LAS
CÁTEDRAS ACADEMICAS DE LA GUERRA
El Ministro
de Defensa dijo hace poco por los medios de comunicación: “si me dicen que
aparece un grupo armado, la fuerza militar podrá ser empleada con los límites y
la proporción que señala esta ley. Siempre pensando en proteger a los
ciudadanos de cualquier amenaza que afecte su tranquilidad”.
Agregamos,
por supuesto. Para eso contaremos la siguiente anécdota que vivimos y que ratifica
nuestra afirmación.
Durante
nuestros años en el servicio activo en la FAC, nos incomodaba ver la falta de determinación
y las restricciones burocráticas para actuar con contundencia y según los
principios de la guerra. En especial el de la sorpresa y la oportunidad. Con
frecuencia aparecían blancos valederos que ofrecían todas las características apropiadas
para ejecutar bombardeos con la mejor rentabilidad. Pero la forma de hacer las
cosas y los torpes criterios acostumbrados dentro de las tradiciones militares
paralizaban toda acción categórica y efectiva.
Y
esa inconformidad se nos acrecentaba cuando nos vimos limitados por esa torpe
manera de pensar. Después de haber destruido varios laboratorios de coca al
oriente de la Base Aérea de Tres Esquinas, se hizo evidente la necesidad de terminar
la operación con un poderoso bombardeo. Solicitamos esa operación al Centro de
Operaciones FAC, quien la negó aduciendo argumentos seudocientíficos y técnicos.
Los que tanto gustaban al oficial superior que en ese momento lo dirigía. Mas,
no por lo razonables sino para evitar el tener que tomar tal decisión
personalmente. Responsabilidad a la cual temía. O, como mínimo para evadir el
incómodo trámite a instancias superiores.
Mirage
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Pensaba
que si hacia esa gestión los incomodaba con una solicitud sobre algo trascendente
y esa inoportunidad lo exponía a una respuesta contraproducente a sus
aspiraciones de escalamiento profesionales. El mismo oficial que era famoso por
su análisis académicos de todo cuanto se debía hacer para evadir las acciones prácticas,
reales y productivas. Claro que también sabíamos de sus prevenciones para no
tener que ejecutar los complejos procedimientos para lograr la autorización de
otras instancias de mayor autoridad.
Pues
el enemigo aprovechó esa debilidad y meses después atacó la famosa Base Militar
de las Delicias, con las nefastas consecuencias que conocemos. Con motivo del
suceso, llegó a Tres Esquinas toda una constelaciones de Soles y Estrellas, más
grande que la Vía Láctea, a averiguar por lo que había acontecido. Pero bajo la
presunción de encontrar en que habíamos fallado para descubrir un culpable en quien
descargar las consecuencias y desviar la atención de las demás responsabilidades.
En
especial las que pudieran conducir e implicar a las alteas esferas del centro
de la galaxia del nivel central. Los mismos que nos obstaculizaban son sus dudas,
faltas de decisión y leguleyadas, a quienes estábamos en la periferia del cosmos
nacional y donde realizábamos las verdaderas operaciones de combate. Así estábamos
atrapados por su poderosa fuerza gravitacional.
Después
de esa avalancha de lumbreras cósmicas, que amenazaban con destruinos con sus coletazos
de cometas fugases, 8 días después, con los ánimos y las emociones más
apaciguadas y de último, llegó el sol que más alumbraba: El Comandante General
de las FF MM. Afortunadamente, era una persona más permeable y menos prevenida.
Es una persona más comprensible y sin esa actitud precalculada de perseguidora
de los rangos inferiores para demostrar sus altos poderes a los subalternos o
para impresionar favorablemente a sus superiores. Nos impresionó con su actitud
amable, receptiva, deseosa de saber sinceramente y sin ningún prejuicio precalculado,
la realidad de nuestras circunstancias en la primera línea de batalla. Con el
deseo de aportar para solucionar y apoyar en lugar de perseguir y acusar. Con un
pensamiento proactivo, permeable, racional, comprensivo y contribuidor. Sin deseos
de persecución ni recriminación. Facetas propias de un buen líder que acompaña
a quienes sufren los apremios más directos de la confrontación.
Los anteriores
mandos también habían llegado expresando, de antemano, sus intenciones en ese
mismo sentido, mas era evidente que esas explicaciones no pedidas ni necesarias
para con un subalterno, eran postizas y solo debidas a la gravedad de lo
acontecido. Nunca antes se habían interesado por la realidad que se vivía en
esa región del país a pesar de haberla puesto en evidencia con nuestras solicitudes
fracasadas de apoyo de combate con eficaces bombardeos y el no retiro del
componente aéreo que inicialmente disponíamos. Estaban inquietos no por la amenaza
real sino por las críticas que surgían como relámpagos en los medios de comunicación.
Las mismas que eran la comidilla de la eficacia institucional en la capacidad
de combate y la eficacia en el control de la amenaza pública armada de los
grupos terroristas fortalecidos en esa área de la nación.
El
general Harol Bedoya nos propuso un dialogo cordial y eso nos abrió las puertas
para intentar poner en evidencia lo que tanto nos inquietaba y teníamos
reprimido.
RIO
ORTEGUAZA
Llegó
directo a la oficina donde le explicamos los hechos. Luego lo invitamos a tomar
un refresco en el casino de oficiales y con el fin de mostrarle la base aérea.
Además de lograr un ambiente más relajado que el acartonado de la seria
atmosfera de la oficina de los comandantes militares.
El
casino está a la orilla del sereno y majestuoso rio Orteguaza. Su terraza posterior
brinda una bonita vista sobre el cauce donde se ve la selva densa que cubre la otra
orilla. Habíamos notado que quería ver la selva pues nos preguntó que si esa
era ya jungla virgen del Amazonas, como una forma de captar de cerca al
ambiente en que vivíamos y la situación más real de nuestro entorno. Estaba impresionado
por su proximidad y la forma como rodea todo el complejo militar en un abrazo de
gigante natural indomable.
Mientras
tomábamos el refresco, contemplando la poderosa naturaleza, el oficial ayudante
se nos acercó para informarnos que una escuadrilla de aviones Mirage había salido
de la base aérea de Palanquero, ubicada en la Dorada, Caldas. Procedía a hacer una
pasada baja sobre Tres Esquinas en un acto de solidaridad y demostración de fuerza
para levantar la moral. Un acompañamiento de iniciativa del comando central de
la FAC en esos momentos difíciles por los efectos adverso que había dejado el
combate de las Delicias.
Era la
oportunidad especial para poner en evidencia las limitaciones que teníamos para
combatir con efectividad debido los complejos procedimientos para obtener una autorización
de bombardeo cuando era necesaria. Le contamos al general sobre los aviones que
estaban próximos y algo incrédulo nos pidió que le ratificáramos esa
información. Así lo hicimos y le aseguramos que en poco tiempo pasarían los aviones
sobre nosotros. Así fue, tan solo unos minutos cuando aparecieron los aviones
con un gran rugido de turbinas, a poca altura, creando una fuerte impresión por
su velocidad y expresión de fuerza.
Después de eso le explicamos
que esas ocasiones de oportunidad requerían la toma de decisiones inmediatas cuando
fuese necesario hacer uso de su potente capacidad de fuego. Que no se podía demorar
porque los aviones consumían grandes cantidades combustible y tenían que regresar
después de un ataque hasta el centro del país.
ALOJAMIENTOS
El general
nos preguntó que si así lo hacíamos cuando los motivos lo ameritaban. Nos dimos
cuenta que él no estaba enterado que él era la única la persona que tenía la
potestad para ordenar o autorizar el bombardeo. Vi que debíamos explicarle con
respetuosa diplomacia sobre sus únicas y exclusivas atribuciones.
Periféricamente
le dijimos que por intermedio del comando de la FAC se había ordenado tramitar
esas solicitudes a él. Pero que era muy limitante y difícil que una persona tan
ocupada pudiera atender asuntos tan ocasionales, alejados del teatro de las
operaciones y sin el debido conocimiento de circunstancias tan repentinas. Le
dimos la impresión de los difícil que resultaba para él evaluar asuntos de como
la oportunidad, la sorpresa y la flexibilidad, principios fundamentales de la
guerra. Se quedó callado un momento, como meditando el asunto, para luego
añadir que había que revaluar esa situación.
Cambiamos
de tema pero quedamos con la satisfacción de poder decir lo que sus subalternos
inmediatos no se atrevían. Porque según ellos eso era evidenciar una falencia
o, como mínimo, una dificultad del comandante lo cual era considerado un
irrespeto a su autoridad. Anacronismo que rige con todas las teorías del manejo
de un conflicto y la eficacia del uso del poder militar.
Aunque
las circunstancias difíciles sobre el prestigio institucional a nivel nacional,
que habían surgido con motivo del fracaso en el combate de Las Delicias, nos
habían facilitado el ingreso a ese escabroso tema de oficinas, también estábamos
dando satisfacción a nuestro deseo de ser reales combatientes y sin ataduras
procedimentales injustificadas. Y demostrar que estábamos no solo necesitados
de más autonomía operacional sino también nuestro deseo de actuar con la fuerza
que demandaban las circunstancias.
Sin olvidar
que habíamos asumido el cargo, también, para evidenciar nuestro disgusto con la
forma como se manejaban, a nivel central, las batallas acontecidas en la
periferia nacional. Apreciaciones que, con frecuencia, estaban alejadas de la
realidad local. Deseábamos, con fervor, dar cabida plena al empeño que habíamos
puesto por ser más la cabeza de ratón que combatía con arrojo en la primera
línea, que la cola del poderoso león que solo espanta moscas en la retaguardia.
El que no era temible a nadie en esos lugares.
Luego
las cosas comenzaron a cambiar. Esos academistas teóricos, que usan el excesivo
conocimiento de la ciencia militar, para evadir la capacidad de acción institucional
y ser eficaces, ya fuese por temor de cometer un error que truncase su carrera
que los paralizaba en los momentos cruciales del combate, fueron revaluados. No
pasó mucho tiempo como para ese mismo oficial teórico no actuaras con
contundencia en otra circunstancia y fue despedido. Se confirmaron nuestras
dudas de su idoneidad que siempre nos daba cuando dictaba sus lucidas cátedras
tecnológicas y científicas.
La
amplia brecha entre lo académico y lo real comenzó a cerrarse. En la contundencia
militar es inapropiada la presencia de aquellos que se esfuerzan demasiado en
sus estudios para sacar los primeros puestos y recibir los elogiosos reconocimientos
exorbitantes para quienes los ocupan. Y cuando se llega el momento dela verdad son
totalmente incompetentes en el campo real donde, supuestamente, son los que mejor
usarán su altas calificaciones estudiantiles. No son capaces de poner en aplicación
a lo aprendido evidenciando que solo estudiaron para obtener los ascensos, que
le da réditos personales y no para elevar la eficacias institucional que es lo trascendental.
De esa
forma la misma institución, con sus acumulados estímulos profesionales en los primeros
puestos y nada para los demás, que también lograron méritos en sus esfuerzos, propicia
esa forma de pensar. Ella ha suscitado una fiera competencia de vanidades y
orgullos que deprecia los verdaderos méritos y valores de militares con considerables
virtudes. Muchos de ellos, luego, aprovechan ese prestigio para logra puestos cómodos
y privilegios, no exentos de tráfico de influencias, donde los riesgos de
combate o los de promoción profesional sean los mínimos. Cuando supuestamente los
más capacitados deberían ser los que más involucradas deberían estar en la
lucha. Actitud que se ha convertido en una poderosa cultura que en lugar de favorecer
a la institución militar, la perjudica.
ESCUADRILLA
EN TQS
Además,
el combate de Las Delicias y sus implicaciones posteriores fueron motivo de
muchas revalidaciones sobre las doctrinas operacionales, que han conducido a un
proceso constante de modernización. En especial la forma de la operación
conjunta entre fuerzas donde los asuntos puramente aeronáuticos, marítimos y
terrestres se han especificado con más detalle para evitar las
contraproducentes injerencias y celos internos entre fuerzas. Al mismo tiempo
que las acciones compartidas se han fortalecido dando resultados de mayor envergadura
contra el terrorismo. Como lo podemos ver en los actuales tiempos.
Después
de estos sucesos la Fuerza Aérea comenzó a utilizar más el bombardeo de blancos
planeados con excelentes resultados. Ya es una operación común. Antes era muy
raro hacer bombardeos. Solo fue significativo cuando se atacó el campamento
terroristas de Casa Verde en el Meta. De resto se tienen muy pocos casos. Ahora
es frecuente.
La
tecnología fue mejorada para evitar situaciones riesgosas como la sucedida en
Santo Domingo en Casanare o en San Vicente del Caguán cuando se ejecutaron bombardeos
desde helicópteros sin las debidas políticas, criterios y procedimientos al
respecto. En ambas acciones surgieron graves consecuencias, tanto materiales
como en la moral institucional. Situación que evidenciamos suscitando una solicitud
de mejora de tecnología y doctrina de nuestra parte. Hecho que incomodó y hasta
causó enojo a los altos mandos (es otra historia). Sin embargo, aún no hemos llegado
el aprovechamiento de los blancos de oportunidad, como el que se presentó
cuando destruimos los laboratorios en la región de la población de Remolinos
del Caguán en Caquetá.
La delegación
es una doctrina de comando que causa todavía muchos miedos debido a que existe
la preconcepción cultural de que el subalterno es un incapaz. Pero a la hora de
pedirle resultados si se le reclama autonomía, iniciativa y creatividad en el
conflicto. Conceptos que demandan, de antemano el criterio de delegación. Si un
superior sospecha o sabe con evidencia que existe ineptidud en los niveles
inferiores y por ello no delega, es debido a que ese mismo superior no lo ha
entrenado y capacitado adecuadamente. Criterio que lo cohíbe para delegar. Mas,
con ello, está reconociendo su incompetencia cono superior. Todo superior tiene
la obligación fundamental de entrenar bien a las tropas. Es una responsabilidad
primordial de toda jerarquía.
En ocasiones
es necesario sufrir reveses que induzcan a reflexiones atrevidas para progresar
en los cambios de mentalidad. Los que no son lograble por la vía de la fuerza
de los análisis ni la autocrítica interna, solo por la imposición de las
circunstancias. Proceso evolutivos, que no deberían ser traumáticos, por ser
logrables por medio de la lógica racional. En oportunidades no solo es
inevitable sino obligación evidente el relevo generacional como las únicas
formas para lograr cambios debido al fuerte enquistamiento de las inercias y
los paradigmas históricos. Las que nadie se atreve a poner en tela juicio
dentro de las instituciones altamente rígidas, históricas, conservadoras,
tradicionalistas, paquidérmicas, macrocefálicas y piramidales. Con muchos
esfuerzos estamos pasando de la era de la mula a la era del jet. Cambios que la
nueva Colombia disfrutará y agradecerá.
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