CRÓNICAS
DEL PADRE ANTONIO MARÍA PALACIO
PARTE
(III)
PERFUMADA
MANIGUA.
Presentando
a la vista todo una combinación de los colores en todos los tonos y el olfato
una mezcla de sus aromas. Estos perfumes combinados sólo se perciben en la
selva. Y sólo, de vez en cuando y de tarde en tarde, cuando al andar de los
caminos se percibe por una ráfaga de viento que de un bosque cercano nos trae
sus perfumes y nos hace sentir una combinación de esencias agradablemente raras
que nos hace detener en el camino y aspirar profundo.
FAUNA,
RÍOS Y MEDICINAS
Enjambres
de abejas al par que colibríes de plumaje verde esmeralda y oro, se ven en
compañía de millares de mariposas cuyas brillantes alas se combinan con los
pétalos de las flores. Ardillas y bandadas de monos saltan de un árbol a otro y
cogen los dulces frutos que éstos les ofrecen en abundancia.
Existe
la abeja Conga que es un poco más grande que la abeja de Castilla y también más
brava que ella. Esta abeja es la que produce la llamada brea chocoana. La
hormiga llamada que es negra, andan siempre sola y mide una pulgada de largo.
Es muy brava. Me aseguraron que cuando pica produce una fiebre que dura tres
días.
Ríos
de aguas cristalinas riegan estas tierras con remanso tan trasparentes que
dejan ver perfectamente las arenas de sus fondos donde se ven pasar y pasar,
como sombras de plata, grandes Sábalos que, sin temor a nadie porque nadie los
perturba en aquellas soledades, juguetean con el líquido elemento.
En
aquellas celdas hay plantas de alto valor medicinal. Y los indios que son los
únicos que habitan y recorrer aquellas selvas son los mejores conocedores en
botánica. Hechos por tradición, necesidad y experiencia, saben cuáles son las
plantas que poseen propiedades curativas y cuales efectos nocivos. Son expertos
en aprovechar y aplicar sus cualidades. A los indios no les dan caries en los
dientes porque ellos mascan el bejuco Curadiente. Y esto los preserva que se
les dañe la dentadura. Al indio no se le encanece el cabello con la vejez ni
tampoco lo ataca la calvicie, por qué él sabe usar las plantas que previenen y
atacan las enfermedades. En mi vida sacerdotal he tenido que tratar a muchos de
los indios y nunca he visto ni oído que los indios sean atacados por el cáncer.
Los indios no tienen más medios ni botica que sus plantas medicinales. Sin
embargo son los que alcanzan más larga vida y resisten y se conservan mejor y
más sanos.
El
guia Belisario Torres conocía las plantas medicinales y me las mostraba. Me
decía cómo se llamaban y para qué servían. La Pata de Lancha cuyas hojas
suministradas en bebidas son un remedio infalible contra el paludismo. Está
también el arbusto llamado Trompeta cuyo jugo extraído de sus semillas es
eficaz contra el eccema. El bejuco un llamado Guaco que se emplean contra el
efecto de las mordeduras de las serpientes. El bejuco Yagé que los indios usan
para provocar alucinaciones en el individuo que lo toma.
Me
mostró un árbol cuyo nombre no recuerdo y me aseguró que si uno toma una hoja y
la restregar entre las manos y las acerca a la nariz, de inmediato, le provoca
una abundante hemorragia nasal. También otro que al restregar sus hojas le detiene
la hemorragia provocada por el primero. También el Floripondio al que también
llamamos Borrachero a causa del excesivo perfume que emana de sus flores. Hay
tres clases de Borracheros en aquellas selvas. Unos producen flores blancas,
amarillas o Rojas. El de flores blancas es muy similar a la Azucena y sólo les
dura un día. El de flores amarillas es igual en tamaño a las blancas y las
Rojas un poco más pequeñas. Las flores blancas produce una semilla negra que
cercadas y molidas se usan para hacer el llamado Cacao Sabanero con el que los
apaches adormecen a sus víctimas para robarles. No conozco las propiedades del Borrachero
amarillo. Del Borrachero rojo los indios hace una bebida que llaman Tonga que
se suministrará a un individuo para ponerlo energúmeno y tener alucinaciones.
EL
ÁRBOL MANZANILLO
Cuando
uno lo toca le produce un fuerte escozor y se les llena el cuerpo de unos
granitos rojos produciendo fiebres durante tres días y tan hinchado que uno
parece un sapo toreado. El árbol llamado Curbaril crece bastante y produce una
resina llamada anime que cuando está seca y se echa al fuego produce abundante
humo blanco y perfuma el ambiente con un aroma embriagador que huele mejor que
el incienso y tan suave como la mirra. Es un bálsamo aunque de perfume diferente.
Adoradilla, que no debe confundirse con el helechos del mismo nombre. Ese es un
musgo de hilos como de 20 cm de largo. Es del color de la seda verde, es muy
oloroso y tan suave como la seda. Los indios supersticiosos la usan en sus
filtros amorosos.
El
13 de junio 1948 llegamos al río Sábalo. Sus terrenos pertenecen a la
jurisdicción de Dabeiba. El día 14 llegamos al Tambo del indio Juan Caruya que
vivía no lejos del río Tuburidó. Juan era un indio acomodado pues tenía una
cementera de plátano maíz yuca y un poco de caña dulce además de gallinas,
cerdos, patos y tiseos que de noche dormían debajo del tambo. En 1000 segundo
piso del tambo tenía un fogón de tres piedras y un gran tronco llamado el
madrino que le cedía de ciento al fogón y que de la noche le cubría la punta
candente con ceniza y rescoldo para conservar el fuego hasta el otro día. Piso
se almacenaban racimos de plátano y maíz porque él salón también servía de
troja. Para él día siguiente de la correría nos dio un almud de maíz para de la
india nos hiciera unas arepas para qué llevaremos de fiambre.
El
día 15 amanecí con una fiebre. El indio se fue a casar y antes de salir de
encargo a la india que me cuidara y le entregó un manojito de ramas para qué me
hiciera una bebida para la fiebre. Poco después se se fueron los cazadores me
tome la medida que me hizo la india y una hora más tarde ya estaba sin fiebre y
completamente bueno.
LA
MESETA DEL TESORO
Después
de la cena se pusieron a conversar sobre grandes tesoros y Belisario dijo que
por allí cerca al río Tuburidó había un gran tesoro en un lugar donde se
encontraba una mata de Guadua, una palma de $1000 y un árbol de caucho. Le
pregunté al indio si eso era cierto y me respondió que sí, que él sabía dónde estaba.
Le ofrecí pagarle por llevarme al lugar donde estaba el tesoro y por cinco
pesos se comprometió a ello. Durante cuatro días de recorrido no habíamos
encontrado ninguna mata de Guadua así que era muy significativo que se pudiera
sospechar que pudiera ser cierto lo relatado con al tesoro si se encontraba esa
mata.
LA
BÚSQUEDA.
Al
final del día 16 llegamos al río Tuburidó que en ese lugar era muy caudaloso.
Mientras los indios cortaban a los de Balso para hacer la balsa yo aproveche
para rezar mi breviario. Como ese día ya se nos hizo tarde construimos un
cobertizo con hojas de Murrapo al pie de árbol muy grande. Pasamos la noche sin
novedad. El día 17 marchamos por una cuchilla arriba. Así es como una hora que
estábamos subiendo cuando a pie de boca apareció un llano y en 1000 estaba la
mata de Guadua. Le pregunté al indio
¿aquí
es?. Si, me respondió el indio.
El llano está hecho a tal nivel que parece como
cortado por la mano del hombre en el declive de la montaña. Forma un triángulo
equilátero de 100 m de la. Su vértice libre está hacia el lado del río. El otro lado está hacia la montaña.
Las otras dos caras están formadas por dos arroyos de poco caudal y el área es
de una media cuadra de tierra (media manzana urbana rectangular que se nemarca
dentro de 4 cuadras de 80 metros de largo cada una). Cerca al vértice que da
hacia el río y a unos 25 m está la mata de Guadua. Es un turco recto de unos 25
m de largo de Guadua Rayada. Es decir sus troncos tienen listas a lo largo
alternadas entre Verde y amarillo. Esta mata tiene no menos entre 3 o siglos de existencia a juzgar por las cepas
muertas de la Guadua que de puro viejas se han citado teniendo en cuenta que la
Guadua tiene una vida bastante larga contando desde que nace hasta que se seca
de puro vieja.
Como
a unos 20 m del surco de Guadua y hacia la parte de arriba del llano estaba
medio tapada por el capote la mano de piedra y la tierra en que molían los
indios ni árboles hasta de dos abarcaduras habían nacido en el propio Llano.
Después de recorrer el llano en todas las direcciones quede convencido que este
tenía que ser el lugar de la leyenda y del tesoro. Le dije al indio: compadre,
donde es que está enterrado el tesoro? El sólo sacudió la cabeza y me
respondió: perdió cabeza compadre. Perdió cabeza. Y de esta respuesta no hubo
modo de sacarlo a pesar de mi insistencia pues siempre repetía lo mismo.
Los
indios, sobre todo los caciques, eran muy ricos en oro pero cuando llegó la
conquista ellos para liberar su riqueza de la rapacidad de los españoles los
enterraban en lugares que ellos saben y que se transmite en por tradición de
padres a hijos y de generación en generación. A ningún otro particular le
revelan donde están enterrados sus tesoros. Ni por medio de recompensas ni
amenazas ni por torturas ni aún por la misma muerte. Así se explica el por qué
el indio siempre contestaba: perdió cabeza compadre. Lo que se puede
interpretar como: no quiero decir o no puedo decir. Total que nada se pudo
hacer.
En
una hoja de papel hice un mapa más o menos exacto donde se encuentra aquel
Llano. Después de haber estado varias horas en el lugar regresamos aquel día al
tambo del indio Juan a quien, a pesar de todo, le pague lo prometido.
Quiero
dejar constancia que quedé muy agradecido de la generosa hospitalidad y de la
atención que nos brindó aquel indio a mí y a mis compañeras, que Dios les ha de
pagar.
Cinco
días gastamos de regreso para salir de aquella selva y llegar hasta Nutibara.
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