CAPITULO
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Comentario: como Arana sabía la
gran rentabilidad del negocio del caucho, de la necesidad que tenían los británicos
del producto, del sólido apoyo que recibiría si la empresa fuese un negocio
británico y del peligro que se cernía por sus métodos de explotación inhumanos,
registró su empresa en Inglaterra. Lo que no previó Arana fue que en Inglaterra
existía una influyente sociedad antiesclavista dispuesta a presionar al
gobierno para intervenir en el asunto.
·
El gobierno británico encargó investigar la empresa Arana a su
cónsul, en Río de Janeiro, sir Roger Casement y a finales de 1910 se encontraba
en La Chorrera, corazón de operaciones de la Casa Arana. Era un investigador
experimentado ya que había hecho un trabajo similar en el Congo. Comprobó de
manera contundente los cargos hechos por Hardenburg y que el sistema de
explotación cauchera estaba montada sobre la sistemática explotación de los
indígenas.
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En el mismo año Vicente Olarte Camacho
publicó un libro titulado: “Las Crueldades en el Putumayo y en el Caquetá”. (El titulo del libro muestra como Arana ya había invadido el territorio colombiano del Caquetá)
·
El Perú también mandó un investigador, Rómulo
Paredes, quien en marzo de 11 concluyó que en el Putumayo se matan indios
porque trabajan. Debido a estas averiguaciones la mayoría de los responsables
de los asesinatos y otros vejámenes habían huido y abandonado el Putumayo.
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En ese mismo año, Colombia organizó una
expedición militar al Amazonas con el fin de reforzar su puesto fronterizo de
La Pedrera. Ello desencadenó una fuerte reacción peruana que culminó con un
combate en dicha población. La reducida guarnición colombiana fue desalojada
por un continente más grande y mejor armado de peruanos. Poco tiempo después la
guarnición fue recuperada por los colombianos.
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El cónsul norteamericano, Fuller, en Iquitos,
conceptuó:
o
que los peruanos blancos consideraban a los
indios como servidores naturales que carecían de derechos.
o
La economía regional estaba basada en la
servidumbre de los indígenas por medio del anticipo de bienes y el previo
endeudamiento.
o
En la crisis generalizada del caucho
amazónico inducía a que la élite regional practicara un estricto control de la
fuerza de trabajo aborigen.
o
Que los grandes caucheros Iquitos temían que
el maltrato efectuado en el Putumayo erosionar en su propio poder. Y Arana no
sólo tenía influencia en Lima sino también en Iquitos. Y que el Putumayo era su
estado, puesto que jueces, guarniciones militares y demás funcionarios dependían
en muchas formas de la Casa Arana.
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Las investigaciones de Casement fueron
publicadas en 1912 en la prensa como crónicas y denominadas como: “Libro Rojo del Putumayo”, que ponían en
la picota a las autoridades del Perú. A mitad de ese mismo año, el Santo Padre
publicó su encíclica: Lacrimabili et Statu, donde condenaba el genocidio en el
Putumayo. El Congreso norteamericano público un informe titulado: “Slavery in
the Putumayo”. También llamado: “El Libro Blanco”. En ese año el gobierno
colombiano también publicó el libro: “La Soberanía de Colombia en el Putumayo”
donde denunciaba los crímenes en esa región. (El poder de los libros).
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En 1913 se publicó en Londres el libro.
Titulado: El Libro Rojo del Putumayo. Presentó el punto de vista colombiano
sobre el genocidio del Putumayo justo en el momento en que se debatía la responsabilidad
de Arana, su compañía la Peruvian y del gobierno del Perú. En él se denunciaban
las pretensiones del Perú sobre el Putumayo. Buscaba que se castigará a los
criminales peruanos y mostraba los derechos de Colombia sobre el Putumayo, la
favorable política indigenista de Colombia y el buen comportamiento de los
caucheros colombianos con respecto a los nativos.
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Arana logró sobrevivir a las acusaciones.
Pero en 1917 una gran rebelión indígena contra los caucheros culminó con una
espantosa masacre de nativos cometida por las huestes de la compañía Peruvian
con la ayuda del ejército peruano.
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En 1924 José Eustaquio Rivera publicó el
libro: “La Vorágine”. Uno de sus propósitos fue el de poner al descubierto la situación
social de los caucheros. En ese año, se firmó el tratado Salomón Lozano, donde
Perú reconoció los derechos de Colombia al norte del río Putumayo. En 1928 ante
la inminente ratificación del Congreso peruano, la casa Arana inició el
desplazamiento forzado de toda la población indígena de la región reconocida al
sur del río Putumayo por ser área peruana y donde recibía el apoyo de las
autoridades de ese país. Por ese éxodo hacia la región meridional del Putumayo,
los nativos abandonaron sus casas y territorios, siendo diezmados por las
enfermedades y la improvisación y precarias condiciones encontradas en los
nuevos asentamientos.
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La
toma sorpresiva de la población de Leticia, por parte del
ejército peruano, en 1932 precipitó la guerra entre las dos naciones. Durante
las hostilidades, las tropas colombianas ocuparon algunos campamentos caucheros
de la Casa Arana y rescataron un cierto número indígenas que pretendían
regresar después de la deportación forzada. Estando de regreso en sus antiguos
territorios fueron la semilla de las actuales comunidades de la Amazonia
colombiana.
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En 1938 el gobierno colombiano compró los
supuestos derechos de la Casa Arana (mejoras) por un total de $200,000. Esto se
efectuaron en varias cuotas y en 1964 los herederos de Arana recibieron el
último pago restante. En 1988, el presidente Barco ordenó la conformación del
llamado: resguardo del predio Putumayo, basado en la antigua área de
jurisdicción de la Casa Arana.
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Estas páginas demostrarán la prioridad de los
derechos de Colombia. Se verá que el territorio de Colombia a sido usurpado por
el Perú por la fuerza de las armas, y que se han llevado a Iquitos, como
prisioneros, muchos de los colonizadores colombianos del Putumayo. Este libro
fue publicado por qué fue evidente la imposibilidad de esperar reformas
efectivas del gobierno peruano demostradas en el Libro Azul. Las tesis ésta sustentada
en que si es suspendida la exportación de caucho, las atrocidades cesarán
automáticamente y descalificarán la idea errónea de que el Putumayo es
territorio peruano.
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El papel pasivo de Colombia y el papel
curiosamente activo del Perú en los acontecimientos del Putumayo, constituyen
un escándalo infinitamente más grande que el que se deriva de la explotación
comercial de la región cauchera, por individuos que perseguían ganancias
puramente personales. Un grupo de aventureros inescrupulosos que no vacilaron
recurrir al crimen y a la brutalidad con el fin de enriquecerse, con el
consentimiento de una nación que se lucraba deliberadamente de la conducta
criminal y para usurpar una gran porción de territorio extranjero.
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Este libro muestra que en 1907 el gobierno
peruano sabía que la Casa Arana ejercía dominio comercial sobre la zona
cauchera situada entre los ríos Igaraparaná y Caraparaná. Los peruanos, en su
gran deseo por adquirir soberanía sobre esa región, no sólo toleraban las
matanzas de indios, sino que con el apoyo del sus fuerzas militares, despojaban
de las propiedades a los colombianos.
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