CARTAS
PASTORALES DE MONSEÑOR MIGUEL ÁNGEL BUILES 1949 – 1957
TERCERA
PARTE
11 de
febrero de 1949.
Sobre
el liberalismo en acción.
El
comunismo universal tiene dividida en dos partes la humanidad: la revolución
del 9 de abril de 1948 dejó los campos políticos colombianos perfectamente
alineados con nuevos y primitivos mojones: el comunismo y el orden cristiano.
Así lo quiso el liberalismo, que ese día dejó de ser, aunque conserve su
nombre. Directivas foráneas bajo el mando del Kremlin lanzaron la turbamulta
liberal sin Dios a los horrores sin precedentes. Presenciamos adicionados los
más horrendos sacrilegios contra la divina eucaristía, contra los sacerdotes,
las vírgenes, los templos, las imágenes y las cosas sagradas. Cuando corrió la
sangre de los colombianos, como ríos en toda la extensión de la República.
La
gran convención del liberalismo declaró que rendía su tributo de admiración al
pueblo liberal que 9 de abril, al saberse el cobarde asesinato del jefe supremo
de la colectividad, Jorge Eliécer Gaitán, se lanzó a las calles y plazas a
protestar contra ese execrable atentado. El 24 de mayo el periódico el correo
de Medellín, publicaba el manifiesto del liberalismo, donde se declara que: el
liberalismo colombianas un partido de izquierda. Es decir, contra Dios, contra
la religión, contra la patria. Porque las izquierdas no admiten a Dios ni a la
religión ni tienen patria.
Un
diputado expresó que si el liberalismo tenía necesidad de hacer otro 9 de
abril, lo haría. Luego sí fue el liberalismo el autócrata del funesto día. Han
llegado hasta llamar glorioso para su partido ese nefasto 9 de abril. Es una
gloria sino deshonor, vergüenza y desprestigio. Los primeros desde ese día no
han sido sancionados porque así lo quiso liberalismo por la ley de amnistía. La
prensa liberal está excitado ya al asesinato de los obispos y al clero. El soviético
ruso ha contaminado manera las directivas y las masas liberales de nuestro país
las directivas de nuestro país.
Entonces
el liberalismo es un vestido con el cual se cubre la bestia comunista. El mismo
liberalismo, individualista como es, va girando hacia el socialismo
colectivista, que volverá dentro de poco en sangre, lágrimas y miserias al
mundo entero. Destruir al orden social en el mundo entero, como la desgraciada
Rusia acaba de acontecer.
El
siete de este mes de febrero de 1949 la chusma liberal de Bogotá, en inmensa
muchedumbre, gritaban mueras al Papa, al cardenal Mícar y al gobierno legítimo.
La prueba de que liberalismo se ha tocado el comunismo cristiano y ateo. La
fidelidad al patrimonio de la civilización cristiana y su valerosa defensa es
la clave del tesoro que jamás puede sacrificarse ningún pasajero provecho.
Nuestros tiempos necesitan hombres “tempestuosos” para el combate por la
verdad. Es el liberalismo comunista, quien se prepara a librar su postrera
batalla contra Cristo y contra la Iglesia. Vamos a indicar entonces la conducta
que deben observar los venerables sacerdotes en los asuntos políticos que se
roza con la religión:
Sobre
el liberalismo: el liberalismo es un error religioso, filosófico, social y
jurídico, que consiste en proclamar la absoluta independencia autonomía del
hombre. Es un sistema que secunda el racionalismo o naturalismo, en el fondo,
racionalismo puro. El liberalismo es una doctrina multiforme que emancipa al
hombre con relación a Dios. Los errores del liberalismo son la negación de
Dios, o sea el ateísmo. La soberanía de la razón y, por lo mismo, el rechazo
absoluto del dominio de Dios. Muchos imitadores de Lucifer, que con nombre de
libertad defienden una licencia absurda. Los partidarios de ese sistema quieren
ser llamados liberales.
El
primer grado el liberalismo es el radical. En filosofía pretende los
naturalistas y racionalistas. El naturalismo, la soberanía de la razón humana,
que negando la divina se hace así propia sumo principio y fuente. El juez de la
verdad. Que en el no hay ninguna potestad divina a quién obedecer, sino que
cada uno es ley para sí, de modo que nace entonces la moral que se llama
independiente. Es una licencia sin límites. Porque una vez establecido nadie tiene
autoridad sobre el hombre.
Suele
tener la potestad pública de su primer origen en la multitud. De aquí que el
poder sea proporcional al número y la mayoría del pueblo será autora de todo
derecho y obligación.
Nota: entonces para Monseñor Builes la
democracia es un anti cristianismo.
En cuanto a la cosa pública, la facultad de
mandarse separa el verdadero principio. El que establece lo que se ha de hacer
y omitir y se deja al arbitrio de la multitud más numerosa, lo cual es una
pendiente que conduce a la tiranía. Rechazando el señorío de Dios en el hombre
y arma la multitud con la creencia de su propia soberanía, se precipitará
entonces fácilmente a promover turbulencias y servicios.
Nota: Monseñor Builes no practicaba el
mandato de dar al César lo del César y a Dios lo de Dios. El gobierno y la
autoridad laica no existe para él porque son potestades sólo divinas que se
pueden realizar por medio de la iglesia únicamente la católica, apostólica y
romana.
El
segundo grado de liberalismo es el mitigado. No todos los practicantes de
liberalismo asienten a las anteriores opiniones aterradoras. Muchos de ellos,
obligados por la fuerza de la verdad, afirman que la libertad de género en
prisión y aún abierta licencia. Es, pues, necesario que la norma, constante
religiosa, de que nuestra vida se vive, no sólo de la ley eterna, sino también
de todas las leyes que ha dado Dios, infinitamente sabio y poderoso.
Nota: entonces para Monseñor Builes no
hay derecho en el ser humano para dictarse leyes si estas no están conexadas y
relacionadas única y exclusivamente con la potestad y el poder divino.
El
tercer grado de liberalismo es más moderado. Pero no más consecuentes consigo
mismo dice que se agregue según las leyes divinas, la vida y costumbres de los
particulares, pero no las del Estado. Porque a las cosas públicas es permitido
apartarse de los preceptos de Dios y no tenerlos en cuenta al establecer las
leyes. Lo absurdo que es esta idea es que sólo Dios es el principio de toda
honestidad y justicia.
El
liberalismo católico. Vamos a refutar el liberalismo católico, que no puede
existir, porque son términos contradictorios y que se excluyen. Católico es el
que enseña la fe cristiana, y sobre todo, el catecismo. Lo que hay en la tierra
fue todo creado por causa del hombre, para ayudarle a conseguir su fin. Por
consiguiente, nada le aprovecha al hombre ganar el mundo si pierde el alma. Por
lo tanto el catolicismo confiesa que es falsa, perniciosa, mortífera en grado sumo,
detestable la prosperidad de la vida presente que se adquiere con perjuicio de
la vida eterna.
La
profesión del liberal. Celebra y aprueba los llamados inmortales principios
revolucionarios del año de 1789 que proclama la independencia de las cosas humanas
respecto de las divinas. El apartamiento del orden civil respecto a la ley
religiosa, la desarticulación del régimen de las cosas temporales, que César
dominio de Dios, César orden del hombre a la vida eterna, y sólo se miran las
cosas tocantes a la vida presente. La expulsión del principio democrático del
mundo y la ruptura definitiva de toda humana asociada con la Iglesia y con
Dios. Por lo tanto hay incompatibilidad entre el liberalismo y el catolicismo.
Muchos
liberales moderados, campesinos, que son liberales por atavismo, o porque les
suena bien la palabra o porque les nace, dicen ellos, quienes por nada en la
vida consienten en dejar de ser católicos, pero que tampoco quieren dejar de
ser liberales y se gastan su cabeza abrigando cómo conciliar el catolicismo con
el liberalismo. Pero los refutamos diciéndoles que no puede haber participación
entre la justicia con la iniquidad. No se puede, pues, ser liberales católicos
a la vez.
Sardá
y Sardany en su obra el “liberalismo es pecado” provocó la respuesta de su
santidad Pío IX: el 18 de junio de 1871 les habló diciéndoles: esas máximas
perniciosas llamadas católicas liberales son verdaderamente la causa de la
ruina de los estados, éstas no han sido de la petición de Francia. Siempre
condenaba el liberalismo católico.
El
círculo de San Ambrosio de Milán el 6 de marzo de 1873 se expresó: algunos
intentan poner alianza entre la luz y las tinieblas a favor de las doctrinas
llamadas católico liberales.
El
obispo de Quimper, el 28 de julio de 1873, recibió la siguiente aclaración del
Papa: no se apartarán tales asociaciones de la obediencia debida a la Iglesia
refiriéndose a la Asamblea General de las asociaciones católicas. Pero pudieran
ponerla en la resbaladiza senda del error si se ponen a discutir las opiniones
llamadas liberales las cuales, por la influencia, pueden profesar máximas muy
perniciosas. Procuren, pues, evitar estas emboscadas, y esfuércense en asestar
sus tiros contra ese insidioso enemigo, y ciertamente merece también de la
religión y de la patria.
Nota:
Comunicado papal redactado bajo ideas genéricas pero en términos bélicos. Para
las mentes de los ingenuos es la bendición divina para una guerra religiosa,
justa y fanática.
Las
libertades absolutas en Colombia.
Libertad
de cultos. La declaró el Partido Liberal colombiano el 14 de agosto de 1935 cuando
dijo: el Partido Liberal. Proclama la libertad de cultos. Y este principio fue
consignado en la constitución en el artículo 13 el 5 de agosto de 1936 cuando
la constitución dice: se garantiza la libertad de todos los cultos que no sean
contrarios a la moral cristiana de las leyes
Nota: Monseñor Builes no acepta ni
siquiera la salvedad del artículo constitucional porque simplemente no puede
existir la libertad de cultos porque para él sólo existe un culto y por ello no
existe esa libertad. Porque es una libertad de liberales de ideas excluyentes.
La
salvedad es perfectamente inoperante, ya que la moral cristiana es la cuarta,
intérprete y maestra de la verdad. Libertad de cultos está en gran manera
contraria la virtud de la religión. Su fundamento es el profesar la religión
que le acomode o el de no profesar ninguna. Muy al contrario, entre todas las
obligaciones del ser humano, de adorar a Dios.
Siendo,
pues, necesario del Estado profesar una religión, hará profesar la única
verdadera, la cual sin dificultad se conoce, singularmente en los pueblos
católicos. Esta religión es, pues, la que han de conservar los que gobiernan.
Queremos advertir que una libertad religiosa de ese gobierno es dañosísima a la
libertad verdadera, tanto de los que gobiernan como de los gobernados.
Doctrina
de liberalismo colombiano: el 18 de enero de 1947, Jorge Eliécer Gaitán, dice:
el liberalismo reafirma su fe en los principios de libertad de palabra, de
prensa etcétera.
La
doctrina Pontificia de León XIII: la libertad de hablar y de imprimir cuanto
place es apenas necesario. Negar el derecho en semejante libertad cuando se
ejerce sin templanza sino traspasando toda moderación y todo límite. Hay
derecho para propagar en la sociedad libre lo verdadero y lo honesto para que
se extienda su beneficio. Pero en cuanto a las opiniones falsas que corrompen
el alma y las costumbres, es justo que la que la pública autoridad las cohíba.
Sobre
la libertad de enseñanza el liberalismo dijo el 14 agosto de 1935 lo siguiente:
el Partido Liberal considera la educación nacional gratuita, única, laica y
obligatoria teniendo como base la selección del mérito. Rechaza los dogmas
reaccionarios.
Ésa
doctrina liberal, perfectamente materialista, fue incorporada a la constitución
nacional por medio del artículo 14. Con ello se derrocaban lo mandado por la
constitución del 86 la cual ordenaba que la educación pública fuera organizada
y dirigida en concordancia con la Iglesia Católica.
Por el
contrario la nueva constitución estableció la libertad de enseñanza aunque
dejando al Estado, sin embargo, la suprema inspección y vigilancia de los
institutos docentes, públicos y privados. Con ello contradijo la doctrina
Pontificia de León XIII donde había establecido de que sólo la verdad debe
llenar el entendimiento y por eso repugna la razón esa libertad demente
pretendiendo serle lícito enseñarlo todo según su capricho. Licencia que nunca
puede conceder al público la autoridad del Estado sin infracción de sus
deberes.
Igualmente
Pío XI cuando dijo que es contraria a los principios fundamentales de la
educación la escuela llamada neutra polaca, de la que está excluida la
religión. Tal escuela no es prácticamente imposible, porque de hecho tiene
hacerse antirreligiosa. La asistencia a las escuelas acatólicas, neutras,
comunistas, es decir, las abiertas indiferentemente a católicos y acatólicos
sin distinción, está prohibida a los niños católicos. No basta solo el hecho de
que en ella se de institución religiosa o, como es frecuente, con excesiva
parsimonia, para que una escuela resulte conforme los derechos de la Iglesia.
De tal manera de manera que la religión debe ser el verdadero fundamento y
corona de toda la instrucción, en todos los grados incluidos tanto el
elemental, como el medio, y como el superior.
Sobre
la libertad de conciencia la doctrina liberal simplemente dice: el Estado
garantiza la libertad de conciencia. Pero la doctrina Pontificia establece: se
pregona la libertad de conciencia, que, si se toma en el sentido del ser lícito
a uno, según le agrade, dar o no dar culto a Dios, queda suficientemente
refutada con lo que ya dicho. Pero puede también tomarse en el sentido de ser
lícito, según su conciencia, seguir en la sociedad la voluntad de Dios. Esa
libertad verdadera, digna de los hijos de Dios, está por encima de toda
injusticia y violencia. Al contrario los autores del liberalismo, que dan al
Estado un poder despótico y sin límites y pregona que hemos de vivir sin tener
para nada en cuenta a Dios, no conocen esa libertad.
Sobre
el matrimonio la doctrina liberal declara: el Partido Liberal considera que la
vida civil debe estar regida por la ley civil, y que el divorcio debe llevarse
a la legislación nacional. Por el contrario doctrina de la Iglesia permanece y
aquella ley de Dios única irrefutable: no separe el hombre lo que Dios ha
unido. Ley que no puede anular los decretos de los hombres, y las convenciones
de los pueblos y la voluntad de ningún legislador.
El
liberalismo colombiano y las izquierdas. La doctrina liberal aprobada en la
convención del 18 de enero de 1947 dice: el liberalismo proclama su solidaridad
con todas las fuerzas políticas de izquierda que en el continente americano
luchan por ejercer efectiva la democracia. El liberalismo colombiano es un
partido de izquierda.
Por
otra parte la doctrina Pontificia de Pío XI en 1931 dice: si acaso el
socialismo, como todos los errores, tiene una parte de verdad, el concepto de
la sociedad es inconciliable con el verdadero cristianismo. Socialismo
religioso, socialismo cristiano, son términos contradictorios. Nadie puede al
mismo tiempo ser católico y socialista verdadero. Con cuánto dolor vemos, no
pocos hijos nuestros, que dejan el campo de la Iglesia vuelan a engrosar las
filas del socialismo. Otros, por indiferencia, ponen su nombre en asociaciones
socialistas. Lamentable es en verdad, quienes, llamándose católicos, apenas se
acuerdan de la sublime ley de la justicia de la calidad.
Y lo
más grave, no temen oprimir a los obreros pobres por espíritu de lucro. Hay
además quienes abusan de la misma religión y se cubren con su nombre en sus
actuaciones injustas, para defenderse de las reclamaciones completamente justas
de los obreros. Esos hombres son la causa de que la Iglesia haya podido ser
acusado de inclinarse al partido de los ricos.
Nota: estas ideas expresadas el 15 de
mayo de 1931 por el Pontífice reforzaron y potenciaron en gran parte lo que
posteriormente dio en llamarse la famosa Teología de la Liberación de la
Iglesia. Palabras que malinterpretadas fueron utilizadas para justificar la
diferencia y, luego, la lucha de clases según la riqueza o la pobreza. Cayendo
en acciones totalmente inhumanas de, incluso, muchos miembros del clero.
Sobre
el comunismo, con el que simpatizan los liberales del mismo Pío XI dijo: el
comunismo es intrínsecamente perverso. No se puede permitir que colaboren con
el los que quieren salvar la civilización.
El
liberalismo colombiano y la educación. Lo que el liberalismo ha realizado
últimamente sobre la educación, en contra de las disposiciones de la Iglesia,
lo expresamos en nuestra parte pastoral de Cuaresma el año de 1945. Allí se
escribió el grado profundo de religiosidad de los legisladores colombianos. Se
probó que la perversión de sus ideas religiosas y filosóficas cuentan los
mismos derechos a la libertad al error. Siendo así que el error no tiene
derechos. Los monopolios injustísimos de parte del Estado contra todo derecho.
La
condenación del liberalismo Pío IX, el 27 de septiembre de 1852 en alocución y de
León XIII el 17 de septiembre de 1863 en encíclica, condenan expresamente
liberalismo colombiano cuando dijo: condenamos el naturalismo y el
racionalismo, que constituyen el primer y segundo grado del liberalismo.
Y
a los que dicen:
Que
la Iglesia no es una sociedad perfecta e independiente.
Que
a la autoridad civil toca declarar cuáles son los derechos de la Iglesia y los
límites en que pueden ejercer.
Que
la potestad eclesiástica no puede ejercer su autoridad sin el consentimiento
del gobierno civil.
Que
la Iglesia no tiene potestad para definir la religión católica como la única y
verdadera.
Que
la Iglesia no tiene motivo y legítimo
derecho de adquirir y poseer.
Que
a los sagrados ministros de la Iglesia debe excluirse enteramente del dominio y
cuidado de las cosas temporales.
Que
no es lícito a los obispos publicar, sin la autorización de la potestad civil.
Que
el Estado tiene derecho sin límites.
Que
debe desaparecer el fuero eclesiástico para las causas tanto civiles como
criminales de los clérigos.
Que
en el conflicto entre las leyes eclesiásticas y civiles prevalece el derecho
civil. Que la autoridad civil puede mezclarse con las cosas que pertenecen al
régimen espiritual.
Que
la autoridad civil puede juzgar a los pastores de la Iglesia.
Que
la autoridad civil puede juzgar las disposiciones para recibir los sacramentos.
Que la autoridad civil, por derecho propio, puede presentar a los obispos.
Que
la filosofía, la moral y las leyes civiles, pueden y deben desviarse de la
autoridad divina.
Que
el sacramento del matrimonio no es sino una cosa accesoria, un contrato en el
que se puede separarse de él.
Que
el vínculo del matrimonio no es indisoluble.
Que
la autoridad civil puede sancionar el divorcio absoluto.
Que
en virtud del contrato meramente civil puede haber verdadero matrimonio entre
cristianos.
Que
no es malo el contrato cuando se excluye el sacramento.
Que
el Romano Pontífice puede y debe transigir con el progreso, el liberalismo y la
civilización moderna.
Todos
estos errores y otros muchos, los ha sostenido y llevado a la práctica el liberalismo
en nuestra patria. Por lo tanto, el liberalismo es pecado.
El
primero y más grande prelado que cae víctima del liberalismo es el Ilustrísimo Monseñor
Mosquera. Razón por la cual Pío IX pronunció la siguiente alocución: nuestro
venerable hermano Manuel José de Mosquera, arzobispo de Bogotá, cura fue
abrumado de angustias porque nunca dejó de protestar vigorosamente contra
aquellas leyes. Nuestro obispo de Cartagena y nuestro Vicario de la diócesis de
Santa Marta, habían recibido del mismo gobierno, intimaciones relativas al
concurso de las parroquias. Porque no vacilaron en rechazar dicha intimación.
También el obispo de nueva Pamplona. Todos condenados y declarados de todo nulas
y de ningún valor todas aquellas cosas que aquí han sido sancionadas por la
potestad civil. Con tanto menosprecio de la potestad del Iglesia y de esta
santa sede.
Aflígenos
un increíble dolor sobre la manera cruel y vergonzosa con que la Iglesia
católica trastornada y atormentada por el gobierno de la República de la nueva
Granada. Y que dicho gobierno se esfuerce en conculcar y destruir nuestra
santísima religión. Desde hace dos años a esta parte ha publicado dicho
gobierno leyes y decretos criminales, en gran manera contrarios a la autoridad
de la Iglesia Católica.
Se
prohibió a los ministros ejercer, sin licencia de la autoridad civil. Los
bienes de la Iglesia han sido usurpados y vendidos, lo que ha privado de sus
rentas a las parroquias, a los religiosos y el clero, a los hospitales de las
casas de refugio, a las asociaciones piadosas de las capellanías. Es sancionada
la libertad de cultos. Son suprimidos todas las corporaciones religiosas.
Completamente prohibida su existencia. Es prohibida también la promulgación de
todas las letras apostólicas. Imponen la pena de destierro los eclesiásticos y
la multa y cárcel a los seglares que rehusaron obedecer la orden. Además sean
castigados de destierro los individuos que rehusaron someterse a la ley
relativa al despojo de los bienes del Iglesia. Y que todos los eclesiásticos,
en manera alguna, para desempeñar los deberes de su ministerio, sin que antes
no juraren someterse a la constitución de la República de la Nueva Granada y al
mismo tiempo se imponen una pena de destierro.
Los eclesiásticos
religiosos que justamente se han opuesto a las malvadas orden del gobierno, han
sido encarcelados, o destinados al destierro. Pasan su vida en la selva, las
vírgenes consagradas a Dios arrojadas de sus conventos y reducidas a la última
miseria. Se vieron obligadas acogerse caritativamente en sus casas de algunos
fieles piadosos. Pero el gobierno, furioso por esta cogida, las amenazó con
expulsarlos de las casas, de dichos bienes y dispersarlos. Los templos sagrados
y los conventos convertidos en cuarteles. Nos quejamos pues, y reprobamos todos
los gravísimos daños e injurias inferidos por el gobierno a la Iglesia.
Carta al
general Mosquera enviada por su santidad Gregorio XVI el 17 de septiembre de
1845 al Presidente de la República, Tomás Cipriano de Mosquera. Conocimos con suma
admiración, la ley dada ayer 25 del próximo pasado del mes de abril. Porque por
esta ley de tal manera es atacada la potestad del Iglesia y su libertad por el
poder civil. Por tanto, te pedimos encarecidamente, a nuestro sumo celo, digno
de un varón cristiano, para que no sólo se revoque prontamente la ley, sino
también para que en lo sucesivo se conserven ilesos los derechos del Iglesia.
En los
años transcurridos desde 1930 hasta 1946 se dieron leyes y se dictaron disposiciones
tan contrarias a los derechos del Iglesia en nuestra patria. Que bien puede
decir nuestro Pontífice reinante Gregorio XVI: en realidad no podemos explicar
el dolor de nuestra alma al leer estas leyes. Toda esta legislación culminó con
el aterrado 9 de abril. No podrá jamás borrarse la fecha calorífica del
sacrilegio el 9 de abril.
La
condena del liberalismo colombiano por parte de los obispos.
Hemos
expuesto la condenación del liberalismo por León XIII en sus tres formas: el
ateísmo, la soberanía sobre la razón y el rechazo del dominio de Dios en el Estado.
Las condenas fueron así:
Monseñor
Bernardo Herrera: en carta al doctor Rafael Uribe Uribe le dijo: el
liberalismo, no niega Dios, tiene, sin embargo, el afán de que el ciudadano sea,
en cierto modo, distinto del hombre moral. Se sostiene que las leyes divinas
deben regir la vida de los particulares, pero no las del Estado, en los asuntos
públicos es lícito apartarse de los mandamientos de Dios. Para Rafael Uribe
Uribe cualquier intervención hecha, en nombre de Dios, es violación de los
derechos del hombre, quien puede usar absolutamente su libertad para arreglar y
dirigir las cosas de la vida. Todo esto es atacar la soberanía nacional. La
consecuencia la separación de la Iglesia y el Estado. Y aquí un principio que
ningún católico puede admitir como tesis y que nos ponen en pugna con el
liberalismo.
Nota: no. porque la soberanía nacional es
precisamente la que sostienen el soberano derecho del individuo a profesar con
libertad una religión y por eso es que el Estado no puede proclamar una
religión oficial porque perdería su imparcialidad.
Muchos
no aprueban la separación de la Iglesia del Estado pero creen en la práctica,
que conviene que la Iglesia, condescienda con las políticas de los pueblos. Este
parecer es bueno si se entiende una condescendencia racional, en atención a la
esperanza cierta de algún gran bien. Otra cosa es cuando se trata de prácticas
de doctrinas ilícitas introducidas por la corrupción de las costumbres y las
falsas opiniones.
Nota: todos, tanto políticos como
eclesiásticos, caen en estas discusiones en los mismos errores de
generalización, tergiversación, concatenación impropia, sofismas de expresión, más
poblada por fanatismos recalcitrantes, impermeabilidad racional, invasión de
potestades.
Felizmente
no son muchos los liberales ateos y los liberales naturalistas y racionalistas
de nuestra patria. Pero si son muchos los que sostienen ese liberalismo
político del hombre doble, es decir, con una mentalidad en la vida privada y otra
la vida civil pública.
Monseñor
Esteban Rojas: pasada la guerra de los 1.000 días Rafael Uribe y escribió de
cómo el liberalismo político de Colombia no es un pecado. El obispo de la zona
Esteban Rojas le respondía el 2 de octubre de 1912: ¿Quién es el que pretende
la muerte y perdición de la humanidad y de las armas liberales? ¿Nosotros que
le señalamos la meta de la recta razón? Es su señoría quien se empeña en
hacerles perder de vista esta meta. Las explicaciones de Monseñor Rojas prueban
plenamente que el Partido Liberal de Colombia tiene como canon fundamental el
gobernar la humanidad prescindiendo de la revelación.
Por
eso Uribe no se debe atrever a decir que su partido no tiene nada en común con
el racionalismo. Bien claro. Aparece aquí el segundo grado de liberalismo o sea
el racionalismo. Ostenta su señoría engañar al pueblo con algunas otras
palabras pontificias dadas para otras naciones y forzadamente y erradamente
traídas al Partido Liberal colombiano, condenado directa y expresamente por dos
veces por los dos pontífices en 1852 y 1863. Por lo tanto no es recto del
Partido Liberal colombiano pretende gobernar con prescindencia de los derechos
divinos.
Por
eso prometo formalmente que lo demuestre. Y si no lo demuestra su argumentación,
no viene al caso, quedará la mía en pie la de que pertenecer al partido es una
ofensa a Dios. Su señoría niega la autoridad doctrinal de los papas metiéndose
para su desgracia en un terreno que le extraña de peso y el cual no sabe dónde
pisa.
Nota: lo mismo hace el obispo metiéndose
en los terrenos políticos en los que él tampoco sabe dónde pisa.
El
solo hecho imprescindible es la realización revelada, es despreciarla y
atacarla. Pero el Partido Liberal colombiano nunca, ni en guerra, ni cuando no
está en el poder, nunca, repito, ha prescindido de la religión católica.
Siempre la tiene entre los ojos para aborrecerla y atacarla. Su señoría misma
lo confiesa ocupando páginas enteras en lanzar expresiones durísimas contra la
Iglesia y terribles amenazas para cuando sea gobernante.
Monseñor
Ezequiel Moreno obispo de Pasto. Decía: es el liberalismo el gran enemigo de la
Iglesia en la sociedad, y debemos atacarlo con tanta más valentía cuando mayor
es el daño que hace. En su testamento antes de morir escribió diciendo que el
liberalismo es pecado.
Monseñor
Ismael Perdomo, obispo de Ibagué y luego arzobispo de Bogotá y primado de
Colombia. En 1912 demuestra que liberalismo es malo, que no puede admitirse la
tesis de que liberalismo político colombiano respeta. Es necesario demostrar
que los católicos pueden, sin pecado, apoyar un partido que profesa doctrinas
condenadas por la Iglesia. Es necesario demostrar que no pecan los fieles
apoyando el liberalismo, que no hay pecado en apoyar a liberalismo,
representante de doctrinas condenadas por la Iglesia para que puedan continuar
sus hostilidades.
La
conferencia episcopal del año 24, declara que liberalismo es anticristiano, a
pesar de los esfuerzos que hace la secta por ocultar el carácter. No ha mucho tiempo
que, en circunstancias conocidas de todos, el liberalismo se asoció
públicamente y de manera ostentosa a las logias masónicas, desafiando así los
sentimientos católicos de esta ciudad capital.
Han
transcurrido ya muchos años desde que un tribunal francés lanzó la idea de que en
Chile el clericalismo es el verdadero enemigo de la Iglesia y se hizo la
ilusión de que con estas aseveraciones se evitaría el descontento de la masa
católica. Ese modo de hablar llegó a América. Lo que hay de cierto, las
doctrinas de liberalismo no son respetuosos de la religión. Al contrario, el
liberalismo, doctrinas y prácticas están en abierta oposición a la Iglesia. Es
una secta anticristiana, no obstante su pretensión de ser solo partido
político.
Nota: desde los comienzos de la nación el
naciente partido liberal se adhirió a las ideas de cambio de la revolución
francesa y eso implicó reducir el poder de la ya muy influyente Iglesia en la
política dentro del gobierno del pueblo. Como la Iglesia suponía, debió ser
usada mucha fuerza de autoridad que ofendió a los prelados quienes por años
predicaron contra el partido. Rencor que largamente acumulado encontró propicio
explotar con violencia 9 de abril de 1948.
La conferencia episcopal de 1948 dijo a raíz
de los tremendos acontecimientos del 9 de abril, reunida en Bogotá en junio de
dicho año, condenó los errores del liberalismo doctrinario en lo referente a
los puntos de religión y moral. Llamó la atención de los fieles sobre algunos
funestos errores del liberalismo en el que no se pueden progresar sin mengua de
la integridad y pureza de la doctrina católica. Entre ellos están: sobre la
educación a la que considera como función propia y exclusiva del Estado
aislando a la población de las verdades reveladas y desconocer los derechos que
sobre ella tiene, antes que el Estado, la Iglesia.
Nota: la Iglesia sembró vientos y cosecha
tempestades.
Sobre la escuela única y laica. El laicismo,
pretendemos emancipar al hombre de la fe religiosa tanto en la vida privada
como en la vía pública. Y la escuela laica única abiertamente con los derechos
sobrenaturales de la Iglesia.
Sobre la indiferencia religiosa explica: es
totalmente incompatible con la Iglesia Católica porque permite ser indiferente
profesar cualquier religión. Condenamos el decir que el mejor orden de la
sociedad exige que la sociedad humana se gobierne sin tener en cuenta para nada
la religión, como si ella no existiera, o al menos, sin hacer diferencia alguna
entre la verdadera y las falsas religiones.
Sobre la libertad de cultos: pensar en materia
de religión, entre formas diversas y aún contrarias, no hay ninguna diferencia,
solo da como resultado el ateísmo. Ya Pío IX había condenado las siguientes
proposiciones: todo hombre tiene libertad para abrazar y profesar la religión
que a la luz de la razón parezca verdadera. Que pueden los hombres hallar el
camino de la salvación en el culto de una religión cualquiera.
Sobre el matrimonio civil y divorcio
vincular: el liberalismo afirma que entre católicos puede celebrarse el
matrimonio rescindiendo de la legislación canónica y con la intervención
exclusiva de la autoridad civil, es decir, del sagrado carácter de Sacramento.
León XIII afirmó: los que niegan que el matrimonio sagrado pervierten su
fundamento natural, contrarían la divina Providencia. Condenó las siguientes
proposiciones: ninguna razón en que dice que Cristo delegó el matrimonio a la
dignidad de sacramento. Por derecho natural el vínculo del matrimonio no es
indisoluble y puede ser sancionado por la autoridad civil. Estos perniciosos
errores no pueden tropezarse con un católico.
Monseñor Rafael María Carrasquilla pregonó:
los liberales colombianos pueden clasificarse corifeos, que profesan los
errores del liberalismo y los pusieron en práctica la constitución en las
leyes. Los moderados, que conocen aquellos errores pero hacen profesión el no
seguir al punto. Una gran masa ignorante que no profesa los errores liberales,
pero que, por tradición familiar lleva el nombre liberal, sin querer separarse
el Iglesia
El
liberalismo comunista. El liberalismo se ha tornado ya de liberalismo
propiamente dicho al comunismo real, encubierto por la vestidura del
liberalismo. La prueba del 9 de abril confirma que sea declarado izquierdista.
El liberalismo colombiano desea que las normas soviéticas sean las que rijan en
nuestros pueblos americanos.
Nota: lo que el socialismo y el comunismo
hizo al sacramental gobierno zarista y a las adoradas monarquías, lo hizo el
liberalismo a la autoridad de la Iglesia. Por eso la Iglesia asoció a ambos
como la misma amenaza dentro de la cual surgió la Iglesia ortodoxa rusa. La
altísima rigidez de ideas y de dogmas de la iglesia también ha propiciado el
surgimiento del protestantismo, el enciclopedismo, la ilustración, la
masonería, el localismo, el izquierdismo, el librepensamiento, el populismo o
el laicismo liberal de conciencia.
Intervención del clero la política. Lo
prescribió la conferencia episcopal de 1913: llámese política el arte de
gobernar. Mas, como los hombres tienen diversas opiniones sobre esto, resulta
inevitable la formación de diversos grupos o partidos políticos y la
consiguiente lucha entre ellos. Es una corruptela llama política el conjunto de
pasiones que habitan en estos partidos, y los medios que emplean, para triunfar
y hostilizarse mutuamente. Por eso el concilio dispone que son errores, acerca
del derecho y el deber que tiene el clero a intervenir en política, cuando
están por medio los intereses de la religión prescribiendo que: abstenerse el
clero, prudentemente, en las cuestiones tocantes asuntos meramente políticos y
civiles sobre los cuales pueden existir diversas opiniones. Por eso queda
prohibido: tratar en público cuestiones meramente políticas. Sobre todo a los
asuntos a la predicación, lo que sería convertir el púlpito en tribuna profana.
Nota: como los militares políticos pero apartidistas.
La Iglesia si ordenó la apoliticidad. Pero el obispo Miguel Angel Builes
difunde las ideas pero no las practica. Porque fue un auténtico Demóstenes del
partidismo.
Formar parte de Comités de carácter político.
Miren como desde un lugar superior que es deber suyo, trabajar por unir los
ánimos de todos los ciudadanos y extinguir los odios antes de comenzarlos. La
Santa Sede ha declarado que no es prohibido a los ministros de la Iglesia hacer
uso de sus derechos, pero le recomienda el que se guarden bien dejarse llevar
por la pasión del partido y no traspasar los límites de la moderación. No omitan
esfuerzos los pastores para preservar a los fieles de los escándalos.
Enseñen con diligencia los deberes que tienen
relación con las elecciones, explicándoles que la misma ley que otorga a los
ciudadanos el derecho de sufragio, les impone grave obligación de dar el mayor
bien a la república. A aquellos que
venden su voto o que lo dan a un candidato del reputado como infiel,
inducen a otros a sufragar por él. Y cuando ocurran particulares y
extraordinarias circunstancias, guárdense de resolver nada antes de consultar
al obispo. No omitan advertir la gravísima obligación que tienen los ciudadanos
de trabajar siempre por el mayor bien de la patria y de la religión.
Absténganse de favorecer más a un partido salvo que uno de ellos sea
abiertamente hostil a la religión. Y el liberalismo izquierdista es
abiertamente hostil a la religión. Al aproximarse las elecciones instruirán a
los fieles acerca de la culpabilidad de los fraudes electorales y
principalmente sobre la gravedad del perjurio. En todo tiempo debe mostrarse el
sacerdote modelo de circunspección y cordura.
La conducta en la predicación. Instruyese al
pueblo claramente y con toda exactitud en aquellas cosas que merecen la mala
nota del liberalismo. Téngase mucho cuidado de no ser tema constante el hablar
contra el liberalismo. Conviene más explicar sencilla y claramente la verdad
que refutar el error. La refutación directa de los errores liberales se hará
cuando recién las circunstancias, pues no todas son oportunas. Predicarán con
ánimo calmado y sereno para no aparecer guiado por odio o por cualquier otra
pasión, sino por el deseo del bien de sus hermanos. Se abstendrán expresiones
vulgares y ofensivas, de ataques y alusiones personales de desahucio.
En el confesionario. Si el penitente declara
expresamente que es liberal o que se deduce de lo que dice en la confesión,
habrá que averiguar si admite o no, errores condenados por la Santa Sede. Para
obtener la declaración explícita penitente, deben hacerse las preguntas con tino
y prudencia. Si el penitente acepta sinceramente lo que enseña la Iglesia y su
entera sumisión al magisterio de la Iglesia, debe impartirse la absolución. Si
el penitente se obstina en su error mostrándose revertir contumaz, para que
negarle la solución, porque es indigno de ella.
En cuanto a la cooperación. Entre los actos
más eficaces de cooperación están los siguientes: Tomar parte voluntariamente en
las revoluciones para derrotar a la autoridad legítima. Votar y comprometer a
otros que sufren por cantidades hostiles a la Iglesia. Sostener, difundir y
favorecer la mala prensa. En cuanto al nombre, si el penitente está dispuesto a
prestar cooperación activa al liberalismo hostil a la Iglesia procure, el confesor,
inducir que no haga ostentación de dicho nombre, pero no aleccionar esto so
pena de negarle la absolución. Cuando el penitente persista gravemente en
materia de liberalismo, el sacerdote interrogará prudentemente sobre la
materia, máxime si hay el peligro de reincidencia. En cuanto a la protesta. Los
afiliados acepta reprobar pueden ser absuelto con la sola retracción del
confesor y reparando el escándalo del mejor modo posible. La anterior línea de
conducta es aplicable también a los penitentes que profesan principios
liberales reprobados.
La conducta cerca de los otros sacramentos por parte del clero.
Los sacerdotes se deben cuidar el condescender con los errores, para ganarse a
los extraviados y enumera con indulgencia los pecados, por el deseo de salvar a
los pecadores.
INTERVENCIÓN EN POLÍTICA DE LA IGLESIA
Nota: lo que viene a continuación son normas
de doctrina eclesiástica que parecen casi que el dictado de los cánones para la
doctrina militar colombiana. Por eso, las palabras del obispo Miguel Angel Builes,
en Santa Roza de Osos en el tiempo de violencia política, permiten un perfecto
paralelo. Con tan solo la excepción que una es la iglesia y otra la milicia, pero
que son de exacta aplicación en las circunstancias actuales. Como si hubiesen
sido para las inquietudes de las FF AA del presente. Pretendo con el
recordatorio de estas predicas religiosas ayudar a dar claridad a los titubeos
que se ven dentro de las filas militares.
Es una ayuda de profunda reflexión para
los militares de lo que debe ser el pensamiento de la ortodoxia fundamental de
la profesión militar. Son parte y resumen de una de sus muchas y famosas cartas
pastorales. La del 11 de febrero de 1949. Aun así resulte extenso. Que fueron
publicadas y difundidas por la iglesia por todos los medios. En especial los
pulpitos.
Los hombres de ls FF AA han de sacar, con inteligencias y juicios
razonamiento, sus propias conclusiones. Adaptando las ideas benéficas e
ignorando aquellas que no consideren provechosas a su profesión.
LA POLÍTICA, LA IGLESIA Y EL VOTO
ECLESIÁSTICO.
La intervención del clero en las elecciones. Mucho se ha repetido
que la acción de la Iglesia (léase
la milicia) debe mantenerse fuera y por encima de los
partidos políticos. Pero esto es muy distinto de la prudente y obligatoria intervención cuando
entran en juego los intereses de la Iglesia. Los sacerdotes (léase los militares) debemos intervenir con nuestra autoridad en asuntos meramente
políticos. Más si la política está relacionada con la religión (la milicia), si la política toca el altar (el cuartel), como enseña Pío X,
entonces no solamente podemos, sino que debemos intervenir en esa política.
Lo que dicen los papas: Censúrese la conducta
de los que juzgan que la Iglesia se debe doblegar y acomodarse a lo que desea
la prudencia en el gobierno de las naciones. En nuestra patria, el liberalismo (la política) ha exigido a la Iglesia cosas que no están en
conformidad con la verdad y la justicia. Lejos de contribuir a esas
aspiraciones nobles, el liberalismo ha servido para favorecer la inconformidad
y la viciosa libertad conformándose un concubinato legal.
Para que no falte la benéfica cooperación de
los católicos (el pueblo) en asuntos públicos, esfuércense los obispos (los altos mandos) en grabar profundamente en los ánimos de sus
fieles (los subalternos), la idea de que el no querer tomar parte en la
política es vicioso. Que equivale a no interesarse por el bien común y no
trabajar por él. En cuanto que los católicos (los militares) se ven impedidos a portarse con integridad y entereza, porque así es
como se lo enseña la fe que profesan (lo enseña la doctrina militar). Por el contrario, si permanecen inactivos, tomarán con facilidad las
riendas aquellos cuyas opiniones no dan grandes esperanzas de salvación.
Nota: como cuando tomaron las riendas del
gobierno Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez convirtiéndose en un caso
extremo. Obligando a los militares a hacerse al poder porque la acción política
civil dejó salir de las manos la gobernabilidad de la nación. Por tal motivo
fue una inevitable necesidad social del General Rojas Pinilla asumir el
gobierno nacional sin corresponderle, por naturaleza, a los militares desempeñar
esa función social.
Por lo cual los clérigos (los superiores) deben amonestar a menudo a los
fieles (subalternos) a que cuando lo exijan los intereses de la religión (la sociedad y la milicia) no se impidan, por algún motivo justo y peculiar, en intervenir
en dirigir la cosa pública, para que, por su autoría, se conformen las
instituciones y las leyes a las reglas de la justicia.
Sobre lo que opinan los obispos colombianos. La Santa Sede (la cúpula militar) ha trazado las normas específicas que deben seguir en el régimen
de la Iglesia (la milicia) en Colombia, en cuanto a los asuntos que se relacionan con el
orden civil y político. Sobre el derecho que tienen a tomar parte en los
asuntos públicos. Por ser ciudadanos de Colombia, tienen el deber de instruir a
los fieles (subalternos) en lo que se relaciona con la vida social y el orden político.
Esas normas son:
Primero. Deben inculcar claramente la concordia de voluntades, la
conservación de la paz, mediante el acatamiento debido a las autoridades
legítimas y a las leyes que rigen en la República.
Segundo. Emplear su influjo a fin de obtener la unión entre los
colombianos y procurar así el bien público.
Tercero. Enseñar a los fieles (subalternos) que, según la doctrina católica (militar), una ajusta
y moderada intervención del clero (militares) en la vida pública, es benéfica a los
derechos civiles que corresponden a todos los ciudadanos. Y que donde la causa
de la Iglesia (nación) no es extraña a las controversias políticas, es propio del mismo
oficio sacerdotal (militar).
Cuarto. Enseñar claramente a los fieles (las tropas) que, según la doctrina católica (militar) tienen obligación
grave de cooperar al orden y la tranquilidad de la nación. Principalmente,
dando su voto, cuando se trate de elegir a los que hayan de desempeñar las
funciones públicas. Buscando las personas más idóneas (y con mayor prioridad el interés
nacional no faccioso).
Quinto. Encarecer al clero (los oficiales y suboficiales) y a los fieles (los soldados) el cumplimiento de cuanto está expresado por la Santa Sede (la constitución).
Nota: hasta aquí las ponderadas ideas
llegadas de Roma y a continuación las ideas que al respecto expone el obispo
Gasparri.
El cardenal Gasparri al respecto de la doctrina dice: hay casos en
que el clero y los católicos deben intervenir a una forma concreta en la
política cuando la política ataca la religión (la milicia).Debe condenarse
como errónea y perniciosa la opinión de aquellos que quieren separar la
religión (la milicia) de la política. Siendo evidente que las leyes y el orden público
no podrán ser eficaces ni proveer la paz y prosperidad de los pueblos, si no
están informados los fieles (los
militares) en los principios de la fe cristiana (de la doctrina militar).
Y de aquí se deduce el error de que obraría, según una falsa
prudencia, aquel pastor (militar) que dejase de iluminar la mente de sus fieles (subalternos) sobre este punto o cuando protestase con la debida firmeza contra
la autoridad política cuando inculca los derechos de la religión (de la milicia).
Cuando la lucha política se agita, entre los diferentes partidos,
pero sin dañar en lo más mínimo los derechos de la Iglesia (la doctrina militar) los obispos (coroneles
y generales) deben impedir cuidadosamente que lleguen a ser
un instrumento de determinado partido. En este caso, el clero (el militar) debe observar la más estricta neutralidad. Y este es el verdadero
sentido en que Roma (el Estado
Mayor Conjunto) ha prohibido muchas veces y rigurosamente
a los eclesiásticos (militares)
la intervención en cuestiones políticas. Es un deber bastante
arduo el de los obispos (coroneles)
y del clero (los
mandos) cuando entre los partidos se enciende la lucha, el mantenerse unidos,
aun sacrificando el propio parecer, a fin de que mediante el trabajo organizado
y constante, logren que las instituciones y las leyes inspiren las normas y la
justicia. Y que el espíritu y la virtud benéfica de la religión (el orden público) penetren por todo el organismo de la nación.
De lo contrario, si no se puede, como lo publicó León XIII en 1885,
fácilmente se apoderaría de los poderes públicos, personas cuyas maneras de
pensar no pueden ofrecer grandes esperanzas de saludable gobierno. Porque
serían muchos los enemigos de la Iglesia (de la milicia) y muy poco sus amigos. Serán los
sacerdotes (los comandantes) los principales cooperadores para fomentar la unión entre los
fieles (los soldados), tanto con las palabras como con las obras y el ejemplo.
Con el fin de lograr ingresar dentro de los principios de la
legalidad, en tiempos de elecciones, sino también proceder con gran
circunspección y prudencia, aún para con los adversarios. De suerte que todos
vean que el sacerdote, (el
militar), en el campo político, se vale de un medio legal
e indispensable para proveer la defensa de la religión (nación) y el
verdadero bien de la patria.
Asimismo, es deber del clero (los comandantes) el formar la conciencia de los
fieles (las tropas) acerca de sus deberes cuando se presentan las luchas políticas y
las partidistas. Puesto que es claro que la religión (doctrina militar) ha de ser la guía de los católicos (las Fuerzas Armadas) no solo en
la vida privada, sino también y con mayor razón, en la pública.
Es grato decir que la prohibición de tratar la política desde el
púlpito (el atril del comandante) no puede extenderse aquellos argumentos que, aunque
desgraciadamente son impugnados por los partidos políticos, tienen estrecha
relación con la religión (la milicia)
y con los principios más sólidos del orden civil.
Para instruir a los fieles (subalternos) en tales materias, podrán los
sacerdotes (los superiores) valerse de las conferencias (las charlas de comando) conservando la
necesaria moderación para con los adversarios. Se pueden y se deben defender
con franqueza la doctrina y los derechos de la religión (la milicia).
Nota: hasta aquí las doctrinas del
cardenal Gasparri referentes a la relación Iglesia gobierno. Siguen las de Monseñor
Builes.
He aquí la intervención del clero en las elecciones. Intervención
que en la práctica puede llegar hasta tener que decir privada o públicamente, a
los fieles cuales son los candidatos por los cuales pueden votar en conciencia
y delante de Dios y cuáles son los probos e idóneos. Para la suerte de la
patria, el clero está obligado a conocer la lista de los de los liberales
comunistas, para que se abstengan de votar por estos y voten por los candidatos
católicos.
Los sacerdotes pueden y deben, en determinadas circunstancias,
como las actuales, sentirse obligados a votar por candidatos que den garantías.
Su carácter sacerdotal (al militar)
no les debe privar de los derechos civiles, ni obren en ellos, la
llamada por los juristas, la doctrina del capitis diminutio. Para restarles sus
naturales derechos, queriendo reducirlos y recluirlos al secreto de las
sacristías (los batallones), como lo hizo las constitución de Rionegro 1863, privando al clero
de estos derechos civiles
Nota: como la privación del voto por
parte de los políticos liberales a los militares en 1936.
Por tanto, el derecho de sufragar es para nosotros uno de los más
sagrados e inalienables, sino queremos que, con procedimientos contrarios, nos
regrese el enemigo de la Iglesia (de la milicia) a las humillaciones del pasado
siglo.
Nota: Se refería Monseñor Builes a las
del siglo XIX, para el caso de la iglesia. Y son las del siglo XX (1936) para
el caso de los militares.
No importa que un partido político levante una bandera religiosa (promilitar) aun habiendo levantado el partido contrario un pabellón
anticlerical (antimilitar).
Nota: lo militar nunca puede usarse y
mucho menos prestarse para levantar banderas partidistas ni facciones. Porque
si lo hace o lo admite, pierde la base fundamental de la neutralidad, que es lo
primordial de su doctrina institucional y, por eso, las FF AA colapsarían
cayendo en su propia autodestrucción.
No puede la Iglesia (la milicia) permanecer indiferente cuando los partidos
preconizan la persecución y el otro la defensa de las doctrinas y de las
instituciones católicas (la
instituciones militares). De allí
se deriva, como natural corolario, que la Iglesia si puede aceptar el apoyo que
un partido le brinda y que debe corresponder a este servicio en forma cordial
aunque con mesurada prudencia.
Nota: fue un error de Monseñor Builes
decir que la Iglesia podía aceptar el apoyo de un partido. Porque, automáticamente,
convierte a la Iglesia en partidista. Que en nuestro criterio militar no se puede
admitir. Pero ella si puede. Y en este
concepto no la pueden imitar los militares.
Monseñor Builes debió saber que ha sido un
eterno problema militar y un constante inconveniente social el que en Colombia,
el querer hacer partidismo con la milicia y con la Iglesia. Amenaza de la que
las FF AA se tienen que defender con mucho y constante esfuerzo.
Porque según el partido gobernante del
momento y de las reprochables hegemonías, en ocasiones, se ha querido a los
militares conservartizar y en otras liberalizar. Y hasta no han faltado
intentos de conquistas y penetración en sus filas de ideas comunistoides.
Conclusión: hemos expuesto nuestra doctrina
eclesiástica (militar). Pero en Colombia es una dificultad tremenda y
de muy penosa y casi imposible superación, la confrontación partidista. Porque
está caldeada en la ardorosa e implacable arena en la lucha política propia de
este trópico. En el que se mezcla lo divino con lo humano. Los gustos con los
prejuicios. Las pasiones con la verdad y la justicia. Las tradiciones de sangre
y de familia con las ideas. Lo ideal y doctrinario con lo real. Con todo, al
imponerse la verdad y la justicia y no caer en contradicciones que conduzca a
la destrucción de los principios de la Iglesia (de la profesión de las armas).
El Liberalismo individualista se ha tocado en
liberalismo marxista y multitudinario que no respeta ningún derecho divino y
humano. Gravísimo peligro amenaza la Iglesia la patria si el liberalismo
comunista gana las elecciones de junio venidero. Recordamos a nuestros amados
diocesanos que no pueden votar por candidatos liberales izquierdistas. Y que
todos los que aman su religión están en la obligación so pena de pecado mortal,
de votar por candidatos que garanticen la defensa de los derechos de Dios y de
la Iglesia.
Nota: Este es el final del resumen de
todas cartas pastorales de Monseñor Builes en 1957.
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