CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA
CAPITULO 19
ALFONSO
LÓPEZ MICHELSEN.
Llegué
a Urrao donde se encontraba Alfonso López en campaña. La mayor parte de los
emerrelistas de Urrao se escondió. Lo llevamos al Consejo municipal. Le preguntamos
en donde estaba el "ábrete sésamo " ya que el porvenir estaba oscuro
ante la avalancha de rojaspinillistas, que se había convertido en una especie
de frente popular. Se sonrió y no adelantó nada. Su discurso fue extraordinario
y original sobre la orientación que se le debía dar al liberalismo en las
próximas elecciones, las cuales terminaron llevándolo a la presidencia. Yo
regrese contento a Concordia porque había conocido al hijo de Alfonso López
Pumarejo del cual habíamos sido incondicionales políticos. Cuando aceptó la
candidatura en la convención de Medellín, emocionadamente se refirió al
liberalismo de Concordia.
Le
tocó café hasta tres dólares la libra, no creándose una infraestructura agraria
con ella ni una rehabilitación de ferrocarriles ni de puertos y ninguna
modernización de la producción industrial. 30 carreteros se enriquecieron
desmesuradamente. Se consolidó el latifundio y el poder de los terratenientes.
Y también el contrabando de café y las transferencias de dólares. Un camión de
8 toneladas que salía del interior del país al llegar a la Guajira dejaba 8
millones de utilidad. Suficiente para comprar otra finca. En los municipios
cafeteros, el campesino minifundista, le vendió al gran señor su parcela, con
ello compra una cantina o un carro que eran sus dos máximas ambiciones en ese
momento. Los pueblos carreteros se convirtieron en unas cantinas, aumentaron
los delitos de sangre y los abogados penalistas enriquecieron.
EL
SENADO DIALÉCTICO
Trabajo
como una hormiga unas veces abierta y otras silenciosamente. El 80% del
parlamento colombiano es dialéctico. Nada de metafísica. Coloca ciertos valores
como la verdad y la lógica patas arriba. Manipular y las polticopatías. El
quijotismo político, el maquiavelismo, el turismo político, el corre ve y dile,
el presupuesto nacional, las promesas, mentiras y engaños y, mucho más, el
mimetismo político. No estudia el presupuesto sino que lo despedaza para sacar auxilios
regionales, la mayor parte de los cuales no se pagan. Da cartas de
recomendación como si fuera un mandadero de su clientela política. Viaja
frecuentemente al extranjero, goza de inmunidad parlamentaria amparándose en
ella para ciertos tropiezos. Los de la línea Pekín se insultan con los de la
línea de Moscú.
EL
SENADO DE SEMOVIENTES
El
canciller Indalecio Liévano Aguirre dio la orden de votar afirmativamente la
ley sobre el divorcio. El senador Gregorio Becerra de Boyacá, asustado, decía:
no existe norma humana o divina que le prohíba a un colombiano vivir con cuatro
semovientes. Costeños alegaban que ellos reconocían a los hijos naturales, lo
que no pasaba en el interior del país. Di una constancia diciendo que en la
época de los grandes descubrimientos nos enfrascamos en cuestiones abstractas,
religiosas e irrealizables. Que debatiéramos los grandes problemas del país:
reforma agraria, seguridad social, reforma urbana, nacionalización de la banca
y el transporte y terminaba con una frase de Federico Niche: "el
matrimonio corrompió el concubinato". Fue mi única intervención durante
cuatro años en la plenaria la Cámara, no en la Comisión quinta. La ley pasó sin
dificultades.
Durante
los cuatro años que visite a Bogotá como turista parlamentario lleve una vida
de austeridad, casi de asceta. Sufrí un terrible ataque de úlcera gástrica
debido a licor y prometí nunca volverán a embriagarme, y la he cumplido.
EL
SANTOFIMIO
Alberto
Santofimio Botero, joven impulsivo, de una gran capacidad retórica y
dialéctica, explicación fácil y sima para todo lo divino y lo humano, mago de
la improvisación, da la impresión de que está leyendo. Una meta: el poder, todo
el poder. Una falla, haber atacado al maestro Echandia. Todas sus
intervenciones producen impacto y simpatía en los parlamentario jóvenes. Será
presidente, no sabemos cuándo. Posteriormente caen una planificada e
inteligente "celada política " por parte de sus enemigos y
contradictores políticos.
EL
PARTIDO DE NADA
En
1982 estuve con la candidatura de Alfonso López Michelsen a quien acompaña en
una reunión verificada en Bolombolo. Hizo entrega de un documento de 10 páginas
a Ernesto Samper Pizano, sobre la trascendencia y vacío ideológico del Partido
Liberal, con carácter evolutivo, lo cual no se ha verificado. Más tarde, en una
concentración en Urrao, hice entrega personal de un documento de 20 páginas
escrito por mi hijo Vladimir a Alfonso López criticando la socialdemocracia.
Ideología y partido de ricos y de resignados ante el avance del marxismo.
Vino
luego el gobierno populista de Belisario Betancur cuya campaña electoral
corresponde a una caricatura de un malabarista tirando bonos al espacio. Uno
dice: Fidel Castro, otra democracia cristiana, otro socialismo, otro
conservatismo y varios, Anapo. Algo a lo que contestó García Lorca cuando le
preguntaron cuál era su partido: ser comunista, socialista, liberal, católico,
ateo, conservador y nada.
LOS
GALLOS DE JULIO VILLA
A
los 30 días del golpe de estado del 53 me llamó el Dr. Julio Villa, médico
presentante de Betulia, con el fin de ver un enfermo crónico. Llegué a ese
pueblo a las cinco de la tarde. El profesor C. Luis, el enfermo, no presentaba
ningún síntoma grave. Me dispuse a regresar a Concordia, oponiéndose Julio
quien, casi revólver en mano, me hizo montar en su vehículo para acompañarlo a
la población de Urrao, en donde tenía unos gallos de pelea. Julio con el trago
se perdía volviéndose agresivo y peligroso y no aceptaba argumentos ni
diálogos. En el asiento de atrás se sentó Leopoldo Muñoz y otro personaje de
quien no recuerdo su nombre. Un agente viajero que vendía ferretería le rogó
que lo llevara y se colocó en el puesto de a adelante entre Julio y mi persona.
Al
llegar al Brechón de Urrao, Leopoldo sacó su revólver y empezó a gritar vivas
al Partido Conservador, disparando al aire. De los montes vecinos gritaban viva
el Partido Liberal y también se oían disparos. Leopoldo puso el revólver en la
sien de la gente viajero diciéndole que se identificara políticamente, que
desde tempranas horas en la plaza de Betulia su figura no le había gustado. El
hombrecito, con voz entrecortada, le dijo que era conservador y difícilmente
sacó los papeles que le entregó. Un sudor frío, frío y macabro sacudió mi
humanidad. Julio aceleró el vehículo y al llegar a un retén del Ejército en la
vereda del Tigre, no quiso detener el automotor ante las señales de los soldados.
Éstos dispararon sus armas contra el carro. Había una espesa niebla y una
cerrada curva delantera y no me explico, como no nos mataron. La velocidad, la
niebla y la curva tal vez lo impidieron.
Luego,
en la confluencia de la Cartagena y el río Pabón, ya en terreno plano, el carro
se encunetó. A todo el frente del río Penderisco aparecieron unas 30 o 40
linternas, gritos y disparos. Eran los guerrilleros de Franco que estaban en
vísperas de entregarse. Abandonamos rápidamente el carro, penetramos a un
potrero cuyo pasto casi nos tapaba. Allí escondidos debimos esperar el amanecer
muerto de frío. Al día siguiente regrese a Concordia y debido al frío se me
reactivó el paludismo pescado en Córdoba que por poco me mata.
EL
ENTIERRO DE LUIS PULGARÍN
En
febrero del 50 trajeron al hospital de Concordia un enfermo casis semicomatoso
de la hacienda Santa Clara de Jesús María González. Se llamaba Luis Pulgarín.
El enfermo muy inquieto me cogía las manos y me decía que en el barranco de
atrás de la cocina se encontraba. Al día siguiente el enfermo murió. Apareció
un hijo quien maliciosamente le pregunto a las enfermeras si su papá había
hablado algo sobre un oro en libras esterlinas. Al día siguiente apareció Jesús
María González con su yerno Leonardo Toro haciendo la misma averiguación. Se le
contó la misma historia. Leonardo se fue en su carro expreso encontrando que el
entierro ya se lo habían sacado. Se trataba de un baúl con libras esterlinas,
trabajo de 60 años de un gran cosechero.
La
valentía de Eugenio Restrepo, hombre apuesto, de piel colorada, cara llena de
pecas, muy parsimonioso en el caminar, y cuidadoso en el vestir, si había
venido de la vereda Piedra de Candela. Allí vivió las dos terceras partes de su
vida. No estando de acuerdo con la acción intrépida, el atentado personal, las
expediciones punitivas y la insolencia de las brigadas fascistas, hizo abiertas
críticas a esos actos. Era enemigo de Víctor Laverde. Estando Eugenio en el
café Danubio, Víctor le mandó cuatro policías ebrios de otros departamentos
llevados por un civil de su confianza. Yo estaba cerca y presentimos los
acontecimientos.
Eugenio
sacó un hermoso revólver marca Colt Caballo, concha de nácar y con la cacha le
dio duro a la mesa diciéndoles que tenía cinco tiros y que ellos también eran
cinco, que ese revólver en Piedra de Candela había matado a liberales y
conservadores, cuando era peligroso ser conservador. Que allí había un hombre
ecuánime y armado, que cambiaran tiros. El civil y los cuatro policías salieron
asustados diciéndole a Víctor que ellos no peleaban con un conservador bravo. A los
pocos días se fue a vivir a Medellín donde murió apaciblemente. La muerte le
ganó al hombre guapo, cazador, hijo único, soltero y buena vida, que durante la
década del 25 al 35 fue el hombre de referencia en el municipio de Concordia.
EL
POLICÍA DESERTOR
Me
llamaron a ver un enfermo que decía tener fiebre, estaba angustiado inapetente
que era policía. Me contó que estuvo en varias comisiones de orden público en
Betulia y en el oxidante antioqueño. Hacía tres días había sido escogido por
órdenes superiores del gobierno de Rojas con el fin de eliminar al doctor
Fernando Gómez Martínez, director del periódico El Colombiano en las puertas
del diario. Cuando saliera de su despacho le dispararía. Sus editoriales
incomodaban al rojaspinillismo antioqueño. Dos días antes del atentado se hizo
el enfermo y huyó con su familia a Concordia. Me relató esta historia que debía
guardar en secreto. A la semana siguiente sucedió el golpe de estado del 13
junio salvándole el pellejo a mi confidente.
EL
CARRIEL DE JOSÉ VALERIANO FLORES
Un
domingo en las horas de la mañana llegó a mi consultorio Valeriano Flores,
vendedor de maíz y panela en la plaza principal. Es el principal prestamista
del municipio aunque era analfabeta. Lo noté algo deprimido, resentido con su
familia y algo enfermo. Me dijo que lo llevara a Medellín y le consiguiera los
especialistas que necesitara. Tomamos un taxi hacia el hospital San Vicente de
Paul. Valeriano fue acomodado en el segundo piso e insistió en que ninguna
enfermera le pusiera la piyama sino que lo hiciera yo personalmente y me
entregó el carriel para que lo llevara a mi casa. En ese momento entró la
hermana Teresa a quien yo conocía y delante de José Valeriano le entregue el
carriel para que lo guardara. El viernes fue operado y murió el día sábado.
El
doctor Villa me contó sobre las complicaciones postoperatorias del paciente y
que antes de la muerte le había dado un delirio. Habló de unas bagaceras y de
una máquina de caña, mencionando esas dos palabras más de 30 veces. Después del
entierro llegaron sus hijos y viuda a mi consultorio preguntando por el
carriel. Les dije que lo tenía la hermana Teresa. Un mes después le conté a su
hijo lo del delirio de las bagaceras. Días después me veía y se reía. Me dijo
que yo era un sublime pendejo. El carriel tenía $800,000 en billetes de 500.
Letras por 700,000. Entre ellas una mía y que en la bagacera se había sacado
uno de los más jugosos entierros.
A
raíz del contenido del carriel y el entierro y otras cosas más, los hijos
dieron en exterminarse. Crean un problema de orden público en Concordia. Por
mucho tiempo aparecieron dos sicarios: Julio Ramírez (el Mosco) quien después
fue casado en el alto de San Jorge. Heriberto Vasco quien defendía a los Flores
y fue muerto por otro sicario cuando asistía a un entierro. Las veredas Llanadas,
Llanaditas, las Camelias y Yarumal se contagiaron de esas querellas familiares.
Los muertos fueron aproximadamente unos 60. Después del 13 junio del 53,
Concordia tuvo fama de municipio violento.
José Ignacio González Escobar
No hay comentarios:
Publicar un comentario