La Mujer en la Aviación Militar (B)
(Primera parte)
Breve Historia de la Mujer en Calidad de Piloto Militar
La historia de la aviadora es breve, e
incluso más breve al hablar de la aviación militar. No obstante, es una
historia bastante distinguida. En 1911, Harriet Quimby se convirtió en la
primera mujer piloto americana y, desde entonces, la participación de las
mujeres tanto en la aviación militar como en la civil ha aumentado de manera
significativa. Amelia Earhart intentó su escandaloso vuelo alrededor del mundo
en 1926 y, para 1935, 700 mujeres en Estados Unidos contaban con licencias de
piloto civil. Con el surgimiento de la Segunda Guerra Mundial, las
contribuciones de la mujer a la aviación se tornaron más importantes.
A mediados de la década de los años
1940 (Grant, 2001), el “Women´s Auxiliary Ferry Squadron” (WAFS) (Escuadrón
Auxiliar de Transporte Femenino) y el “Women’s Flying Training Detachment”
(WFTD) (Destacamento de Adiestramiento de Vuelo para la Mujer) se unieron para
formar el “Women’s Air Force Service Pilots” (WASP) (Servicio de Pilotos
Mujeres de la Fuerza Aérea). Estas valientes mujeres no eran consideradas
integrantes de las fuerzas armadas, no obstante, brindaron un servicio valioso
a la Fuerza Aérea.
La enorme participación de la mujer en
la aviación durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como escalón para las
aviadoras futuras. En 1953, Jacqueline Cochran se convirtió en la primera mujer
en romper la barrera del sonido y para 1960, aproximadamente 3.6% de todos los
pilotos con licencia en Estados Unidos eran mujeres. Pero no fue sino hasta
1937 que la mujer llegó a formar parte de la aviación militar cuando seis
mujeres obtuvieron sus alas de aviadoras de la Armada. Luego, en 1974, el
Ejército permitió que la mujer se uniera a las filas de los pilotos de
helicópteros.
Dos años más tarde, la Fuerza Aérea
finalmente aceptó las primeras diez mujeres estudiantes al programa de
capacitación para pilotos. Si bien para 1977 la mujer
volaba en todas las armas del servicio, las regulaciones específicamente
prohibían que la mujer volara aviones de combate durante un combate. (Wilson,
2001). Ahora, a la mujer no se le prohíbe volar
misiones de combate, salvo las Operaciones Especiales con los MC-130, los AC-130
y helicópteros (Dyson, 1999).
En la actualidad, 3.5% de todos los
pilotos de la Fuerza Aérea son mujeres y 1% son pilotos de combate. La mujer
navegante en la Fuerza Aérea constituye el 3.3% de todos los navegantes y la
mujer desempeña el 12.4% de todos los puestos en gestión de batalla de la
Fuerza Aérea (AFPC, 2001). Las cifras continúan aumentado a medida que la mujer
se convierte en parte intrínseca de las escuadrillas de vuelo a lo largo de las
fuerzas armadas.
Reseña
Con la participación cada vez mayor de
la mujer en la aviación militar, preguntas relacionadas con temas del género en
la cabina son sumamente relevantes. Mediante repasos de trabajos literarios,
entrevistas con hombres y mujeres en la Fuerza Aérea operacional y un simulador
basado en computadora, las aptitudes del hombre y la mujer en la cabina fueron
evaluadas y comparadas en las siguientes siete áreas: comportamiento, composición
del cuerpo, antropometría, biomecánica, fisiología, salud y aprendizaje.
El objetivo principal de este proyecto
era bastante sencillo: entender si hay o no diferencias significativas entre el
hombre y la mujer que afectarían la capacidad de la mujer de contar con una
carrera de aviación militar. Dentro del objetivo principal hay objetivos más
pequeños de determinar el resultado que diferentes antropometrías y
biomecánicas surten entre el hombre y la mujer, la sicología de la mujer que
participa en una carrera “masculina”, el efecto que surte la aviación en la
salud de la mujer y temas operacionales que tienen que ver con la mujer en el
mundo de la aviación militar. Por último, he intentado establecer si hay
diferencias significativas entre el hombre y la mujer por medio de un simulacro
de computadora que permite evaluar el aprendizaje de las aptitudes básicas de
vuelo.
Comportamiento
A medida que la mujer pasa a formar
parte esencial de las misiones de vuelo militares, surgen inquietudes sobre las
diferencias en el comportamiento según el género. Algunas investigaciones en
este campo ya se han efectuado. Un estudio de la Academia de la Fuerza Aérea de
Estados Unidos (USAFA) examinó si hay o no “una diferencia en el género al
predecir el rendimiento en el adiestramiento de vuelo de maniobras sencillas en
un simulador”. (Berry y Koonce, 1986). Cincuenta cadetes masculinos y 50
cadetes femeninas participaron en tres sesiones en el simulador de 50 minutos
cada una donde se recopilaron datos.
Los resultados arrojaron que las
mujeres cadetes eran más rápidas en tareas de percepción, mientras que los
cadetes masculinos eran un poco más rápidos en tareas de memoria visual,
orientación espacial y exploración espacial. El rendimiento del hombre fue
mejor que el de la mujer en tareas sicomotoras. No obstante, dicho estudio no
mostró una diferencia promedio en general entre las aptitudes básicas de vuelo
del hombre y de la mujer.
En otro estudio efectuado en la Base
Aérea Brooks, Texas, el Dr. Thomas R. Carretta examinó las diferencias entre
los géneros en las pruebas de selección de pilotos de la Fuerza Aérea de
Estados Unidos (Carretta, 1997). Los resultados del estudio de Carretta fueron
similares a los del estudio de Berry y Koonce; sin embargo, Carretta también
proporcionó algunos motivos por los cuales pueden haber diferencias entre ambos
géneros. El sugirió que “las mujeres bien calificadas
son menos propensas a considerar la Fuerza Aérea como una opción de carrera
atractiva” (y los hombres) Además, las
mujeres serían menos propensas a tomar cursos o participar en actividades
extracurriculares que las ayudarían a obtener mejores calificaciones en las
pruebas de selección de pilotos. Aún así, al concluir su informe, Carretta
expresó lo siguiente:
A
pesar de las diferencias entre los géneros en el rendimiento medio en las
pruebas, modelos causales de rendimiento y conocimientos de vuelo previos en la
adquisición de conocimientos adicionales y destrezas de vuelo mostraron
resultados similares para el hombre y la mujer.
El estudio de Carretta mostró que no
había evidencia confiable de diferencias de destrezas entre los dos géneros.
Annette G. Baisden (1997) llevó a cabo
un estudio relacionado con el género y el rendimiento en la capacitación para
pilotos en la Armada de los Estados Unidos. Ella analizó datos relacionados con
el adiestramiento de 13,755 hombres y 42 mujeres estudiantes de capacitación
para pilotos. Su análisis indicó que las calificaciones de las mujeres en las
pruebas de selección de pilotos eran significativamente mejores que las de los
hombres (p<.01). No obstante, las calificaciones de los hombres durante la
capacitación académica de prevuelo fueron significativamente más altas que las
calificaciones de las mujeres (p<.01).
No hubo diferencias en el índice o los
motivos de reducción gradual de personal entre ambos géneros. Baisden sugirió
que la especialización de un estudiante en la universidad y “su disposición de
apoyar a sus compañeros y las diferencias sistemáticas en cuanto a ser aceptados
y la igualdad” podrían ser posibles motivos de las diferencias entre el hombre
y la mujer. Estas son áreas que, según ella, podrían analizarse más a fondo.
Con la integración consistente de la
mujer en las fuerzas armadas, más mujeres participarán en operaciones militares
en ultramar. Para la mujer piloto, éste podría ser un posible problema
(Bartholomew, 1999). Estamos mucho más avanzados que la mayoría de los países
en el mundo cuando se trata de igualdad de oportunidades. Pocos países extranjeros le permiten a la mujer participar
en operaciones militares, mucho menos en la aviación. Por lo tanto,
cuando se escucha una voz femenina por la radio o cuando una tripulación, en la
que uno de sus integrantes es una mujer, vuela en países extranjeros ella llama
la atención. La Capitana Bartholomew, copiloto de aviones KC-135, nos relató
una situación en la que ella estaba hablando por la radio mientras se
aproximaba a una base militar en Arabia Saudita. En tres ocasiones le solicitó
permiso a la torre de control para aterrizar sin recibir respuesta. Finalmente,
un piloto habló por la radio e inmediatamente le dieron autorización para
aterrizar. Esto es uno de varios casos, y no es uno grave, sin embargo, da a
entender que la mujer confronta obstáculos en el mundo de la aviación.
Quizás uno de los temas psicológicos
más importantes relacionado con el colocar a la mujer en la cabina es la
responsabilidad adicional de liderazgo que las mujeres tienen que asumir en el
mundo de la aviación. “Estudios en psicología social han documentado que para
una mujer resulta difícil asumir y ser aceptada en un rol de liderazgo” (Hyde
1996).
Hyde explica que las mujeres en
posiciones de liderazgo a menudo son consideradas como que no cuentan con las
características adecuadas para mandar. Ella destaca tres hipótesis distintas
que podrían explicar por qué existe dicha creencia: 1) Las mujeres
verdaderamente carecen de los rasgos de personalidad y aptitudes entre personas
necesarias para supervisar; 2) Las personas están tan sólo predispuestas con
respecto a la mujer en puestos de liderazgo; y 3) Las supervisoras tienen menos
poder intrínseco que sus homólogos masculinos (esta opinión puede emanar del
comportamiento de los hombres y las mujeres).
En sus estudios, Hyde analizó las tres
hipótesis. Ella concluyó que la mujer en funciones de liderazgo si enfrenta
algunas barreras, de las cuales algunas son internas, pero la mayoría son
externas. El mayor problema podría emanar del hecho que las mujeres en puestos
de alto rango carecen de confianza en sí mismas para dirigir. Además, algunas
personas podrían estar predispuestas hacia aquellas mujeres que utilizan
estilos más autocráticos de liderazgo. Las mujeres que ocupan puestos de poder
o de liderazgo están sujetas a la crítica y cuando optan por un estilo de
liderazgo más común y autocrático, las críticas son aún peores.
Por último, las mujeres cuentan con
una menor cantidad de poder intrínseco a sus ambientes de trabajo, lo que
incide en la opinión que los compañeros de trabajo y los subordinados tienen de
su estilo de liderazgo. Estos tres factores son importantes para las mujeres en
el mundo de la aviación, que, típicamente, ha sido dominado por los hombres. La
mujer aviadora enfrentará, y de hecho enfrenta, algunos de los mismos retos que
la mujer en funciones de liderazgo, indistintamente si es civil o militar. Sin
embargo, dichos obstáculos no son nada que el arduo trabajo y la persistencia
por parte de ambos géneros no puedan superar.
Todos los estudios mencionados en este
artículo sugieren que no hay motivo para pasar por alto a la mujer como posible
aviadora en las fuerzas armadas con base a su comportamiento. Si bien aún
quedan factores de comportamiento que deben discutirse y analizarse, hasta el
momento ninguna investigación en este campo ha probado que la mujer es menos
capaz que el hombre de ser un piloto militar.
(Continua en otra entrega)
No hay comentarios:
Publicar un comentario