de nueve meses.
Otro
tema de salud
de interés es el ciclo menstrual de la mujer. Es dudoso si el ciclo menstrual
se ve interrumpido o no, o que ocurren irregularidades, a causa del vuelo.
Según Schwietz (1999), no hay investigación médica que sugiera que el ciclo
menstrual se ve afectado por el cambio en el ritmo circadiano u otras
experiencias relacionadas con el vuelo. En cambio, la mujer tiene que estar
consciente que podría experimentar efectos ocasionados por el ciclo menstrual
que podrían interrumpir un horario de vuelo.
Por ejemplo, el agotamiento en
exceso (físico y mental), distintos hábitos de comer, músculos adoloridos y
dolores de cabeza. No obstante, dichos efectos no constituyen un problema para
todas las mujeres. Los efectos del ciclo menstrual dependen de la persona.
La
contaminación.
De interés tanto para el hombre como la mujer en el mundo de la aviación
militar es la exposición al JP4, el combustible tóxico de los aviones de
reacción. En el libro titulado (Chemical Hazards of the Workplace) Peligros químicos en el lugar de trabajo, se
esbozan algunos de los problemas relacionados con el JP4, el benceno. Si el JP4
se absorbe a través de la piel o se inhala, puede ocasionar depresión al
sistema nervioso central y depresión al sistema hematopoyético. Además, aumenta
las posibilidades de leucemia y mieloma múltiple. El resultado tóxico más
significativo del benceno es lesiones a la médula ósea que pueden ser
irreversibles. Tanto el hombre como la mujer están igual de sujetos a los
síntomas descritos anteriormente.
Sicología
Aprendizaje.
Hasta este
punto nos hemos concentrado en la posibilidad de diferencias físicas y
conductuales entre el hombre y la mujer que son importantes para el vuelo.
Quizás uno de los temas más importantes que se debe analizar es cómo aprenden a
volar el hombre y la mujer. ¿Hay alguna diferencia entre los géneros en la
capacidad de aprender a volar un avión y tomar las decisiones necesarias
durante el vuelo? Todos estamos familiarizados con el estereotipo de que se
supone que los varones sean más analíticos, lógicos y reflexionen al pensar;
mientras que las hembras son más emotivas, impulsivas e intuitivas (Moursund,
1976). Moursund alega que, esencialmente, estos estereotipos son verdaderos:
Estas diferencias no se notan en niños con menos de 9
años de edad. Por lo tanto, es posible que dichas diferencias cognoscitivas de
género se aprenden, parcialmente, una vez que el niño avanza en edad. No
obstante, la obra de Dawson (1972), también sugiere que los niveles de
andrógeno prenatal en el cerebro ocasiona que el hombre cuente con mayores
capacidades cognoscitivas espaciales y numéricas.
Otra manera de analizar estas
diferencias cognoscitivas entre los géneros es que el mismo estilo cognoscitivo
tiene implicaciones diferentes para el hombre y la mujer. Moursund explica este
punto de la siguiente manera:
Es decir, un estilo o patrón de preferencia que sea útil
o se adapte o facilite el aprendizaje entre los hombres podría tener un
resultado opuesto entre las mujeres ya sea por motivos culturales o en virtud
de los resultados interactivos de otras variantes relacionadas con el género.
Durante los primeros años, a
las niñas se les recompensa por ciertos comportamientos por los cuales se
castigaría a los niños. Por otra parte, un determinado estilo cognoscitivo
podría ser más útil para hacer una tarea más “masculina” versus una tarea más
“femenina”.
Moursund explica que hay
diferencias en la manera como piensan el hombre y la mujer, pero que dichas
diferencias no serían significativas en el ámbito cognoscitivo. Un género puede
tener más inclinación para llevar a cabo un tipo de tarea, pero eso de ninguna
manera excluye al otro género de hacer la misma tarea igual o mejor. En un
promedio, las niñas tienden a tomar clases de música, arte y literatura
mientras que los niños prefieren tomar clases de matemática y ciencias.
En la escuela primaria, los
niños por lo regular tienen calificaciones más altas en las pruebas de
matemática, mientras que las niñas obtienen mejores calificaciones en las pruebas
de comprensión del lenguaje. Pero, en general, las niñas tienen mejores
calificaciones que los niños (Goodwing y Klausmeier, 1966). Por lo tanto, por
algún motivo u otro, parece que cada género tiene asignado tareas cognoscitivas
en las que se supone sean mejores, pero no podemos probar que cualquiera de los
géneros es exclusiva o significativamente mejor que el otro en cualquier tarea
cognoscitiva.
Un estudio realizado por
Carretta y Malcolm Ree en la Base Aérea Brooks tuvo que ver con la adquisición de
destrezas de piloto de hombres y mujeres. 3,369 hombres oficiales de la USAF y
59 mujeres oficiales de la USAF fueron observados mientras completaban 53
semanas de capacitación básica para pilotos desde 1981 hasta 1993. A causa del
muestreo pequeño de mujeres, los resultados fueron experimentales, pero útiles.
Los resultados revelaron que
la capacidad cognoscitiva general (G) tenía una influencia directa en la
adquisición de conocimiento del trabajo; sin embargo, G tenía un resultado
indirecto en las destrezas de vuelo en sí. La influencia de G fue más fuerte en
el muestreo de mujeres que en el de los hombres. Además, la relación entre
conocimiento previo del trabajo y rendimiento de vuelo fue más fuerte para la
mujer que para el hombre. Las destrezas de vuelo iniciales influenciaron, en
gran medida, las destrezas de vuelo posteriores para ambos géneros. El estudio
concluyó que, “No se puede sustentar el contar con planes de estudio para cada
género” (Carretta y Ree, 1997).
¿Qué significa todo esto en la
cabina? La formación de pilotos y el vuelo en sí exigen un entendimiento a
cabalidad de la matemática y una cognición espacial fuerte. En general, el
hombre, por cualesquier razón, por lo regular cuenta con más experiencia en
estos campos que la mujer, antes de la formación para pilotos. Pero la mujer es
completamente capaz de aprender las destrezas necesarias para volar. Su género
no socava su capacidad para aprender los conceptos necesarios.
La única diferencia podría
radicar en que ciertos individuos (hombres o mujeres) tendrían que trabajar más
arduamente que sus colegas para entender los conceptos que se presentan durante
el vuelo, pero esto es cierto en toda disciplina. Para entender mejor la
posibilidad de las diferencias cognoscitivas en los aspectos que son
importantes para el vuelo, se deben llevar a cabo más investigaciones con
respecto a las diferencias entre el hombre y la mujer en aquellos temas
cognoscitivos exactos que tengan que ver con el vuelo.
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