AERONAUTAS Y CRONISTAS

lunes, 16 de septiembre de 2013

LAS CATEDRAS DE LA GUERRA


LAS CÁTEDRAS ACADEMICAS DE LA GUERRA

El Ministro de Defensa dijo hace poco por los medios de comunicación: “si me dicen que aparece un grupo armado, la fuerza militar podrá ser empleada con los límites y la proporción que señala esta ley. Siempre pensando en proteger a los ciudadanos de cualquier amenaza que afecte su tranquilidad”.

Agregamos, por supuesto. Para eso contaremos la siguiente anécdota que vivimos y que ratifica nuestra afirmación.
Durante nuestros años en el servicio activo en la FAC, nos incomodaba ver la falta de determinación y las restricciones burocráticas para actuar con contundencia y según los principios de la guerra. En especial el de la sorpresa y la oportunidad. Con frecuencia aparecían blancos valederos que ofrecían todas las características apropiadas para ejecutar bombardeos con la mejor rentabilidad. Pero la forma de hacer las cosas y los torpes criterios acostumbrados dentro de las tradiciones militares paralizaban toda acción categórica y efectiva.

Y esa inconformidad se nos acrecentaba cuando nos vimos limitados por esa torpe manera de pensar. Después de haber destruido varios laboratorios de coca al oriente de la Base Aérea de Tres Esquinas, se hizo evidente la necesidad de terminar la operación con un poderoso bombardeo. Solicitamos esa operación al Centro de Operaciones FAC, quien la negó aduciendo argumentos seudocientíficos y técnicos. Los que tanto gustaban al oficial superior que en ese momento lo dirigía. Mas, no por lo razonables sino para evitar el tener que tomar tal decisión personalmente. Responsabilidad a la cual temía. O, como mínimo para evadir el incómodo trámite a instancias superiores.
 
 

Mirage 5


Pensaba que si hacia esa gestión los incomodaba con una solicitud sobre algo trascendente y esa inoportunidad lo exponía a una respuesta contraproducente a sus aspiraciones de escalamiento profesionales. El mismo oficial que era famoso por su análisis académicos de todo cuanto se debía hacer para evadir las acciones prácticas, reales y productivas. Claro que también sabíamos de sus prevenciones para no tener que ejecutar los complejos procedimientos para lograr la autorización de otras instancias de mayor autoridad.

Pues el enemigo aprovechó esa debilidad y meses después atacó la famosa Base Militar de las Delicias, con las nefastas consecuencias que conocemos. Con motivo del suceso, llegó a Tres Esquinas toda una constelaciones de Soles y Estrellas, más grande que la Vía Láctea, a averiguar por lo que había acontecido. Pero bajo la presunción de encontrar en que habíamos fallado para descubrir un culpable en quien descargar las consecuencias y desviar la atención de las demás responsabilidades.

En especial las que pudieran conducir e implicar a las alteas esferas del centro de la galaxia del nivel central. Los mismos que nos obstaculizaban son sus dudas, faltas de decisión y leguleyadas, a quienes estábamos en la periferia del cosmos nacional y donde realizábamos las verdaderas operaciones de combate. Así estábamos atrapados por su poderosa fuerza gravitacional.

Después de esa avalancha de lumbreras cósmicas, que amenazaban con destruinos con sus coletazos de cometas fugases, 8 días después, con los ánimos y las emociones más apaciguadas y de último, llegó el sol que más alumbraba: El Comandante General de las FF MM. Afortunadamente, era una persona más permeable y menos prevenida. Es una persona más comprensible y sin esa actitud precalculada de perseguidora de los rangos inferiores para demostrar sus altos poderes a los subalternos o para impresionar favorablemente a sus superiores. Nos impresionó con su actitud amable, receptiva, deseosa de saber sinceramente y sin ningún prejuicio precalculado, la realidad de nuestras circunstancias en la primera línea de batalla. Con el deseo de aportar para solucionar y apoyar en lugar de perseguir y acusar. Con un pensamiento proactivo, permeable, racional, comprensivo y contribuidor. Sin deseos de persecución ni recriminación. Facetas propias de un buen líder que acompaña a quienes sufren los apremios más directos de la confrontación.

Los anteriores mandos también habían llegado expresando, de antemano, sus intenciones en ese mismo sentido, mas era evidente que esas explicaciones no pedidas ni necesarias para con un subalterno, eran postizas y solo debidas a la gravedad de lo acontecido. Nunca antes se habían interesado por la realidad que se vivía en esa región del país a pesar de haberla puesto en evidencia con nuestras solicitudes fracasadas de apoyo de combate con eficaces bombardeos y el no retiro del componente aéreo que inicialmente disponíamos. Estaban inquietos no por la amenaza real sino por las críticas que surgían como relámpagos en los medios de comunicación. Las mismas que eran la comidilla de la eficacia institucional en la capacidad de combate y la eficacia en el control de la amenaza pública armada de los grupos terroristas fortalecidos en esa área de la nación.

El general Harol Bedoya nos propuso un dialogo cordial y eso nos abrió las puertas para intentar poner en evidencia lo que tanto nos inquietaba y teníamos reprimido.


RIO ORTEGUAZA


Llegó directo a la oficina donde le explicamos los hechos. Luego lo invitamos a tomar un refresco en el casino de oficiales y con el fin de mostrarle la base aérea. Además de lograr un ambiente más relajado que el acartonado de la seria atmosfera de la oficina de los comandantes militares.

El casino está a la orilla del sereno y majestuoso rio Orteguaza. Su terraza posterior brinda una bonita vista sobre el cauce donde se ve la selva densa que cubre la otra orilla. Habíamos notado que quería ver la selva pues nos preguntó que si esa era ya jungla virgen del Amazonas, como una forma de captar de cerca al ambiente en que vivíamos y la situación más real de nuestro entorno. Estaba impresionado por su proximidad y la forma como rodea todo el complejo militar en un abrazo de gigante natural indomable.

Mientras tomábamos el refresco, contemplando la poderosa naturaleza, el oficial ayudante se nos acercó para informarnos que una escuadrilla de aviones Mirage había salido de la base aérea de Palanquero, ubicada en la Dorada, Caldas. Procedía a hacer una pasada baja sobre Tres Esquinas en un acto de solidaridad y demostración de fuerza para levantar la moral. Un acompañamiento de iniciativa del comando central de la FAC en esos momentos difíciles por los efectos adverso que había dejado el combate de las Delicias.

Era la oportunidad especial para poner en evidencia las limitaciones que teníamos para combatir con efectividad debido los complejos procedimientos para obtener una autorización de bombardeo cuando era necesaria. Le contamos al general sobre los aviones que estaban próximos y algo incrédulo nos pidió que le ratificáramos esa información. Así lo hicimos y le aseguramos que en poco tiempo pasarían los aviones sobre nosotros. Así fue, tan solo unos minutos cuando aparecieron los aviones con un gran rugido de turbinas, a poca altura, creando una fuerte impresión por su velocidad y expresión de fuerza.
Después de eso le explicamos que esas ocasiones de oportunidad requerían la toma de decisiones inmediatas cuando fuese necesario hacer uso de su potente capacidad de fuego. Que no se podía demorar porque los aviones consumían grandes cantidades combustible y tenían que regresar después de un ataque hasta el centro del país.

 
ALOJAMIENTOS

 

El general nos preguntó que si así lo hacíamos cuando los motivos lo ameritaban. Nos dimos cuenta que él no estaba enterado que él era la única la persona que tenía la potestad para ordenar o autorizar el bombardeo. Vi que debíamos explicarle con respetuosa diplomacia sobre sus únicas y exclusivas atribuciones.

Periféricamente le dijimos que por intermedio del comando de la FAC se había ordenado tramitar esas solicitudes a él. Pero que era muy limitante y difícil que una persona tan ocupada pudiera atender asuntos tan ocasionales, alejados del teatro de las operaciones y sin el debido conocimiento de circunstancias tan repentinas. Le dimos la impresión de los difícil que resultaba para él evaluar asuntos de como la oportunidad, la sorpresa y la flexibilidad, principios fundamentales de la guerra. Se quedó callado un momento, como meditando el asunto, para luego añadir que había que revaluar esa situación.

Cambiamos de tema pero quedamos con la satisfacción de poder decir lo que sus subalternos inmediatos no se atrevían. Porque según ellos eso era evidenciar una falencia o, como mínimo, una dificultad del comandante lo cual era considerado un irrespeto a su autoridad. Anacronismo que rige con todas las teorías del manejo de un conflicto y la eficacia del uso del poder militar.

Aunque las circunstancias difíciles sobre el prestigio institucional a nivel nacional, que habían surgido con motivo del fracaso en el combate de Las Delicias, nos habían facilitado el ingreso a ese escabroso tema de oficinas, también estábamos dando satisfacción a nuestro deseo de ser reales combatientes y sin ataduras procedimentales injustificadas. Y demostrar que estábamos no solo necesitados de más autonomía operacional sino también nuestro deseo de actuar con la fuerza que demandaban las circunstancias.

Sin olvidar que habíamos asumido el cargo, también, para evidenciar nuestro disgusto con la forma como se manejaban, a nivel central, las batallas acontecidas en la periferia nacional. Apreciaciones que, con frecuencia, estaban alejadas de la realidad local. Deseábamos, con fervor, dar cabida plena al empeño que habíamos puesto por ser más la cabeza de ratón que combatía con arrojo en la primera línea, que la cola del poderoso león que solo espanta moscas en la retaguardia. El que no era temible a nadie en esos lugares.

Luego las cosas comenzaron a cambiar. Esos academistas teóricos, que usan el excesivo conocimiento de la ciencia militar, para evadir la capacidad de acción institucional y ser eficaces, ya fuese por temor de cometer un error que truncase su carrera que los paralizaba en los momentos cruciales del combate, fueron revaluados. No pasó mucho tiempo como para ese mismo oficial teórico no actuaras con contundencia en otra circunstancia y fue despedido. Se confirmaron nuestras dudas de su idoneidad que siempre nos daba cuando dictaba sus lucidas cátedras tecnológicas y científicas.

La amplia brecha entre lo académico y lo real comenzó a cerrarse. En la contundencia militar es inapropiada la presencia de aquellos que se esfuerzan demasiado en sus estudios para sacar los primeros puestos y recibir los elogiosos reconocimientos exorbitantes para quienes los ocupan. Y cuando se llega el momento dela verdad son totalmente incompetentes en el campo real donde, supuestamente, son los que mejor usarán su altas calificaciones estudiantiles. No son capaces de poner en aplicación a lo aprendido evidenciando que solo estudiaron para obtener los ascensos, que le da réditos personales y no para elevar la eficacias institucional que es lo trascendental.

De esa forma la misma institución, con sus acumulados estímulos profesionales en los primeros puestos y nada para los demás, que también lograron méritos en sus esfuerzos, propicia esa forma de pensar. Ella ha suscitado una fiera competencia de vanidades y orgullos que deprecia los verdaderos méritos y valores de militares con considerables virtudes. Muchos de ellos, luego, aprovechan ese prestigio para logra puestos cómodos y privilegios, no exentos de tráfico de influencias, donde los riesgos de combate o los de promoción profesional sean los mínimos. Cuando supuestamente los más capacitados deberían ser los que más involucradas deberían estar en la lucha. Actitud que se ha convertido en una poderosa cultura que en lugar de favorecer a la institución militar, la perjudica.  

ESCUADRILLA EN TQS


Además, el combate de Las Delicias y sus implicaciones posteriores fueron motivo de muchas revalidaciones sobre las doctrinas operacionales, que han conducido a un proceso constante de modernización. En especial la forma de la operación conjunta entre fuerzas donde los asuntos puramente aeronáuticos, marítimos y terrestres se han especificado con más detalle para evitar las contraproducentes injerencias y celos internos entre fuerzas. Al mismo tiempo que las acciones compartidas se han fortalecido dando resultados de mayor envergadura contra el terrorismo. Como lo podemos ver en los actuales tiempos.

Después de estos sucesos la Fuerza Aérea comenzó a utilizar más el bombardeo de blancos planeados con excelentes resultados. Ya es una operación común. Antes era muy raro hacer bombardeos. Solo fue significativo cuando se atacó el campamento terroristas de Casa Verde en el Meta. De resto se tienen muy pocos casos. Ahora es frecuente.

La tecnología fue mejorada para evitar situaciones riesgosas como la sucedida en Santo Domingo en Casanare o en San Vicente del Caguán cuando se ejecutaron bombardeos desde helicópteros sin las debidas políticas, criterios y procedimientos al respecto. En ambas acciones surgieron graves consecuencias, tanto materiales como en la moral institucional. Situación que evidenciamos suscitando una solicitud de mejora de tecnología y doctrina de nuestra parte. Hecho que incomodó y hasta causó enojo a los altos mandos (es otra historia). Sin embargo, aún no hemos llegado el aprovechamiento de los blancos de oportunidad, como el que se presentó cuando destruimos los laboratorios en la región de la población de Remolinos del Caguán en Caquetá.

La delegación es una doctrina de comando que causa todavía muchos miedos debido a que existe la preconcepción cultural de que el subalterno es un incapaz. Pero a la hora de pedirle resultados si se le reclama autonomía, iniciativa y creatividad en el conflicto. Conceptos que demandan, de antemano el criterio de delegación. Si un superior sospecha o sabe con evidencia que existe ineptidud en los niveles inferiores y por ello no delega, es debido a que ese mismo superior no lo ha entrenado y capacitado adecuadamente. Criterio que lo cohíbe para delegar. Mas, con ello, está reconociendo su incompetencia cono superior. Todo superior tiene la obligación fundamental de entrenar bien a las tropas. Es una responsabilidad primordial de toda jerarquía. 

En ocasiones es necesario sufrir reveses que induzcan a reflexiones atrevidas para progresar en los cambios de mentalidad. Los que no son lograble por la vía de la fuerza de los análisis ni la autocrítica interna, solo por la imposición de las circunstancias. Proceso evolutivos, que no deberían ser traumáticos, por ser logrables por medio de la lógica racional. En oportunidades no solo es inevitable sino obligación evidente el relevo generacional como las únicas formas para lograr cambios debido al fuerte enquistamiento de las inercias y los paradigmas históricos. Las que nadie se atreve a poner en tela juicio dentro de las instituciones altamente rígidas, históricas, conservadoras, tradicionalistas, paquidérmicas, macrocefálicas y piramidales. Con muchos esfuerzos estamos pasando de la era de la mula a la era del jet. Cambios que la nueva Colombia disfrutará y agradecerá.

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