CONCORDIA. FRENESÍ Y GUERRA
CAPITULO 4
SE
INICIA LA RABIA PARTIDISTA
El 9
abril 1948, en un principio, generó noticias muy alarmantes y confusas. Habría
una verdadera revolución cuyo epicentro era Bogotá. Se esperaba de un momento a
otro la caída de Mariano Ospina Pérez. La Radio Nacional, en manos de los
revoltosos, hacía un llamado a los macheteros del Cauca y exageraba la situación
a favor de la revolución.
A
las cuatro de la tarde comenzaron a llegar los heridos de la revolución a la
policlínica. Del barrio Guayaquil llegaron tres aneurismas en el mismo día y
por tiro de fusil. Al amanecer entraron los heridos de Puerto Berrío. Los
heridos de Dabeiba, entre ellos un dentista empírico presentando una
peritonitis por tiro a revolver, quien falleció en el quirófano.
Jorge
Eliezer Gaitán, indiscutiblemente, el líder de la izquierda más importante de
la posguerra en las Américas, antes de la aparición del fenómeno de Fidel
Castro y el Che Guevara. Su oratoria, sus gestos y ademanes así como su biotipo
mestizo, su enorme capacidad retórica, la cual gusta en el trópico y enardece
las masas, nos hizo pensar en el poder del verbo. La vida de Colombia se parte
en dos antes y después del asesinato de Gaitán. Hernando Echeverri Mejía me
dijo que durante 30 años por lo menos predominaría en Colombia los asesinatos y
las venganzas partidistas. El país tuvo una gran frustración a raíz de los
sucesos del 9 abril. A las fuerzas liberales les faltó un líder, ese día
hubiera buscado el poder porque las condiciones históricas y materiales estaban
dadas.
El 9
abril fue un hecho histórico y político. Como todo magnicidio quedó rodeado de
sombras, dudas e impunidad.
PERSONAJES
MÉDICOS
Joaquín
Aristizabal fue profesor estrella la facultad de medicina. Trabajó medicina
rural en el municipio de Jericó dejando una fama de buen médico, buen cirujano
y de ciudadano humano. Muy amigo de Bruno González, quien ejerció medicina 16
años en Concordia. Fue puesto en la dirección del hospital San Vicente de Paul
donde mostró sus dotes de administrador. Fue un lector voraz, sin egoísmos. Se
entregaba con sus conocimientos totalmente sin reservar mentales, desprevenido
ante el enfermo, no importándole su situación económica sino el caso
científico. Desmitificó la cirugía democratizándola. La sacó de los
conventículos, los lugares cerrados.
Preparó
al médico general y, especialmente, al que iba trabajar en las zonas rurales, a
votar el miedo a una trepanación o a intervenir un abdomen agudo, el cual era
una de sus especialidades y donde dio normas de conducta que se extendieron a
todo el país. Con su fantástica preparación científica, su carencia de egoísmo,
su permanente actualización lo llevaron a crear una escuela quirúrgica.
El
13 junio 1953 lo visitamos en las horas de la noche en su consultorio en
compañía de Eugenio Villa. Y apagó nuestro entusiasmo y felicidad provocados
por el golpe de estado anunciando. Dijo que las cosas empeorarían con Rojas y
que además esa no era una solución liberal para el país.
Luis
Carlos Mesa, político liberal de Jericó, fue representante a la Cámara con
Gilberto Moreno de Fredonia, senador de la República.
Iván
Ospina fue un excelente periodista de El Diario. Con Conrado Mejía de Betulia
formó un equipo político que representaba el suroeste antioqueño.
El
doctor Hill y el doctor Joaquín eran dos escuelas quirúrgicas distintas. La una
limpia, sutil, cuidadosa. La otra arriesgada, brusca, sangrante, pero ambas
dentro de parámetros científicos y humanos.
JUERGAS
A
principios de noviembre de 1948 los estudiantes nos fuimos al municipio de
Caldas a dar una serenata. Luego a uno de los cafés centrales adonde llegó el
alcalde de carriel y camisa remangada diciendo que nos teníamos que ir porque
no toleraría más el ruido de los escándalos que estábamos provocando. Varios compañeros
se le enfrentaron insultando. Este fue y trajo la policía armada. Por esa
época, la policía estaba siendo politizada y era conformada por elementos
ignorantes, agresivos y sectarios. El alcalde, de las nuevas promociones
conservadoras, ordenó disparar. Uno de los policías, de Guarne, reconoció a Gustavo
Hernández quien en los fines de semana visitaba esa población y era el médico
de la familia. Intervino como mediador y si no hubiera sido por esa
comunicación el abaleó habría sido de parte y parte.
El
barrio Lovaina estaba en los alrededores del cementerio de San Pedro. Lindaba
con el barrio de El Prado que junto con El Poblado formaban los barrios de alta
burguesía. Estaba compuesto por 200 casas donde había gran cantidad de cantinas
y prostíbulos. El barrio era visitado por profesionales y a veces formaban una
tertulia político cultural como extensión del bar la Bastilla. También había
estudiantes del Liceo Antioqueño, las facultades de derecho, minas y medicina.
Sin lugar a dudas los clientes más apetecidos los políticos y los burócratas,
que junto con los chóferes constituían parte importante en el cuadrilátero de
los amantes.
La
alcaldía, aprovechando el estado de sitio en los años 50 y la dictadura
reinante trató de trasladarlo al barrio Antioquia. Con la inseguridad reinante
en la ciudad el barrio bohemio desapareció. Los prostíbulos abrían a las seis
de la tarde y se prolongaba hasta las seis de la mañana. Sus propietarios eran
en su mayor parte mujeres veteranas en el arte de la explotación y la
prostitución.
Según
la ficha de inscripción del profiláctico departamental el 60% provenían de las
poblaciones de Yarumal y Salgar. Tratábase de mujeres jóvenes, ingenuas, de
todas las categorías sociales, en su mayor parte proletarias y de procedencia
campesina. También constaba que lo hacían porque les gustaba ya que el sexo
para ellas era todo. En otras había una nostalgia y una reacción de venganza
contra la sociedad. Había mujeres amargadas, inexpresivas, inmaduras,
inestables, alegres, despreocupadas, complacientes, aficionados al arte de amar
sin adornos ni pulimento. Sin las complicaciones y los refinamientos de las
europeas o cubanas. Muchas eran alcohólicas y grandes bailarines.
El
doctor Carlos Wolff Pizano fue nombrado "putólogo oficial" en el Profiláctico
Departamental de la ciudad de Medellín en 1948. Le correspondía el examen de
6000 mujeres públicas reseñadas en los archivos oficiales y policíacos, sistema
medieval antihigiénico y humillante. Algo que iba contra la dignidad humana y
la libertad de movimiento puesto que mensualmente se tenían que presentar a un
examen ginecológico. Mostraban una gran timidez ante el doctor Carlos con quien,
en una ocasión, visitamos varios prostíbulos. Ellas dejaban de bailar para
acercarse a mi persona diciendo que el servicio estaba pago y que no debíamos
nada pero que por favor nos lleváramos al Dr. Wolff porque se sentían apenadas
e impedidas para bailar en su presencia.
Se
presentaron frecuentes accidentes médicos con estas pacientes ya que negaban
haber ingerido licor el día y la noche anterior. Al ser inyectadas contra la
sífilis con un compuesto arsenical que se utilizaba en esa época, con el
alcohol producía unas reacciones mortales. Recuerdo a Marta Luque quien fue
pintada por Fernando Botero.
EN CÓRDOBA
El
18 noviembre 1948 partí para Montería. Allí, en el club de los militares, en
donde los sábados y los domingos se bebía intensamente, conocí al médico
Bermúdez del batallón, soltero y boyacense. Fue médico del sur durante la
dudosa guerra con los peruanos y le tocó llevar al héroe cándido Leguízamo cuando
fue herido a un hospital de Bogotá. Allí murió no por causa de las heridas
provocadas por los peruanos sino por un accidente anestesia. Le dieron cloroformo.
Me
hospedé en el hotel Europa y en seguida de mi pieza vivía el alemán Hans Bohler
quien era un judío alemán de oficio albañil. Lo acompañaba con frecuencia su
cuñada Rosita con quien hice mucha amistad. Su familia había perecido en un
bombardeo que hicieron los ingleses a la ciudad de Hamburgo el cual cobró en
una noche 30,000 víctimas. Contaba cosas aterradoras de los campos de
concentración nazi. Había estado en uno ellos de donde logró fugarse por que
los alemanes necesitaban albañiles.
Córdoba
aún no era departamento pero la idea era promovida por los ganaderos y el
parlamentario González Argumedo. El ministerio de agricultura promovía la
siembra de fibras tales como el algodón y la cannabis sativa, traída de la
india, de tal forma que estábamos en plena bonanza de la mariguana. Conocí a Daniel
Saldarriaga de Concordia quien era dueño de la hacienda Jaraguay que tenía 6000
cabezas de ganado. A Carlos Deréix. Su padre fue el dueño de la hacienda Marta
Magdalena que se la vendió al General Ospina donde pastaban 14,000 novillos.
Los Ospinas también estaban dedicados a la siembra de un árbol oriental llamado
teca. Los Echavarría desde Medellín poseían la hacienda Mundo Nuevo con 12,000
novillos. También estaban los Boteros de Jericó quienes tenían la mejor oficina
ganadera de la ciudad.
Las
mejores haciendas estaban en manos de antioqueños, franceses o descendientes de
estos. Habían llegado inicialmente como madereros a las orillas del río
Sinú. Por eso, en los barrios lujosos de
París, como Saint Germain de Pres, se ven todavía apartamentos enchapados con
los cedros sinuanos.
Carlos
Arango nación en Frontino y allí un domingo del año 28 lanzó un viva a su
Partido Liberal presentándose un enfrentamiento con las autoridades con un
saldo de dos muertos. Fue llevado a la cárcel de la Ladera de donde lo
trasladaron a la colonia penal de Antadó, en el municipio de Ituango. Después
de pagar su pena se estableció en el valle del Sinú. Un día me pidió que fuese
a mirar un enfermo pateado por una mula. En el viaje me dijo que mirara como
"macollaba" el pasto que puede hasta cebar tres novillos por cuadra.
El pasto que había traído al país nuestro gran jefe el General Uribe Uribe del
Brasil. El maíz daba hasta tres cosechas al año. Las tierras situadas sobre el
San Juan tienen hasta 14 m de capa vegetal que ni la pampa argentina y el
Mississippi y el valle del Nilo, son superiores. Éste es el país de paraíso
terrenal. Los cerdos se ceban con maíz que crece casi silvestre. La región de Canalete,
según estudios geológicos del Agustín García, tienen los mejores suelos de
Colombia.
SERPIENTES
Y TEGUAS
La
mayor parte de las serpientes no son venenosas y dependen también de la hora
del día en que muerde, ya que en las horas de la tarde han agotado el veneno
por andar comiendo ranas. También depende del lugar de la mordedura, en la cara
es más peligrosa que en un pie. Le expliqué a Arango que para la Mapaná existía
un suero específico. Se lo enseñé a manejar y con estas explicaciones
desapareció el misterio de la mordedura de culebra en dicha región que era
atendido por treguas y chamanes. Eran muy frecuentes el paludismo y la
amibiasis debido al mal manejo de aguas ya que en Montería no existía el
acueducto. El enfermo creía más en el tegua y pocas veces acudía al médico.
Los
curanderos y los campesinos recolectaban la ipecacuana que crece silvestre en
el valle del Sinú y en las montañas de Urabá. La vendían a comerciantes de
Montería quienes la exportaban a Norteamérica por Cartagena y aquel país la regresaba
procesado en inyecciones de hematina.
UN
CASO ESPECIAL
Un
día llegaron dos hijos de Gerónimo Rosendo Manrique que vivían cerca a los
límites con Urabá diciendo que su padre estaba enfermo. Partimos en bestia y lo
encontramos dentro de un corral separando ganado. Yo no le podía decir que era
médico sino simplemente un curioso porque no sabía que era medicina. No sabía
leer y escribir. Al otro día le hice el examen viendo que se trataba de un
inconveniente de próstata. El problema estaba en llevarlo Montería ya que él no
la conocía. Cuando le dije que nací en Medellín me preguntó qué era eso. Vivía
con cuatro mujeres y decía que no había problemas entre ellas porque no echaban
ni pata. Su biotipo tiraba más al indio que al mulato. Convenimos en doparlo y
engañarlo en lo que gastamos unos 10 días. No fuimos para Montería y varios
días después apareció una cabalgata con Gerónimo, quien lloró cuando cruzó el
río Sinú. Sólo lo conocía de oídas y jamás lo había visto.
Los despertamos
y preguntó que quién era ese señor que estaba crucificado y quiénes eran esas
mujeres vestidas de blanco refiriéndose al Cristo y a las enfermeras. Manrique
vivía en el paleolítico inferior asustando por la limpieza y la comodidad del
catre, ya que jamás conoció una cama y menos el vaso de noche. Al tercer día me
buscaron sus familiares presurosos. Creí que se había agravado. Sólo era que lo
acababan de bautizar y se negaba casarse necesitando mi consejo. Era una
estrategia ya que sus hijos insistían en que lo hiciera con el fin de arreglar
las escrituras de las fincas y los ganados.
Al
10º día lo llevé a un barrio popular de Montería donde vivía uno de sus hijos y
se asustó mucho al ver un avión de Avianca volar bajito. En la casa de su hijo
me mostró cuatro hijas suyas y de sus hijos, entre 12 a 15 años y me dijo que
me iba a pagar los servicios médicos y la química con una de ellas, que
escogiera. No pude aceptar este negocio. Entonces me dijo que me pagaría con
ganado, que yo mismo marcaría de un año a $100. O en tierra a $35 la fanegada. Lleve
el asunto a la clínica donde me dieron mi parte y no sé si ellos cobraron la
cuenta en ganado tierra o en adolescentes femeninas. La mujer para Manrique era
una mercancía.
José Ignacio González Escobar
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