AERONAUTAS Y CRONISTAS

domingo, 9 de agosto de 2020

LA MUJER EN LA FAC. FRATERNIZACIÓN. PRIMERA PARTE.

 

Estimado amigo.

A tu pedido que escribamos sobre nuestros pensamientos militares damos satisfacción a tu inquietud. El tema de hoy es sobre los aspectos que la FAC debió estudiar para emprender  el proyecto de incorporar el personal femenino en la vida militar aeronáutica en el rango de oficial. Por eso debimos recurrir a experiencias ajenas. En este caso bastante a la USAF, que ha sido uno de nuestros referenciales más acostumbrados, para evitar al máximo los errores posibles. Las ideas están consignadas en las ayudas de presentación que nos hicieron los de la USAF y se explican por sí mismas.

Pues nuestro conocimiento del tema era nulo y aprender haciendo es arriesgarse demasiado en asunto delicado. Era un tema de trascendencias institucional. No solo de la Escuela de Aviación Militar. De por sí, luego, nos dimos cuenta que no solo debíamos saber sobre la incorporación y la formación de la futura oficial, sino también que teníamos que crear la doctrina relacionada con la convivencia el desempeño posterior a la graduación. Es decir, toda su carrera profesional. Algo que no hicimos a tiempo. Y lo que contamos a continuación, tan solo en parte,  ilustra las consecuencias de ese error. Que es un tema bastante largo.

Por el momento iniciaremos sobre lo que se investigó para la primera fase, la de Formación. Y de lo que para empezar se implantó. Después trataremos, más afondo, sobre la segunda parte. Este es solo un corto adelanto y centrémonos en el comienzo.

Estas ideas son expresadas bajo el principio de la libertad de pensamiento, el derecho a la expresión. Solo son nuestro criterio personal. En ninguna forma son ni doctrina institucional. Ni de la Fuerza Aérea ni del Ministerio de la Defensa ni del gobierno nacional. Con propósito de autovaloración constructiva para el mejoramiento y el perfeccionamiento continuo. Dogma  que debe tener toda persona y organización que busca la excelencia. Porque aun lo bueno puede ser mejor.

 

LA FRATERNIZACIÓN EN EL CAMPO PROFESIONAL DEL OFICIAL FAC

Este tema fue motivo de diferencias conceptuales entre algunos oficiales. En especial a quienes les perjudicaba, a título personal, que se reglamentara el tema. Al no haber normas oficiales ellos podían inventarse las personales, usando la autoridad  de su grado, según su capricho de conveniencia particular sin tener en cuenta el interés institucional. Una forma de tráfico de influencias como falta a la pureza de pensamiento. Que está consignado como falta a la moralidad profesional en los reglamentos. Por ser algo totalmente contraproducente al fin más importante, la misión. Que en el caso de una fuerza militar, es la defensa de la soberanía como interés nacional primordial.  

Como la incorporación de personal femenino a las filas trajo, como consecuencia inevitable, las relaciones de pareja, era necesario reglamentar el asunto. Eso debió hacerse de antemano lo cual no hicimos.

Cuando a comienzo de la décadas de 1990 el Director de EMAVI pidió en la reunión de Estado Mayor ser más creativos en las sugerencias, propusimos tratar el tema de reglamentar la Fraternización. Porque ya estábamos viendo algunos inconvenientes. Y cuando escuchó la propuesta, de inmediato, se opuso. Incluso a tan solo discutirla. La evitó para no meterse en problemas conceptuales, a los cuales él les tenía terrible animadversión y casi pánico. Era más bien torpe para usar el campo del razonamiento argumental porque le era ajeno a su destreza mental.

En ese deber se sentía bastante incompetente. Y hacia esfuerzos para que no se notara. Aunque su perfil intelectual si le fue suficiente para llegar a ser, después, Comandante. Lo que más le convenía, era que pasara el tiempo y no anticiparse. Creyó que lo mejor era que, luego, los demás viéramos que podríamos hacer cuando ya no fuese su deber.

Pues los problemas existían y se dieron como se previeron. Los casos que mencionaremos son conocidos. Pero no los referimos con nombres propios para evitar la vergüenza. Y porque el interés no es descalificar a título personal. Al contrario, evidenciar nuestros errores institucionales. Para que sirvan de ejemplo a corregir y de no imitar en el futuro.

Las parejas militares, por supuesto, no desean que los trasladen donde los necesite la institución si la asignación no los beneficia a ambos, a marido y mujer. También ambos querían, y así pasó, ganar doble subsidio familiar. Sabiendo que el espíritu del subsidio familiar es de uno por núcleo familiar. Además, con el tiempo, era de preverse que alguno de los dos tendría rango y se aprovecharía de eso para buscar un cargo fácil y lo más cómodo al cónyuge. Al tiempo que cobraban doble asignación del subsidio.

Para nosotros era detestable ver eso y por ello nuestro interés anticipado en reglamentar las cosas con claridad. Casos específicos como alguien dándole licencias extraordinarias a la esposa y tolerándole no desempeñar el cargo que debía cumplir como oficial. O el de otro que, usando su grado, trasteaba a su mujer para todas partes. Incluso con facilidades para vivir en el exterior donde la comisión no fue para el designado sino que tenía que ser para ambos. O argumentaron que por su carácter femenino no debían ser asignadas a los turnos de guardia. El que todos los oficiales están obligados a cumplir. Se conocen más casos en otros aspectos. Por algo los gringos reglamentaron ese asunto muy bien y son interesantes sus normas al respecto.

En otra oportunidad, muy posterior, otro Director de EMAVI, nos pido opinión cuando  sostenía una conversación con un oficial sobre el tema. Expresamos nuestro criterio y como vio que nos inclinábamos por la idea de dictar doctrina, nos consultó sobre la dirección o el principio que aplicaríamos para reglamentar. Le dijimos que para eso solo bastaba con seguir nuestro criterio personal que practicábamos en la familia: “Si la institución se inmiscuía en la familia, pediríamos el retiro del servicio. Y si la familia se entrometía en la profesión, disolveríamos el matrimonial”. Pero nunca toleraríamos ninguna, menos, las dos situaciones. Era una regla inevitable. Ni condicionar una con la otra, por ser fatal para la organización. Le pareció algo extremamente drástico. Explicamos que por ello se debía reglamentar balanceándose entre los dos extremos y para que todos supiésemos cual era el camino a escoger y cuál era el correcto proceder.

Pero tampoco le pareció. Su carácter benevolente y pusilánime, no le permitía pensar ni en lo radical ni en lo prudencial. Entonces cerramos la argumentación guardando prudente silencio. En el campo militar es demaciado riesgoso hacer que los apremios fluyan de abajo hacia arriba, así sean por la vía de la línea de mando. Que tanto se pregona pero no se practica. Algo intolerable, pues se tiene como norma absoluta que estos deben ser solo de arriba hacia abajo. Así la primera forma sea razonable y los motivos lo justifiquen. Habíamos cerrado toda posibilidad de conciliar criterios. Y debemos recordar que siempre tiene primacía la obediencia, el acatamiento y la subordinación. Sin ella es imposible la existencia de una fuerza militar.

Así son aquellos Comandantes que acostumbran, como regla frecuente, dejar que las cosas trascurran sin intervención y que se perfeccione solas. Ya sea por el cambio generacional y por la mutación espontánea, sin control ni planificación. Para no verse sometidos a tomar decisiones. Lo que no nos permite mantener bajo dominio los asuntos evidentes, lógicos y convenientes a la institución. ¿Qué tal que fuesen decisiones de guerra cuando la defensa nacional lo requiera?

Eso no era nada nuevo cuando lo tratamos. Ya de por sí, las oficiales estaban comenzando a esquivar los deberes como oficiales argumentando el género. El mismo que habían aducido para tener derecho a ser parte de las filas. Como cuando una TC rechazó la orden que le dio el Subdirector para asumir el cargo de manejar la logística. Y no tuvo ningún recato, incluso, de declararse profesionalmente incompetente para acatar la designación que le correspondía por grado y jerarquía. Ante eso, el mismo comandante nos dio esa orden, al MY, porque un hombre no puede argumentar el género para rechazar una obligación.

Mucho menos que nosotros, igualmente, nos declaráramos  incapaces. Pues en caso de hacerlo no éramos dignos del grado ni de la profesión. La solución lógica era que pidiéramos el retiro por nuestra voluntad. O que se nos destituyera por desacato a una decisión institucional. Apreciación que no era aplicable a la oficial que argumentó su intención de no aceptar el nombramiento y se le toleró. Pero a nosotros si.

Es decir, las mujeres no podían ser discriminadas por los hombres por razón del género, algo totalmente válido, para ingresar y asumir los cargos de la profesión. Pero ellas si podían, estando a dentro para discriminar, con ese mismo argumento, el no asumir sus deberes pero sin perder sus derechos. Una asimetría doctrinaria errónea.

Claro está que, ella si era apta para ganarse el salario de su alto grado pero solo siendo asignada a una responsabilidad menor, Comandante de un Escuadrón. Entonces el Subdirector, que para el resto de decisiones usaba la autoridad impositiva cuando ordenaba, a falta de su incapacidad de lograrlo con liderazgo merecido, usando la actitud altiva, agreste y mandón, se doblegó y la nombró Comandante de un Escuadrón. Dependiendo directamente de la Dirección. Para lo cual debió sacar ese escuadrón de nuestra línea de mando. De esa manera que no quedara la Coronel de subordinada del Mayor que si obedeció. Porque, de dejar que eso sucediera, era demasiado evidente el error y de esa forma atenuaba, aunque era imposible ocultar completamente su grave desatino. Prefirió deformar la estructura organizacional con el fin de dar gusto a la intrigante oficial.

Claro que eso redujo nuestras responsabilidades. Pero puso en evidencia lo que habíamos dicho, que era necesario reglamentar el tema. Porque no solo teníamos subalternas haciendo tráfico de influencias para su beneficio personal, sino comandantes débiles para el ejercicio de la autoridad. El grado no les daba capacidad para asumir los altos cargos. Ni del comandante que no tenía capacidad de imponer su autoridad y hacerse obedecer, ni de la subalterna para asumir sus deberes profesionales. Solo las responsabilidades menores según las conveniencias particulares.

Estos son solo algunos ejemplos de otros que se sucedían y sucedieron posteriormente. Los que muchos saben pero callan por temor a represalias profesionales. Como callamos nosotros. Pero que ante la reunión semanal de oficiales, dónde hizo pública nuestra designación, fue un grito silencioso de abuso de autoridad  por debilidad y omisión. Y preferimos tolerar, con nuestro silencio, la inmoralidad de un comandante en las filas. Porque era lo más prudente en ese momento. Lo cual no significaba que fuese aceptado. Pues era mejor, para la institución, por supuesto que para nosotros también, el obedecer así no se compartiera. Como se decía en el tiempo de la colonia, aún estamos en ella, con respecto a las órdenes del rey: Se obedece pero no se acata.

Algunos meses después, el esposo de la Coronel, un oficial ya en retiro, fue a darnos explicaciones no pedidas y a pedirnos disculpas, por el desafuero en que había incurrido su esposa. Adujo haber sido impulsado a ello por su personal iniciativa. Pero era evidente que era un emisario de la oficial que se avergonzaba y le mortificaba la conciencia lo causado. Lo escuchamos con educación, pero no expresamos nuestro rechazo ni aceptación a lo que nos pidió. Nos abstuvimos las dos cosas. Para dejar en la  incertidumbre nuestro parecer. Lo cual nos daba derecho a cualquiera posición sobre el suceso    

Pues la palabra de los superiores convence pero el ejemplo arrastra. Porque, a los subalternos inteligentes, esas cosa no les son desapercibidas.  Que empañan el espíritu de las tropas, erosionan el liderazgo y degradan la autoridad. En la cual los subalternos confían cuando saben que sus jefes se merecen el esfuerzo y sacrifico que ellos tienen que hacer cuando llegue el momento de combatir.

Porque el liderazgo siempre es más poderoso cuando es merecido por virtudes que simplemente delegado. Los hombres de fila suelen decir: La autoridad del buen comandante es aceptada cuando lo merece, sin importar el grado. O como también dijo el humilde de origen pero muy digno Señor Presidente, el creador de la Fuerza Aérea, Don Marco Fidel Suárez: Es mejor llegar a ser que haber nacido siendo.

siguen las ayudas de los que nos enseñaron.





















Continua en el próximo archivo.


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