BOLÍVAR Y SAN MARTIN
Si
Aníbal y Napoleón cruzaron los Alpes para invadir a Italia, Bolívar y San
Martín cruzaron los Andes para libertar al Perú partiendo desde la Nueva
Granada (actual Colombia) y Argentina, respectivamente. El primero, con la ayuda de Santander, de los
Llanos a la Nueva
Granada. El otro, con la de O´Higgins, desde la Argentina a Chile. El
uno representaba el sistema republicano y el otro abogaba por un monarquismo
criollo. El uno avanzó de sur norte y el otro de norte a sur, para cerrar la
tenaza sobre el poderoso Virreinato del Perú.
San
Martín se adelantó a Bolívar en llegar a ese reducto español desplazando a la Sierra al Virrey, mas por
maniobra táctica defensiva del realista que por derrota en combate. Mientras que
Bolívar se adelantó en llegar a Guayaquil, plaza de importancia fundamental de
la campaña. Ambos tenían el mismo objetivo, eliminar la peligrosa presencia
enemiga peninsular en la
América.
Bolívar
estaba impedido para atacar a los realistas por su cuenta por falta da
autorización del Congreso Neogranadino y por no ser invitado por el Congreso
peruano. Invitación hecha a San Martín en espera de hacer innecesaria la
intervención de Bolívar. Aunque, a este, deseos no le faltaron de actuar por su
cuenta, ignorando los obstáculos y siguiendo los concejos de sus oficiales,
pero contuvo sus ansias. Seria peor la medicina que la enfermedad. Sin embargo,
San Martín no pudo reunir las fuerzas suficientes para atacar y planeó ayudarse
con los auxilios que podría conseguir con Bolívar.
Acordada
la entrevista en Guayaquil, entre los dos colosos, para ver que podían hacer, el
norteño Bolívar planeó ir al encuentro, previendo lo que el sureño buscaba. Por
ello no lo entrevistaría sobre un terreno neutral sino propio. Lo recibiría en
un lugar, Guayaquil, donde ya era un hecho cumplido que se trataba de Colombia,
suelo libertado y soberano. Así se lo hicieron saber los delegados bolivarianos
cuando se presentaron a bordo de la goleta que ancló en la bahía, trayendo al
patriota argentino. Lo invitaron a desembarcar en Colombia. Gesto que no podía
hacer San Martín en Perú. En el caso que Bolívar hubiese ido al encuentro de San
Martín a Lima, este no lo podía autorizar ingresar a si fuese designado el
protector. y menos convidar, a suelo argentino. Desde ese momento comprendió
que Bolívar ya le había tomado una diplomática delantera.
San
Martín pretendía que Bolívar le facilitase 4 mil hombres. Para evitar que se
viera como un auxilio puesto bajo su mando, le propuso que serian reemplazos y
apoyos de sus tropas perdidas en combate. Era una reserva auxiliar no factible
de tener que emplear ya que esperaba ser victorioso. De todas formas sometidas políticamente
a su determinación, porque el era el Protector del Perú. Bolívar de ninguna forma
podía aceptar esa figura. Sus hombres tendrían que estar bajo su mando directo
y además, Bolívar exigía clara declaración de que él pudiese disponer de influencia
política debido a la magnitud del auxilio y el alto riesgo a que exponía su ejército.
San
Martín no podía tolerar eso porque el ya había sido nombrado máxima autoridad
ejecutiva con amplios poderes políticos. Compartir menguaba su capacidad de
dominio y control de toda la situación. Además de la diferencia ideológica
sobre la forma de gobierno que se debía implantar, estaba esta de carácter
político-militar sobre el manejo de la guerra.
Ante
la mutua intransigencia, en la conversación, San Martín cayó en el error de
decir, por provocador alardeo, que las fuerzas del Virrey eran inferiores y que
los comandantes militares no eran tan capaces como se creía. Ello quería decir,
por deducción lógica, que se declaraba superior en fuerzas a su enemigo el Virrey
y que podía batirlo por si solo. Por supuesto que la gloria y los meritos
serian todos de los argentinos. No tanto de los chilenos, aunque ellos eran el
70% de su expedición, puesto que él siempre se refería a ella como fuerza Argentina.
Su sangre lo inducía a dar crédito mayor a su patria.
Si
triunfaba sobre los realistas, dejaba sin réditos al afamado militar caribeño
por no participar. Cosa que Bolívar sabía que de todas formas sucedería, puesto
estaba enterado de como el argentino ignoraba el esfuerzo de sus aliados
chilenos. También que era su forma de actuar debida a su ideología monárquica,
que coincidía con los imperantes pensamientos europeos, totalmente contrarios a
las ideas republicanas que Bolívar profesaba. Por eso esa inoportuna fanfarronería
era una incitación para aceptar su propuesta, con la idea de no comprometerlo en
mayores peligros porque seria fácil.
Ante
esta apreciación Bolívar vio, de inmediato, la forma de llevarlo a una encrucijada.
No solo se quitaba sus insistencias y el peligro de ser inducido a una campaña
dudosa, sino la de poder emprender, por si solo, la destrucción de los realistas.
Para cerrar el dilema, de inmediato, le entregó 1.800 hombres, a mucho riesgo, que
tanto él como San Martín sabían que eran insuficientes. San Martín no podía
rechazar porque le eran indispensables. Y si los recibía, estaba aceptando que
no era tan fuerte, ante el Virrey, como acaba de decir. Que había pretendido
ponerle una trampa a Bolívar, con una mentira. Y a eso no se podía exponer su
alto prestigio. Ante dos males, el menos peor es el mejor, así duela. Aceptó y
se marchó. El cazador resultó cazado.
Estando
irremediablemente incapacitado para derrotar al Virrey, San Martín debió dejar
el Perú. Solicitó el retiro del Ejército apartándose de sus propósitos de
someter a los españoles y abriendo la puerta donde las victorias serian de
Bolívar. Pudo ver que la derrota de los realistas no seria posible bajo sus
exigencias y, de todas formas, se consumaría. Así se lograría él objetivo primordial,
que favorecería a su patria, así fuese sin él. Ante tan grabe situación, los
peruanos, de inmediato llamaron a Bolívar y el Congreso Granadino autorizó a
Bolívar marchar. El Libertador asumió la campaña tanto con sus soldados patriotas
como con las tropas republicanas peruanas, además de las argentinas y chilenas
que había llevado San Martín.
San
Martín fue un brillante militar de muchas virtudes. No tan diestro en los manejos
políticos y diplomáticos. Bolívar era un hombre de maniobras militares y visiones
continentales. Y aunque sus combates estuvieron llenos de vicisitudes, traiciones,
fugas y derrotas, fue grande en el manejo del presente y futurista de sus
objetivos. Después San Martín en las cartas a los amigos reconocía la grandeza
de Bolívar, que un principio había juzgado con cierto desdeño y de poca
claridad.
Triunfó
la ideología republicana sobre la monárquica. Así luego no hubiese sido ningún
paseo la libertad del Perú, más bien un doloroso tránsito por el infierno.
Fueron grandes los engaños y reproches de los que fue victima, por parte de los
mismos que lo llamaron para que los sacaran de la esclavitud. Como las
dificultades que se dieron con Torre Tagle y Riva Agüero. Este ultimo quien
hizo un nuevo llamado personal a San Martín para que lo ayudara a mantenerse en
el gobierno. San Martín, establecido en Chile, enojado rechazó por haber
interpretado sus buenas intenciones nacionalistas de propósitos personalistas.
También
Bolívar nos dejó la clara lección de que la espada nunca se desenvaina sin
razón para no tener que envainarla sin honor. Y es mejor ser amo de lo que se
calla y no esclavo de lo que se dice. Pero eso se evidencia mejor en otra
historia.
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