NUESTRA SOBERANÍA AÉREA EN EL CARIBE
ANTECEDENTES
Si
en el momento nos inquietan las pretensiones que tiene Nicaragua sobre
nuestra soberanía marítima y territorial
en el Caribe, debe preocuparnos también la situación de soberanía aérea, que
hace muchos años tenemos en la región.
Colombia
tiene un gran espacio aéreo en el Caribe sobre el cual no ejercemos presencia
efectiva. Ha sucedido por la negligencia y desconocimiento de nuestros recursos
naturales y de las magníficas ventajas que nos da la posición geopolítica
global.
Veamos
lo acontecido en el pasado para comprender el presente.
Cuando
la OACI diseñó las Regiones de Información de Vuelo (FIR), en su propósito de
organizar la aviación mundial, tuvo en cuenta diversos factores que permitieran
el consenso de los países que debían aprobarlo. Uno de esos parámetros y quizás
el más importante, fue el de la soberanía reconocida diplomáticamente y el de
la soberanía efectiva.
El
país asumía el compromiso de atender el tránsito aéreo en la Región de
Información de Vuelo bajo condiciones definidas, dentro de los cuales están la
disponibilidad, la confiabilidad y la integridad de las comunicaciones. Las
Regiones FIR, fueron determinadas como espacios contiguos para que se
mantuviese constante asistencia al vuelo con comunicaciones seguras y atención
oportuna.
SOBERANÍA MARÍTIMA
En ese momento, muchos países no disponían de capacidad para brindar la calidad requerida y consideraban razonable que otras naciones lo hicieran. Eso no significaba que renunciaban y menos concedían, la soberanía aérea a su vecino. Además, sucedía que por indefinición en los pactos limítrofes o desacuerdos fronterizos, especialmente marítimos, no resultaba práctico hacer coincidir las zonas aéreas con las soberanías terrestres y marítimas. La OACI logró acuerdos aéreos, sobre soberanías marítimas muy extensas, con mucha anticipación y oportunidad que lo hecho en años anteriores sobre las soberanías de superficie.
En
ese momento no disponíamos de cubrimiento de comunicaciones y vigilancia
extendidas sobre el espacio comprendido
entre el archipiélago de San Andrés y las costas de la Colombia continental.
Mientras que Panamá, con la ayuda gringa, y Curazao tenían mejores medios. Por esta razón consentimos la explotación de
gran parte del espacio aéreo correspondiente a nuestra soberanía marítima.
CONDICIÓN
ACTUAL
Con
el tiempo las cosas han cambiado completamente. Estaciones de comunicaciones
cubren el espacio. Enlaces satelitales dan confiabilidad. Tenemos cubrimiento de radar en el archipiélago y en
la Costa Caribe con una cadena de estaciones integradas. El servicio es
oportuno e inmediato, con personal altamente calificado. Es tan notoria la
calidad del servicio que incluso las tripulaciones extranjeras y nacionales
prefieren, con frecuencia, hacer los reportes con las estaciones Colombianas.
La IATA ha recibido comentarios de pilotos y compañías donde manifiestan su
agrado por ingresar al espacio aéreo Colombiano para tener un contacto positivo
y oportuno en apoyo a su tarea que les brinda confianza y seguridad.
El
espacio aéreo Colombiano es cruzado por los principales ejes de flujo y por
varias Rutas de Rendimiento (RNP), que intercomunican los dos polos del
comercio y desarrollo continental, la América del Sur con la del Norte.
Colombia se ha puesto a la altura de ese compromiso mundial con
responsabilidad.
Implantó,
desde hace años, un servicio que ha demostrado ser de alta calidad como lo han
notado los pilotos. Han desaparecido los tiempos donde el vuelo desde el
continente hasta nuestro territorio insular era una travesía donde no se podía
hacer contacto con ninguna estación. Para una comunicación de manera
instantánea y clara por vía de muy alta frecuencia se requería considerable
altura de vuelo, no aplicable para muchos aviones. Se hacían solo en onda larga
con las consabidas distorsiones y dificultades propias del medio.
El
salir del espacio aéreo colombiano e ingresar a la FIR contigua se consideraba,
en la práctica, una pérdida total de información de vuelo que debía sostenerse
hasta el alcance de la estación del aeródromo General Gustavo Rojas Pinilla.
Era
normal encontrar en el área aeronaves extranjeras sobrevolando sin ningún
control ni reporte en misiones desconocidas. Aviones comerciales Colombianos
fueron interceptados por aeronaves militares extranjeras sin ningún
consentimiento nacional ni coordinación previa. Como aconteció con un vuelo de
SAM por parte de un interceptor norteamericano. O el sobrevuelo del
archipiélago de un SR 71. Hechos que luego eran contados por las tripulaciones
como anécdotas profesionales, sin más trascendencia que lo pintoresco del
suceso, en vista que las autoridades responsables no le daban la trascendencia
que se merece.
Además,
el espacio aéreo es un recurso natural que en el tiempo moderno tiene
considerable importancia política y económica, que produce ingresos por
explotación debido a la intensidad del tránsito aéreo y su constante
incremento.
Nuestra
soberanía territorial genera tanto la soberanía marítima como la aérea. En la
primera, el territorio insular nos da derecho a las aguas en el Caribe, que en
gran parte están convenidos con los países limítrofes. La posesión superficial,
tanto territorial como marítima, nos otorga derechos sobre el aire e incluso
sobre el espacio. Esto lo hemos ignorado permitiendo que se encuentren
inapropiadamente asignados y utilizados.
La
importancia que tiene el área se evidencia con el tamaño del Mar Caribe. Su
superficie es de casi dos millones de Kilómetros cuadrados (1.940.000) de los
cuales, casi la tercera parte, 589.000 son soberanía marítima colombiana. De
estos, únicamente 266.709 son soberanía aérea,
faltando 322.291. Este espacio se encuentra en el momento en dominio y
explotación de las repúblicas de Panamá (246.143) y Curazao (76.148). La diferencia equivale a cinco Departamentos
de Antioquia o al 28% del territorio nacional.
Es
necesario hacer continuas y firmes manifestaciones de soberanía en el sector.
No solo territorial y marítima sino también aérea y espacial, de tipo político,
diplomático, legal y militar. La presencia efectiva y física en los campos
comercial, económico y militar son reafirmaciones del dominio superficial y
aéreo que nos corresponde. Eso se logra con intervención efectiva en todos los
foros y organizaciones de nivel mundial donde se tratan dichos temas, en
especial en la OACI. Hemos descuidado el relacionado con nuestros derechos
aeronáuticos y en el momento es oportuno revisarlos.
Es
tiempo de replantear la configuración del actual espacio aéreo en el Caribe
considerando que hemos alcanzado las condiciones requeridas y por tener una
presencia efectiva en el área. Colombia está en mora de demandar y exigir que
se le reconozcan todos sus derechos internacionales en la región.
EXPERIENCIA
ANTERIOR
Como
ejemplo de lo que ha de hacerse, tenemos el caso del espacio aéreo sobre el
Pacífico. Después de largas gestiones se logró el reconocimiento. Fue un éxito
significativo que, en gran parte, fue obtenido por el personal operativo de la
Aerocivil, cuando en la práctica es un asunto de responsabilidad
primordialmente administrativa.
Los
funcionarios de Control de Tránsito Aéreo han percibido con claridad las
deficiencias de distribución en los espacios que nos corresponden por soberanía
en las aguas territoriales colombianas. Con su constante interés por el tema y
las gestiones que adelantaron se obtuvo
un acuerdo en el espacio aéreo sobre el Gran Océano, que no teníamos en
el pasado. Sin embargo, no cubrió todas las expectativas puesto que continúa
una importante franja en control de Panamá adicional a la mencionada a la del
Caribe.
A
pesar de su importancia, el hecho ha sido ignorado por la opinión nacional.
Clara muestra de la tradicionalmente
pobre cultura geopolítica nacional y espíritu aeronáutico, que necesitamos
mejorar.
PROPUESTA
Una equitativa distribución, de diseño
sencillo, como conviene a la rápida navegación aérea, consistiría en seguir la línea media de la
actual soberanía marítima. Usando la existente separación de espacios aéreos entre
Colombia y Panamá, que parte de la frontera entre los dos países, por el
meridiano W 77° 25.0’ hasta el paralelo
N 12° 00.0’. Luego se sigue hacia el Suroccidente hasta el punto de coordenadas
N 11° 00.0’ W 82° 00.0’ donde se encuentran las aguas Colombianas con las de la vecina Nicaragua.
Tomando hacia el Norte para interceptar el paralelo 15° 00.0’ donde se
encuentra el límite definido por el convenio Ramírez – López. Posteriormente el
límite con la Región de Información de Vuelo (FIR) de Kingston, lo determina el
mismo paralelo llegando al meridiano 71° 00.0’ donde se encuentra con la FIR de
Curazao. De esta forma se toma al sur para alcanzar la actual frontera
terrestre con Venezuela, mientras llegamos a un acuerdo con el vecino país
sobre el límite de aguas. El límite Sur de esta FIR continúa como está
actualmente configurado, para cerrar nuevamente en su inicio en la región de
Urabá, en la frontera entre Panamá y Colombia.
En
esta forma se asume un espacio aéreo de 256.143 Kilómetros cuadrados que están
siendo explotados por los vecinos. Cantidad casi igual en extensión a la actual
FIR convenida con la OACI en el pasado.
El total de espacio aéreo seria de 522.852 Km. que se aproxima
significativamente a la realidad de nuestro mar territorial. Resultando todavía
menor por motivos de sencillez y facilitación de la navegación pero más acorde
a nuestros derechos.
CONOCIMIENTO
Y ACCIÓN
Es
prioritario iniciar las gestiones de Diplomacia Aeronáutica ante la OACI con
personal adecuadamente enterado y suficientemente estimulado para tramitar el
proyecto. El asunto ha sido ignorado por los representantes ante la
Organización de la Aviación Civil Internacional. Temas de tal importancia no han sido abocados
con conocimiento y destreza. Deben tenerse en cuenta estas consideraciones donde
se comprometen aspectos vitales de la nación.
El
Derecho y la Diplomacia Aeronáutica se
han convertido, por su extenso contenido y riqueza de conceptos, en
especialidades donde se requieren estudios,
larga trayectoria y amplia cultura aeronáutica, que no se forman
improvisadamente. Asuntos de tal índole son los que han estimulado la necesidad
de crear la Carrera Aeronáutica dentro de la Unidad Administrativa Especial de
la Aeronáutica Civil, requerida desde hace años.
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