Nos ha
tocado ser una de las generaciones que cargan una gran responsabilidad
histórica con Colombia. La de ser una de las que han dejado perder otro pedazo
de nuestra soberanía.
La relación histórica que lo confirma.
Las cédulas reales le daban posesión al virreinato de Santa Fe de Bogotá, tanto del
istmo de Panamá como de todo el territorio actual de república de Costarrica y
la Costa Mosquitia. Con la ida de Bolívar hacia el sur, debió ignorar las posesiones
del norte y ellas por si solas se perdieron preservando solo a Panamá. Y aunque el pacto
era el de aplicar el principio de lo que “habéis poseído lo poseeréis", sin
cambiar para nada los limites determinados por la corona española antes de la
guerra de independencia, no se aplicó con todo rigor.
EL VIRREINATO DE LA NUEVA GRANADA
En los
tiempos de la independencia perdimos la provincia de Venezuela a manos del llanero
arrogante, inculto y burdo del Páez, por no querer acatar las leyes ni la
autoridad de la Nueva Granada. Para eso embaucó a Bolívar quien no quería una
guerra civil dentro de su obra magna.
También
la franja de territorio entre el río Putumayo y el río Napo con los peruanos
cuando, por la invasión de estos a la provincia de Guayaquil (actual Ecuador
que era territorio colombiano), el General Sucre los debió vencer en la batalla
de Tarquia. Y dentro de las condiciones de la rendición aceptó que los límites
en ese territorio se pactarían después. Los peruanos aprovecharon ese desliz y
desocuparon la provincia de Guayaquil pero se apoderaron de la franja del Napo.
Y no hicimos nada.
Luego
la Nueva Granada permitió la separación de la provincia de Guayaquil,
propiciada por los mismos peruanos en venganza por la derrota de Tarqui y con
la ayuda de los revoltosos y rebeldes pastusos, y se separó para crear lo que hoy es la
república del Ecuador. Y no hicimos nada.
Y
hasta el departamento de Nariño lo habríamos perdido ante los ecuatorianos si
Mosquera no los hubiese vencido en la batalla de Changuarchanco.
PROVINCIA
DE GUAYAQUIL
Posteriormente,
la generación de la primera década del siglo XX permitió la amputación del
istmo de Panamá por parte de los norteamericanos y no hicimos nada.
ISTMO
DE PANAMÁ
En la década del 10, envalentonados con la osadía de los gringos que nos tenían apabullados, los peruanos nos invadieron La Pedrera y no actuamos
ante la invasión de la cauchera "Casa Arana" del Perú. Ya no solo de la franja
del río Napo sino de la franja entre el río Caquetá y el río Putumayo. Y nos
quedamos tranquilos.
Basados
en esa tranquilidad, los peruanos hicieron un pacto secreto de límites con los
brasileros donde incluyeron un pedazo considerable del Vaupés que debimos
conceder para no tener conflicto simultáneo con los dos y podernos arreglar mas fácilmente solo con los Peruanos.
EL VAUPES
En la
década del 20, para convenir amistosamente con los nicaragüenses, les cedimos
la franca de la Costa Mosquitia y el archipiélago de Las Islas Maíz. Eso ,para
no perder también el archipiélago de San Andrés, pactamos el límite del meridiano
82 que ahora desconocen.
COSTA MOSQUITIA
Lo
anterior dio pie para que, después, los peruanos invadieran a Leticia y
crearnos el conflicto de la década de los años de 1930. Donde por
querer arreglarnos con los peruanos, definitivamente aceptamos lo que Sucre no
exigió después de haberlos derrotado en Tarqui, el territorio del Napo.
Los
negociadores y nuestros representantes ante la OACI dejaron perder una gran
parte de nuestra soberanía aérea con el Ecuador que en los años 90 recuperaron
unos acuciosos controladores aéreos aun sin corresponderles esa gestión.
DIFERENCIA ENTRE SOBERANÍAS. MARÍTIMA Y AÉREA.
En el
reparto de los espacios aéreos también perdimos el gran espacio aéreo entre
nuestro archipiélago de San Andrés y la costa Caribe. El mismo que corresponde
a nuestra soberanía marítima. Algo así como más de 450 mil kilómetros
cuadrados. Solo preservamos las soberanía marítima pero aceptando la pérdida de
la aérea. Espacio que debemos recuperar.
MAPA
DEL DOMINIO Y CONTROL DE LA CASA ARANA
Para
la década del 80 aceptamos que los venezolanos nos impusieran el atrevido y
ofensivo criterio de la costa seca en el golfo de Coquivacoa usando el descomunal
desliz de nuestros diplomáticos de admitir que Colombia no
tenía ningún interés en los islotes de Los Monjes. Concepto que recomendó el
embajador Holguín de Colombia en Venezuela y acogió un imprudente canciller
colombiano.
INFLUENCIA
DE LOS ISLOTES DE LOS MONJES
Así
llegamos a nuestra generación. La que para 1980 aceptó discutir la supuestas invalidez
del tratado del 1928 con los nicaragüenses y salimos despelucados perdiendo la
soberanía del mar que rodea al archipiélago de San Andrés.
Y como eso fue poco, ahora, quieren más. No solo perdemos la reserva pesquera, la biodiversidad sino los minerales, los tesoros náufragos, el petróleo y el gas del subsuelo marino.
Y como eso fue poco, ahora, quieren más. No solo perdemos la reserva pesquera, la biodiversidad sino los minerales, los tesoros náufragos, el petróleo y el gas del subsuelo marino.
MAPA
DELA ARCHIPIÉLAGO DE SAN ANDRÉS Y PROVIDENCIA
Nos ha
correspondido ser una de las generaciones donde se ha encogido la soberanía. Y
cargamos con la infamia como la que adquirió Marroquín cuando nos arrebataron a
Panamá y no hicimos nada.
El recuento histórico es para decir que una de las gigantes obligaciones de
nuestro tiempo, si no queremos ser estigmatizados por la historia futura, es la
defender a toda costa esa soberanía. Y como eso no se logra simplemente con
discursos de cancilleres pusilánimes y rabiosas exhibiciones de presidentes en
los medios de comunicación, tenemos que desarrollar los recursos contundentes
para hacer respetar esa soberanía.
lo que se logra disponiendo de medios suficientemente defensivos disuasores y, si fuera
necesario, ofensivos agresores, para que no tengamos más atrevimientos contra
nuestros intereses. No para pretender recuperar lo que ya definitivamente hemos
perdido, pero si para no seguir perdiendo más. Lo que nos han usurpado ha sido más
debido a nuestra evidente y franca debilidad que por la fortaleza de los atrevidos invasores.
Esos
medios son el equipamiento militar, como lo ha sido durante toda la existencia
de la humanidad. Porque lo que no se logra defender por las vías pacíficas,
como son la diplomacia y los acuerdos, se logra por la fuerza. Lo que no se defiende
con la pluma se defiende con la espada.
Recursos militares tan fuertes que los codiciosos no piensen que osar contra nuestra soberanía sea posible. Y lo único, que logra eso con efectividad, en nuestro tiempo, son los medios de guerra no convencionales.
Recursos militares tan fuertes que los codiciosos no piensen que osar contra nuestra soberanía sea posible. Y lo único, que logra eso con efectividad, en nuestro tiempo, son los medios de guerra no convencionales.
BASE
NAVAL DE CARTAGENA
Como
somos adictos a firmar cuanto convenio se propone en la multitud de foros
internacionales que surgen cada día, más con fines de intereses extranjeros que
nuestros, nos hemos comprometido a ser pacifistas y quedamos en gran desventaja. Ya vemos las consecuencias.
Por
eso las demás naciones no ofrecen desmantelar sus medios militares sino, al
contrario, se empeñan en fortalecerse militarmente. Las potencias, al tiempo que
piden la convivencia pacífica, argumentando dizque razones altruistas de
humanismo, debieran, por esa misma razón, ofrecer desmantelar sus arsenales.
Cosa que no hacen y dejan en evidencia ante el mundo, que su objetivo es más el
mantener la brecha entre fuertes y débiles, que el de lograr un mundo más
pacífico, menos ofensivo y bélico. Nos hemos dejado meter ese sapo en la boca y
estamos desprotegidos.
La
encrucijada ha sido fatal para nuestros intereses nacionales y para nuestra
soberanía. Si dispusiésemos del equipamiento militar indispensable, ninguno de nuestros
vecinos habría osado contra nuestros derechos. Lo que debemos hacer es no
solo salirnos de esas promesas de no incurrir en una carrera armamentista sino también no firmar más de esas trampas internacionales. Y comenzar el fortalecimiento
militar que nos hace respetables ante los atrevidos.
LA
ENERGÍA.
EL ÁTOMO
Porque
ellos si lo harán y nos cogerán desprevenidos en el futuro.
Vemos
los desórdenes y descontentos sociales que se están engendrando en los vecinos. Cuando sus recursos económicos colapsen muchos de ellos se querrán
venir a que les demos trabajo y protección. Y si no tenemos como defendernos de
la situación, las posteriores generaciones nos incluirán en la lista de los que
no fuimos previsivos y actuamos débilmente cuando nos correspondía. Otro caso
más para la lista de los eventos mencionados al comienzo.
Son los retos grandes que debemos asumir. Y no podemos decir que es algo tecnológicamente muy difícil de lograr. Con los conocimientos y medios modernos no es tan complicado. La logística y el
desarrollo tecnológico militar son fundamentales dentro de los medios de
producción de las industrias militares de todo el mundo.
Por eso el poder militar es actualmente más de medios técnicos, de logística, de suministros y de equipamiento. Antes que de operaciones, maniobras, ocupación, dominio y control con tropas. Es mas de sostenerse fuerte antes, durante y después del conflicto operativo. Es decir, más de iniciativa que de fuerza.
Por eso el poder militar es actualmente más de medios técnicos, de logística, de suministros y de equipamiento. Antes que de operaciones, maniobras, ocupación, dominio y control con tropas. Es mas de sostenerse fuerte antes, durante y después del conflicto operativo. Es decir, más de iniciativa que de fuerza.
En ese
entorno está la soberanía nacional del futuro por la vía de la previsión presente.
Si
fuera posible lograr que se respetara la soberanía nacional por otros medios no tendríamos que pensar en la fuerza física. Pero está demostrado
que el hombre no puede regirse ni sostener las relaciones entre las naciones
solo con la simple convicción y la diplomacia, sino que tienen que
estar acompañadas de la capacidad de la imposición y el temor a esa imposición. Porque
no tememos a la santa ley de Dios de amaos los unos a los otros.
No
caigamos en el mundo de nuestros diplomáticos ilusos. Como lo ha sido nuestra
alcurnioza familia de los Holguines. Que durante más de un siglo han influido y
usado como fortín personal a la Cancillería. Pero han terminado siendo
catastróficos para nuestras relaciones diplomáticas y con resultados nefastos para
los interese de la nación.
Para que, no nosotros sino la historia futura, diga si fuimos cuerdos o nuevamente
ingenuos en nuestro presente. Que actúe la lógica del viejo y acertado refrán:
“Entre el clavel y la rosa, su majestad “escoja”.
Coronel
Iván González.
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