SUR
PARTE
06
• Durante la marcha encontraron al Coronel Gálviz. El Sargento
lo miró y el Coronel le preguntó por qué andaba descalzo y le hizo dar un par
de guayos. "Uno de Tropa" meditó: a este Coronel Rubén Gálviz lo
quieren los soldados y le obedecen. Se fija en las necesidades de la tropa para
remediarlas, luego es generoso. Un hombre macho con un corazón bondadoso de un
adolescente. El grita a ratos, dijo un soldado, pero es bueno como el pan.
• Los soldados eran fuertes casi todos morenos, altos y sagaces.
Tenían la amplitud y la claridad de los hombres de aquella tierra caucana,
paraíso de trabajo y de luz. En la selva, sus brazos robustos destrozaban los
troncos añosos y las lianas débiles, con igual empuje. Le enseñaron a "Uno
de Tropa” a conocer las culebras. Se complacen en torear a los reptiles
encerrándolos en una pequeña jaula. La velocidad de uno de estos animales para
enviar el mordisco es como la de un caucho estirado tensamente y soltado de
repente de una de sus puntas.
• Conoció "la podrido" que convierten una llaga a
quien muerde. La "24" que debe su nombre a que mata en el curso de un
día a quien le inyecta su veneno. Está víbora es tan grande como un lápiz. Le
hicieron una broma con un bejuquito inofensivo pero que levantaba vetas rojas y
una voraz rasquiña sobre la piel.
• El almuerzo: sopa de arroz con papas y gusanos. Alverjas cocidas
y un poco de aguamiel. Pregunté: ¿siempre hay y gusanos en la sopa? Siempre,
contestó uno. Los víveres los traen de muy lejos y las tropas escalonadas en el
camino se quedan con lo mejor. No nos llegan sino sobras. También hay quienes
hacen negocio en el interior, sobre nuestras hambres y nuestro abandono.
También pasaron a la comida: sopa como la del almuerzo. "Uno de
Tropa" esperó que se hiciera oscuro, para no ver los repulsivos animalitos
de su alimento y cuando lo fue, se comió aquel menjurje con la voracidad que da
un hambre de dos días.
• Le preguntaban mil cosas a la vez. Todos querían saber que
sucedía en el interior. ¿Que dicen de nosotros? ¿Es verdad que nos envían
cigarrillos y cerveza? Uno de tropas contestaba a todo esto diciendo ¿luego no
lo habéis recibido? No hemos recibido nada, contestaron varios. "Uno de
Tropa" meditó en la inutilidad de aquellas fiestas fastuosas que hacían en
todas las capitales y en los donativos de las empresas industriales para ayudar
a las tropas. Pero aquellos soldados no tenían ni cigarrillos y se alimentaban
con víveres engusanados.
ENTRENAMIENTOS
PARTE
07
LOS
PECES PELIGROSOS Y PERDIDO EN EL MONTE
• El sábado fue un bello día. Hubo baño para todo el personal
y "Uno de Tropa", como todos, fue a él. Se sacaba pellejos de la
espalda tostada por el sol. Se quiso bañar desnudo, con una grata sensación de
salvajismo, pero no lo dejaron. Fue por "el carnero" un pescadito de
tamaño pequeñísimo que penetra por los conductos y destroza el organismo
interiormente. Después está "el temblón", es eléctrico que priva con
sus descargas a un hombre fuerte. También "la raya" de cola
ponzoñosos y arponada que produce una llaga incurable. El "puño" que
arranca de un solo envión cuanto abarca del cuerpo que muerde con su boca.
"El machete", un pez largo que tiene la forma de este artefacto y los
dientes como hojas. El "micuro", que clava sus aletas puntiagudas
sobre los cuerpos extraños que encuentra a su paso. "El migraña"
(piraña) que se alimenta de cadáveres de animales y de hombres con su dentadura
de perro. El " bufeo" de gran tamaño, que pesa decenas de arrobas. Su
hembra tiene senos y órganos sexuales como la mujer. El “boa" o culebra de
agua. Permanece la selva hasta adquirir enorme desarrollo y que luego se
embarca hasta el río en una de estas periódicas inundaciones. Se traga un
hombre como un simple bocado y llega tener hasta 25 m de longitud. Un coletazo
suyo en el agua, suena como un cañonazo lejano.
FLOTILLA FAC EN PUERTO BOY
• El día domingo, "Uno de Tropa", se cuadró ante su
capitán y le pidió permiso para ir a misa pero éste se lo negó diciendo que el
alma es una energía para sostener y que para ello no necesita padrenuestros,
sino de cuidar el cuerpo que es el motor orgánico que la produce. Pero le
dieron permiso para ir de cacería. Penetró en la selva siguiendo una vereda
trazada por los caucheros legendarios y crueles. Lo hizo con el recogimiento de
quien penetra en el templo de un dios misterioso. Al principio sintió una
sensación de frescura en medio de los árboles coposos que se entrelazan con
lianas sin dejar pasar la luz del sol. Pero luego empezó a sudar copiosamente.
• Aquella selva pantanosa y entibiada por un sol ardoroso que
no alcanza a secar, levanta miasmas de muerte, en su constante fermentación.
Produce sobre el que penetra en ella una sensación de temperatura sofocante que
hace difícil hasta la respiración. Aquí no hay sino cerdos salvajes, le explicó
un colono, que rara vez se encuentran, porque casi todos los animales son
destruidos en el invierno por las inundaciones en la selva. Resolvieron
regresar. Se habían separado del camino y ahora les tocaba abrir paso con el machete.
"Uno de Tropa" le dio el fusil al colono y se puso destruir lianas
para abrir un paso. El colono dijo: “Por ahí no es el camino. Yo no lo sigo
más”. Entonces "Uno de Tropa" a poco pensó que se habría equivocado y
quiso volver sobre sus pasos, pero ya no se acordaba por donde había venido.
• Pensó en el final de "La Vorágine", el famoso
libro: "se los tragó la selva”. Me perdí. Sus ojos desorbitados miraban a
todas partes sin localizar ningún camino. El miedo le daba energía y de un solo
tajo cortaba gruesos bejucos que habría necesitado tres, de otro hombre. Luego
se cansó físicamente. “Si me encuentro un tigre o una boa, me mato con ellos
pero no cambio el camino”, pensó. Felizmente no encontró a ninguno de los dos y
por el camino de una danta (especie de mulo salvaje que debe su existencia a
que es medio anfibio) logró salir a la "trocha de la muerte", como
llamaban a la que había entre la Tagua y Puerto Legüízamo. Resultó haber salido
3 km más arriba de la guarnición y que sólo se había perdido durante cinco
horas, encontrando la salida por casualidad, pues no había tenido en cuenta ni
siquiera el sol para orientarse.
• En la noche, se volvió tema general la pérdida de "Uno
de Tropa" en la selva y salieron a relucir todas las anécdotas. Los tres
trabajadores de la carretera que entraron de cacería cerca de la Tagua, fueron
recordados. Duraron perdidos 16 días. Al cabo de ese tiempo, salieron dos a
Puerto Leguízamo, demacrados, sangrantes y casi locos. En Monclar estaba de
servicio un soldado. Necesitó una varita para el toldillo y salió a cortarla en
el límite de la selva. Se demoró tres días para regresar y pudo hacerlo porque
los golpes de una hacha de un colono que descuajaba selva, y lo condujo al
cuartel. El Teniente Moreno Córdoba, un oficial valiente, querido de las
tropas, que se perdió con una comisión en la selva colombiana, durante varios
días. Comiendo frutas silvestres de árboles, se sostenían.
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