LA HISTORIA DE LA CAJA DE SUELDOS DE
RETIRO DE LAS FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA
PRIMERA PARTE
Nuestro fondo de pensiones tiene una
vieja historia. Durante los años 1.400 el Sumo Pontífice creó la asociación
piadosa llamada “Monti de Pietá” (Monte de Piedad) que debido a múltiples oposiciones
solo funcionó cuando el Papa León X la ratificó para los años 1515, como “Montepío”.
Buscaban hacer competencia a los altos intereses que cobraban las casas
prestamistas y de empeño a la gente pobre y necesitada que debía pagar usuras entre un 20 y 200%.
Consistía en una especie de bancos de
caridad inspirados en la solidaridad y la ayuda mutua. Eran depósitos formados
con los descuentos hechos a los miembros de los cuerpos organizados, dentro de
los cuales estaban los constructores (masones) y otras profesiones, para
socorrer a las viudas y huérfanos, facilitándoles auxilios para cubrir las necesidades.
MONTE DE PIEDAD DE MADRID
Los Montes de Piedad atendían las
demandas de las clases sociales más necesitadas de protección, a través de la
concesión de préstamos gratuitos, sin interés, garantizados con alhajas y ropas, intentando con ello suavizar los abusos. La Iglesia Católica en el Concilio
de Letrán V en 1515 admitió la posibilidad de establecer un moderado interés
por los préstamos prendarios. El Concilio de Trento (1545-1563) proclamó el
carácter benéfico de los Montes de Piedad.
El “Montepío Militar” es creado por
primera vez en América en 1761 con aportes de los militares realistas activos
en el virreinato de Méjico. En 1773 se anexó el “Montepío de Inválidos” para
socorrer a los militares que por edad o por heridas recibidas en combate, no pudieran
valerse económicamente por si mismos. También auxiliaba a las familias para
atender las exequias de los caídos en acción de guerra. Durante el régimen
colonial el Montepío daba ayuda mutua a los militares por
vejes recibiendo fondos del estado debido a la falta de un estado organizado. Por eso ese deber oficial era cumplido por la institución
eclesial.
En la Nueva Granada, durante el siglo XVIII, la corona española
dispuso de algunos fondos asignados al arzobispado de Santa Fe de Bogotá, que se
encontraban vacantes porque no habian sido aun entregados a la iglesia, para iniciar un proceso de secularización y autonomía.
Buscaba dar independencia a la institución que se perfilaba como el inicio de la
seguridad social, por fuera del manejo eclesiástico, para crear el fondo de pensiones que,
con los años, terminaría siendo.
Fue el Libertador Simón Bolívar quien
primero mencionó, en forma muy indirecta, el concepto de la Seguridad Social en
América durante la instalación del Congreso de Angostura en 1819. El propuso un
sistema de gobierno que pudiera dar el máximo de bienestar, seguridad social,
estabilidad política y felicidad a su pueblo. En muchas oportunidades el mismo
ordenó tomar dineros de su sueldo para auxiliar a las viudas, huérfanos o padres
de quienes habían caído en la lucha por la libertad.
Para 1821 estableció un régimen de
pensiones para los militares que actuaron en la campaña libertadora. Pero
mientras adelantaba la campaña del Perú, el poder legislativo, que se oponía a
su deseo, dejó en el olvido durante tres años un decreto que reconocía ayudas a
los vencedores de Pichincha. El legislativo se mostraba, con frecuencia, celoso
por los honores de la carrera militar dados a quienes se distinguían en ella.
Acto que suscitó una carta de lamento donde el General Santander, encargado del
ejecutivo, le decía al Libertador: “Es una lastima que no se publiquen los
debates del Congreso para que se viese todo lo que he tenido que sufrir”.
GENERAL SANTANDER
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