AERONAUTAS Y CRONISTAS

jueves, 18 de julio de 2013

MUJER PILOTO II



Como algunos amigos aeronáuticos me han solicitado agilizar más información al respecto de la participación de la mujer en la aviación militar, les adelanto la segunda parte
FACTORES HUMANOS QUE SE HAN CONSIDERADO SOBRE EL DESEMPEÑO DE LA MUJER COMO PILOTO MILITAR



(Segunda parte)



Composición del Cuerpo



La composición diferente del cuerpo de la mujer y del hombre tiene que tomarse en cuenta para poder entender posibles áreas de inquietud para la mujer piloto. En general, el fluido total del cuerpo y el peso esquelético de la mujer adulta es menos que el del hombre (Van De Graff, 1998). No obstante, la mujer cuenta con un porcentaje mucho más alto de grasa en el cuerpo (tejido adiposo) que el hombre. El peso absoluto del cuerpo de la mujer promedio de 25 años de edad es aproximadamente 55 Kg. De dicho peso, sólo 42 Kg (70%) es peso magro del cuerpo, con 17.9 Kg (29.8%) de grasa en el cuerpo y 4.4 Kg (7.3%) de peso esquelético. El hombre promedio de 25 años de edad cuenta con un peso absoluto del cuerpo de 70 Kg, con 56.3 Kg (80.4%) de peso magro. Del peso total del cuerpo de un hombre, 13.7 Kg (19.6%) es grasa y 5.8 Kg (8.3%) es peso esquelético.



El hombre y la mujer tienen las mismas proporciones de músculos y huesos. Sin embargo, el hombre tiene músculos más fuertes y más grandes que pesan más. Los huesos del hombre también son más grandes. La mujer es más pequeña con más grasa en el cuerpo relativa. Y, en vista de que la mujer es más pequeña con menos músculos y más tejido adiposo que el hombre, hay cierta inquietud de que no está formada físicamente para volar un avión. No obstante, hasta la fecha ningún estudio ha mostrado que la diferencia en la composición del cuerpo entre el hombre y la mujer es significativa y que debería descalificar a la mujer de la cabina.



Antropometría



Entre ambos géneros, hay diferencias en la estructura del cuerpo. En general, el hombre es más alto y cuenta con mayor longitud de brazo y pierna con relación a la longitud del cuerpo de la mujer. La mujer tiende a tener caderas más anchas y hombros más angostos (Greenhorn y Stevenson, 1997). Las manos más pequeñas es también una característica general de la mujer.



La estructura más pequeña y la masa del cuerpo de la mujer inciden en la fortaleza del cuerpo. Greenhorn y Stevenson definen la fortaleza como “la capacidad máxima de aplicar o resistir la fuerza”. Por lo regular, a causa de la estructura de su cuerpo, la mujer tiene menos fortaleza que el hombre. Las diferencias en fortalezas son más pronunciadas en las extremidades superiores que en las inferiores. Las medidas de fortaleza de la mujer para sus extremidades superiores oscilaron entre 35 al 79% de la fortaleza de la parte superior del cuerpo del hombre (Laubach, 1976). La fortaleza en las extremidades inferiores de la mujer fue del 37 al 70% de las del hombre.



A pesar de las diferencias obvias en las capacidades de fortaleza entre los géneros, la fortaleza del hombre y la mujer se traslapan en algunas áreas comunes. Exactamente cuánto traslapo hay depende de cuáles grupos de músculos se están analizando y cuáles tareas se están llevando a cabo. No obstante, “se puede esperar que alrededor de un tercio de las mujeres posean fortaleza muscular que esté dentro del porcentaje de la fortaleza muscular de los hombres” (Greenhorn y Stevenson, 1997).



Incorporar a la mujer al mundo de la aviación militar trae consigo temas relacionados con cuán bien le queda el equipo apropiado (Self, 1999). En el equipo protector contra agentes químicos, los guantes son, por lo regular, bastante grandes para la mujer. Recientemente, los monos de vuelo y los trajes anti-G se están confeccionando a la medida y probando para personas más pequeñas. La máscara de oxígeno de la tripulación fue diseñada para el hombre promedio, no la mujer promedio. Por lo tanto, las máscaras de la cara son, por lo regular, demasiado grandes para la mujer piloto promedio. Además, los asientos de expulsión en los aviones de combate están diseñados para el hombre promedio, quien es más grande que la mujer promedio. Los nuevos diseños y la tecnología nueva están mejorando la manera en que el equipo entalla, dándole a la mujer una oportunidad en la cabina.



Biomecánica



La biomecánica es el estudio del cuerpo humano en movimiento. La flexibilidad es un componente de la biomecánica que podría ser un tema importante en la aviación. La flexibilidad puede disminuir el riesgo de las lesiones musculoesqueléticas durante el lanzamiento. Por lo regular, la mujer posee un régimen de flexibilidad mucho mayor que el hombre (Greenhorn y Stevenson, 1997), por lo tanto, la biomecánica del cuerpo de una mujer podría estar mejor adaptada para una carrera de piloto aviador que la de un hombre. Pero, se necesitan más investigaciones para poder sustentar esta opinión. Las diferencias de flexibilidad entre ambos géneros sí sugieren que “cada género tiene que adoptar sus propios métodos para lograr la productividad máxima, a la vez que mantiene las lesiones a un mínimo” (Greenhorn y Stevenson, 1997).



Otro tema relacionado con la biomecánica es la tolerancia a la aceleración. Una teoría incorrecta común es que la mujer es más tolerante a las fuerzas de gravedad que el hombre. Los grupos de hombres y mujeres bajo estudio que reportaron estos resultados iniciales no eran similares. La mujer bajo estudio era más baja que el hombre, por lo tanto desde un principio pudo haber una predisposición. No podemos estar seguros que los resultados de este estudio no fueron a causa del hecho que, en el mismo estudio, las mujeres eran más bajas que los hombres. Por lo tanto, debemos considerar hacer más investigaciones sobre el tema de la tolerancia a las G para ambos géneros.



En un estudio que se llevó a cabo en la Base Aérea Brooks en 1986, se analizó las diferencias en la tolerancia a las +Gz (Gillingham, Cristy, Schade, Jackson y Gilstrap). Ciento dos mujeres pertenecientes a la Fuerza Aérea, ya sea estudiantes en la Escuela de Medicina Aerospacial de la Fuerza Aérea (USAFSAM) o personal permanente, fueron sometidas a pruebas de tolerancia a las +Gz en la centrífuga en la Base Aérea Brooks. Físicamente, la mujer que se empleó en este estudio tenía que cumplir con todos los patrones de vuelo Clase III de la USAF. Los resultados obtenidos de este experimento se compararon con los resultados de experimentos similares de 139 hombres. La investigación reveló que la tolerancia a las G del hombre y de la mujer era esencialmente igual, “según lo sustentado por la falta de cualquier diferencia que incluso se aproxime a un significado estadístico” (Gillingham, Cristy, Schade, Jackson y Gilstrap, 1986).



No obstante, hubo algunos factores que sí afectaron la tolerancia a las G en ambos géneros. Para ambos géneros, el peso estaba directamente en proporción a la tolerancia a las G. Una mayor actividad física fue asociada con más tolerancia a las G para ambos géneros. Y, el hallazgo más importante fue que la tolerancia a la aceleración era en proporción inversa a la estatura.



Gillingham explica sus hallazgos de la siguiente manera: “si las diferencias en la estatura entre los hombres y las mujeres, como grupo, fuesen eliminadas, la tolerancia a las G de las mujeres serían más baja que la de los hombres” (1986). Por lo tanto, se halló que la tolerancia a las G de la mujer era aproximadamente 1/2 G menos que la del hombre, pero la diferencia en estatura entre los géneros puede lograr que las tolerancias a las G sean iguales. Incluso con estos hallazgos, Gillingham concluyó que la tolerancia a las G de la mujer es igual a la del hombre y que no hay motivo para excluirla del vuelo militar por la razón de menos tolerancia a las G.



Gillingham, Cristy, Schade, Jackson y Gilstrap también recopilaron datos de investigaciones en la centrífuga. Las sujetos femeninas en este estudio tenían una tasa de éxito en la centrífuga de 88%, es decir, el 88% de las mujeres completaron todo el adiestramiento en la centrífuga. Los hombres obtuvieron una tasa de éxito de tan sólo el 81%. No obstante, los experimentadores no pudieron mostrar que la diferencia entre las tasas de éxito entre ambos géneros era estadísticamente significativa. La cinetosis ocurrió en el 35% de las sujetos femeninas y en el 45% de los perfiles masculinos.

Por lo tanto, el estudio concluyó lo siguiente: “Las tolerancias a las G intrínsecas del hombre y la mujer, según fueron medidas mediante las pruebas en la centrífuga con perfiles a las G estandarizados y los puntos finales de tolerancia, son esencialmente iguales” (Gillingham, Cristy, Schade, Jackson y Gilstrap, 1986). Ellos informaron que no hay deficiencias en la mujer en cuanto a la tolerancia a las G, por lo tanto a la mujer no se le debe excluir del mundo de la aviación con base en la tolerancia a las G.



En el adiestramiento en la centrífuga, que es necesario para todos los pilotos de combate, en la Base Aérea Holloman, Nuevo México, el rendimiento de la mujer ha sido igual, o mejor que el del hombre (Hover, 1999). Sin embargo, la experiencia nos muestra que la mujer tiene más problemas que el hombre al tolerar la aceleración en el campo táctico de la actualidad, v.gr., tener que virar la cabeza, volar y aplicar las G al mismo tiempo. Por lo tanto, se han agregado más ejercicios tácticos al adiestramiento en la centrífuga y ahora el rendimiento de la mujer es igual al del hombre.

Si bien hay variaciones entre ambos géneros, ninguna investigación ha probado a cabalidad que la mujer es menos capaz que el hombre de desempeñar una carrera de vuelo militar a causa de la biomecánica. Se debe llevar a cabo más estudios para sustentar cualquiera de las dos opiniones.

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