CAPITÁN
FRANCO.
PRIMERA
PARTE
AMIGOS BLOGUEROS:
Para los aficionados a la historia colombiana y en particular
a la del Suroeste de Antioquia, el tiempo de “La Violencia Política” o “La Vida
Mala” es una etapa de importancia social. Por esa razón y para complementar
otros resúmenes de documentos publicados en esta tribuna, veremos la vida del Capitán
Franco descrita por el historiador Jaime Celis Arroyave. Es la investigación más
completa que se conoce del famoso guerrillero liberal.
Esta descripción nos muestra la difícil situación
que se vivía en la región durante la década de 1950 cuando ante la inmadurez de
los políticos y la pobre cultura social colombiana, los contrincantes partidistas
se enfrentaban en una lucha sangrienta.
Lecciones de historia que no solo dejaron enseñanzas
ideológicas sino culturales para el crecimiento nacional. Emprendidas bajo condiciones
muy agrestes que se habrían podido evitar si se hubiese dispuesto de unas bases
mínimas de racionalidad y cordura colectiva. En especial las de los dirigentes oficiales.
Coronel Iván González.
JUAN
DE JESÚS FRANCO YEPES
(CAPITAN
FRANCO)
Por Jaime Celis Arroyave
Foto tomada en la prisión de La Ladera ubicada en la parte alta de Medellín en una de sus reclusiones a las que lo sometió el gobierno. Después fue liberado al cumplir la pena ya que no se le concedió la amnistía decretada por Rojas Pinilla, gobierno que él exaltó y reconoció, por haber sido antes miembro de las FF AA, aunque fue también un perseguido político.
Perfil.
Según
sus hijos Melba, Ruth y Albeiro, nació el 30 de julio de 1905, en Andes,
Antioquia, del matrimonio conformado por Juan Bautista y Laureana. Cuando tenía
4 años, fue llevado a Santuario, Risaralda, en donde permaneció 9 años y
estudio primaria. Prestó el servicio militar, del cual se retiró, en 1926, con
el grado de sargento. El 27 de diciembre de 1930, contrajo matrimonio, en
Medellín, en la iglesia de San José (en la partida de matrimonio figura como
Juan José), con Gabriela Nelly Suárez Zapata (fallecida en 1998), quien le dio
6 hijos: Leidy Melba, Oscar, Hildebrando, Ruth, Juan Bautista y Javier Albeiro.
Se
radicó en la capital antioqueña, en la parte baja del barrio Caicedo y, en
1932, se vinculó a la policía en donde, después de varias entradas y retiros,
obtuvo el mismo grado mencionado atrás. Al ser destituido, en junio de 1949,
por ser liberal, trabajó como empleado en la chocolatería Lúker, Coltejer y
Servitax (como ayudante de contabilidad).
Era
de mediana estatura, robusto, trigueño, devoto de las ánimas, amable y de fácil
expresión. Sus hijos lo describen como buen esposo y padre, cumplidor de sus
deberes, pues aun estando en la guerrilla, enviaba dinero para el sostenimiento
de su familia, valiéndose de los servicios de Ascensión Serna, conocida como La
Santera.
Franco,
como su padre, fue un liberal convencido y, por tal razón, defendió los
postulados democráticos de su partido teniendo que soportar la persecución desatada
por Laureano Gómez quien pretendía, “A sangre y fuego” imponer un modelo
fascista, en Colombia, apoyado por un sector de la Iglesia, otro del partido
conservador y no pocos liberales, con vínculos internacionales ya que el
dictador ultraderechista español, Francisco Franco, estuvo de su lado y le
prestó colaboración.
Los enfrentamientos previos.
Por
eso, antes de irse al monte, Juan de J. Franco, tuvo varios enfrentamientos con
las fuerzas gobiernistas, que lo obligaron a tomar tal determinación, siendo
los más importantes, los siguientes:.
La primera.
Sus constantes diferencias con sus colegas policías porque eran ineficientes,
corruptos, deformadores de su misión y sus deberes para con la institución y la
sociedad. Eso lo llevó a ser considerado por sus superiores y compañeros como un
hombre difícil, poco cooperador, encuentra problemas, antagonista, sabelotodo y
crítico. Por eso fue retirado y reincorporado en varias ocasiones después de
ganar su derecho, en discusiones legales, a no ser destituido injustamente. Con
el tiempo eso le fue generando animadversión contra la institución por el mal
uso de la autoridad interna y desengaño social.
La segunda.
El asedio en Betania. Ruth, la hija, nos relató que, en junio de 1949, días
antes de las elecciones para Congreso, cuando ya había estallado la violencia y
prestaba sus servicios como Sargento de policía, en Betania, ante la negativa
de perseguir y torturar a los liberales (en lo cual era apoyado por los demás
agentes, también copartidarios), fue acosado, sitiado y asediado violentamente,
con bombas y disparos, en el hotel donde se encontraba con toda su familia, por
huestes conservadoras, dirigidas por el Alcalde. Logró escapar a la una de la
mañana con todos los suyos y demás colegas, en un bus escalera para dirigirse a
Medellín donde fue retirado del cargo.
La tercera.
La toma de la sede del Directorio Liberal, de Medellín. Sobre este episodio
existen dos versiones, curiosamente escritas por el mismo Franco.
La
primera aparece en La Vida Mala en Urrao, de Mauricio Fernández Taborda. En
ella Franco dice que, a finales de 1949, cuando estaba al servicio del
Directorio Liberal, tuvo que soportar, junto con casi un centenar de sus
copartidarios. Se habían quedado esas noches en el lugar para defenderlo de tres
violentos ataques a la sede por parte de policías y detectives al servicio del
gobierno al amanecer del 27 de octubre. Tenían noticias de que iba a ser
asaltado. En el último de ellos, los bárbaros ingresaron, dispararon y
destruyeron todo cuanto encontraron, golpearon y detuvieron a los presentes
manteniéndolos en la cárcel durante 30 días, pues salieron libres el 27 de
noviembre cuando se celebraron las elecciones para la presidencia de la
República que “ganó” Laureano Gómez.
La
segunda descrita en la carta de Franco al Gobernador de Antioquia, el primero
de julio de 1953. Se refiere al mismo hecho pero diciendo que se dio cuando asistía
a una conferencia, en el mencionado sitio y los detectives del gobierno lo
asaltaron, golpearon a los asistentes, maltrataron las damas, abalearon y destruyeron
muebles y demás objetos. Él con varios de sus copartidarios, fueron, a dar a la
cárcel en donde los torturaron durante un mes.
Franco en Pabón.
Estos
hechos, más el constante asedio y vigilancia de que era víctima después de
salir de la cárcel, todo aunado a su visión política democrática liberal, lo
llevaron a entender que no había opción diferente a la de impulsar la lucha
armada, cuestión que decidió en compañía de su familia. Fue entonces cuando el
Directorio de su partido acordó enviarlo a Pabón, región que se distinguía por
su situación estratégica, sus recursos hídricos y agropecuarios, y la
beligerancia de los campesinos contra las acciones del gobierno. Allí, como en
todo el suroeste la indisposición era evidente y favorable para que organizara
una guerrilla, lo cual se veía favorecido porque en las regiones vecinas ya
había asomos de campesinos que, rudimentariamente armados y organizados, se
habían ido al monte para defender la vida.
Hay
que anotar que Franco ya conocía Pabón, pues cuando era Sargento de la policía
fue enviado para decomisar los “micos” en los que se fabricaba tapetusa (aguardiente elaborado de maíz destilado en alambiques artesanales y las botellas se tapaban con un tapón usando la tusa que queda después de desgranar la mazorca). Allí
se hizo amigo de la gente y regresó a Medellín, después de una fuerte borrachera
con el mencionado licor, sin cumplir su cometido.
En
esta ocasión, probablemente a comienzos de 1950, tal como se había acordado
previamente, Franco llegó al casco urbano de Urrao, disfrazado de vendedor de
cacharros, con una maleta, y se presentó al almacén Ibis (esquina de la carrera
31 con calle 31), de propiedad de Rodrigo Arroyave, a quien pidió unas tenazas
con las que arrancó la plantilla de uno de sus zapatos, de donde sacó una carta
de presentación del Directorio Liberal Departamental. Al día siguiente,
Arroyave lo envió hasta La San José, en donde fue recogido por varios
campesinos con quienes se adentró en la región.
Hasta ahora me vengo a enterar de la vida de mi abuelo
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